[Suchen] Punto. Cuadrado. Capitulo 1


Titulo: Punto. Cuadrado.
Rated: +13.
Genero: AU.
Pairing: Suchen.
Grupo: EXO.
N/A: Este fic lo escribi hace mucho, bueno, es la primera parte de un two shot. Quizas se alargue a tres, pero ¿quien sabe? Porque ni yo misma lo se la verdad hahaha Esta completamente dedicado a Bubble que lleva mucho tiempo esperando por el y porque siempre me deja unos comentarios que a mi me matan de amor. Siento haber tardado tanto en escribirlo de verdad ;;
Gracias a todas las que vayáis a leerlo y/o a darle cierta oportunidad <3 p="">


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–¿Qué haces aquí apartado? –preguntó con curiosidad al acercarse a él. El chico que estaba en silla de ruedas giro la cabeza, inclinándola, para poder mirar a los ojos a la persona que le había hablado. Con total desinterés. Volvió a mirar al frente y apoyo las manos en las ruedas de la silla.

–No me interesa jugar con ellos –dijo simplemente antes de moverse hacia atrás para ir a algún lugar en el que pudiera estar a solas.

–¿Te entristece que ellos puedan y tú no? –preguntó nuevamente en voz alta mientras seguía al lisiado. Este hizo caso omiso y siguió hacia adelante por su propio camino–. No debes de preocuparte por eso, puedes divertirte de muchas otras maneras.

Siguió hablando de una manera conciliadora, totalmente preocupado del chico mientras este no hacía más que ignorarle. Kim Junmyeon desde siempre había sentido la necesidad de preocuparse de los que estaban a su lado, y además procurar que se sintiesen bien y felices. Por lo general la gente confiaba en él y le era fácil de ayudar a la gente, pocas veces se encontraba con alguien tan cabezota que lo ignoraba de manera descarada.

–Mientras los demás juegan podemos ir a jugar a algo tu y yo allí –le ofreció mientras posaba una mano sobre su hombro y señalaba con la cabeza una de las pocas mesas vacías del patio.

El lisiado dibujo con sus ojos la línea que llevaba desde su propio hombro al de aquel individuo tan insistente. Aun con la indiferencia marcada en el rostro respondió.

–Me parece bien siempre y cuando juguemos a lo que tú quieras, hyung –aceptó de manera cortes y educada. Aquello impresiono y cogió por sorpresa al mayor. Pensaba que iba a tener que pelearse un poco más con el chico antes de que aceptara a hacer cualquier cosa. Con una sonrisa de felicidad asintió aceptado.

–Deja que te ayude –le ofreció cogiendo los dos mangos que tenia la silla a la espalda y empujando de este hasta la mesa que le había indicado antes.

Dejo su mochila en una de las sillas que había y saco un cuaderno cuadriculado y dos bolígrafos de colores diferentes. Hizo un pequeño cuadro utilizando los cuadrados y comenzó a hacer unos puntos.

–¿Conoces el juego de crear cuadrados? –inquirió de manera despreocupada mientras seguía dibujando los puntos. El chico asintió, era un juego demasiado sencillo como para no conocerlo. Solo consistía en formar rayas de punto a punto intentado hacer los máximos cuadraditos. Él que más tenía ganaba. Al principio un poco aburrido pero cuando empezaba lo bueno era difícil de dejarlo–. Empieza tu entonces –le ofreció dándole el bolígrafo negro en mano.

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Cuando Junmyeon vio que hiciese lo que hiciese el chico siempre le acababa ganando a aquel simple juego (además por una cantidad bien grande) se mosqueó de manera interna por no poder ganarle ni una sola vez. Por eso todos los días lectivos acudía a él a jugar a aquel juego que muchos estudiantes utilizaban para no prestar mucha atención en clase. Incluso se había comprado un cuaderno especial y bolígrafos de colores diferentes para ello.

Debía de admitir que le daba curiosidad saber en qué pensaba, pues siempre que jugaban el lisiado tenía una expresión distraída, como si no estuviese pensando en realidad. Tampoco conocía su nombre. Cuando preguntó a la gente, por pura curiosidad y por saber con quién pasaba los recreos entre clase y clase, la gente solo era capaz de contestar que o no sabían o que creían que se llamaba Chen. Hacía poco que había vuelto de China donde había pasado tres años estudiando en un programa especial. Al parecer era un chico muy inteligente porque en aquel instituto le habían pasado dos cursos (uno por delante de Junmyeon siendo Chen un año menor).

Solo podía sentir admiración hacia aquel extraño con el que pasaba los ratos. No mostraba ningún ápice de debilidad física y cuando parecía estar despistado psíquicamente era cuando más palizas le pegaba. No podía evitar sentir más y más curiosidad.

–Te mueres de las ganas por saber ¿verdad? –le preguntó el menor mientras con desinterés hacia una pequeña raya entre dos puntos. Junmyeon miro el lugar donde se la había puesto. Observo a conciencia pues se la había dejado en un lugar en el que fácilmente le dejaba hacer muchos cuadraditos. Seguro que había un truco, algo por lo que había hecho eso.

Encontró un pequeño lugar escondido para poner y no dejar que hiciese ninguna él.

–¿Morir de ganas por qué? –inquirió sin entender a que se refería exactamente. Se moría de ganas de saber muchas cosas, no podía evitarlo. Vio entonces como Chen se inclinaba sobre el papel y comenzaba a realizar raya tras raya, utilizando también la que Junmyeon había puesto en su propio beneficio. Quedándose con los cuadrados que quedaban.

–He vuelto a ganar –informó sin gran entusiasmo. Seguro que después de todas las veces que había ganado cada vez que lo volvía a hacer se cansaba más de aquella sensación–. Te mueres de ganas por saber mi nombre, por qué estoy en una silla de ruedas, como es mi vida en realidad… Un poco de todo, sin concretar en nada pero sin dejarse ningún cabo suelto sobre mi vida ¿verdad? –Junmyeon le miro seriamente, preocupado de que estuviese molesto por ser tan entrometido–. Eres amable hyung –comenzó a utilizar el lenguaje respetuoso nuevamente después de haber hablado sin él–, pero podías haber preguntado directamente. Hay ciertas preguntas que se responder.

El mayor le miro seriamente. No sabía si estaba bromeando o no. Normalmente el menor no bromeaba, jamás en realidad, pero nunca era tarde para empezar ¿no? Cuando supo que no hablaba en broma, si no bien en serio abrió la boca. Pero las palabras no salieron de su boca. Aunque se muriese de ganas de saber no quería entrometerse en las cosas de su nuevo colega ya que no era el tipo de persona a la que le gustaba compartir cosas.

–Si vienes hoy a mi casa responderé a más cosas de las que puedas soportar –aseguró con una sonrisa de soslayo en la boca. Sin saber que responder Junmyeon asintió con la cabeza–. Pero no se lo digas a nadie. El otro día dos compañeros de clase quisieron ir y les dije que mi madre no me dejaba.

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Junmyeon se desesperó con lo lejos que estaba la casa de Chen. Habían cogido tres líneas de metro diferentes y ahora se encontraban en el autobús. ¿Tenía que hacer aquel camino todos los días él solo? ¿Por qué no había escogido una escuela que estuviese más cerca de su casa?

–Ven y siéntate –le ofreció el chico golpeándose las piernas. El mayor le miro sin comprender que era lo que quería exactamente, aun teniendo en cuenta que la petición era de lo más sencilla–. Aun queda un kilometro para llegar a mi casa, te cansaras.

–Más te cansaras tu llevándonos a los dos –se excuso el mayor mientras agarraba las asas para ir guiando el mismo la silla de ruedas.

–Esta silla tiene motor –le comentó como si fuese lo más normal del mundo. Se fijo mejor, y así era. Uno bastante pequeño y disimulado pero ahí estaba–. Siéntate en mis piernas, no te pasara nada, tengo cinturón de seguridad por si te vas a sentir más seguro.

Con algo de vergüenza, pero con la esperanza de no desagradar a su compañero se sentó en su regazo. Este lo rodeo con el cinturón de seguridad que había comentado antes y la verdad es que eso le hizo sentirse algo más seguro.

Chen destapo un pequeño mando que estaba incrustado a un lado de la silla y esta comenzó a moverse más rápido de lo que esperaba. Tuvo que agarrarse a la silla para no caerse del susto y de la velocidad.

Efectivamente la casa de chico estaba mucho más lejos de lo que había imaginado, pero al menos llegaron, dos horas después de salir de clase pero bueno. La casa tenía un extenso jardín delantero muy bien cuidado, incluso tenía una pequeña fuente. Además también grande porche de color madera oscura, al igual que su casa por fuera con detalles blancos. Por dentro era extensa y silenciosa, como si no hubiese nadie en casa.

Al entrar adentro Chen le dejó soltarse y levantarse. Le ofreció algo para comer y para beber pero este en vez de aceptar se dedicó a acercarle todo lo que este pedía. Kim Junmyeon tan atento como siempre.

Cuando por fin se sentaron los dos en la mesa el mayor se dispuso a preguntar todo lo que quiso.

–¿Cómo te llamas? –empezó por lo más simple.

–Todo el mundo me llama Chen pero mi verdadero nombre es Kim Jongdae.

–¿Por qué te fuiste a China durante tres años? ¿Es verdad que tenias una beca?

–Mi hermano gemelo tenía una beca para estudiar en China, a mi padre le ofrecieron ir allí a trabajar y  mi familia entera se mudo.

–¿Tienes un hermano gemelo? –pregunto sorprendido pues no se lo esperaba nada.

–Tenia –especificó sin entristecer el semblante–. Murió en el mismo accidente que me dejo a mi parapléjico.

Sin poder evitarlo Junmyeon se quedo en silencio, mirándole con los ojos muy abiertos por la sorpresa. Si no se había imaginado para nada que Jongdae le fuese a contar que tenía un hermano gemelo menos se iba a imaginar que este había muerto en el mismo accidente en el que el perdió la sensibilidades y capacidad de sus mitad inferior.

–Lo siento yo…

–Paso hace dos años, está más que superado –pero el tono con el que lo había dicho no convenció del todo a Junmyeon. Tenía algo extraño. Estaba claro que intentaba aparentar que si lo había superado pero que en realidad aun le dolía de sobremanera. ¿Cómo no iba a dolerle la pérdida de su hermano gemelo? Prefirió no meterse más en el tema, no quería destrozar al chico ahora que por fin le estaba contando algo sobre sí mismo.

–Pero tú eres como un genio –lo halago–. ¿Por qué no te dieron la beca a ti?

–Yo no hice aquel estúpido examen para conseguirla –se encogió de hombros–. Tenía toda mi vida aquí y si hubiese accedido a una beca para estudiar en el extranjero habría sido en Europa. Alemania, Francia o Reino Unido. Quizás Suiza… Ir a china me quito más cosas de las que crees.

–¿Te gusta Europa entonces?

–Me gusta la aglomeración de culturas diferentes que ahí allí –al escucharlo hablar Junmyeon no podía evitar sentirse ensimismado, como si estuviese escuchando a un autentico genio y disfrutando con ello por el solo hecho de comprender lo que salía de su valiosa boca–. La cantidad de idiomas diferentes, ideologías diferentes a las asiáticas… Es un mundo totalmente diferente, de ahí mi interés hacia el continente. De América del Norte me agrada Canadá, tienen un sistema educativo muy interesante; Estados Unidos es demasiado chovinista para mi gusto; pero me gustaría visitar alguna vez todos los países latinos. Al igual que África y Australia. Quiero hacer demasiadas cosas en mi vida –sonrió avergonzado pensando que jamás llegaría a cumplir todos sus sueños.

Sin poder evitarlo, viendo aquel pequeño ser que era Kim Jongdae en realidad, el mayor sonrió ampliamente y con suma sinceridad. Se quedo mirándolo hasta que este le devolvió el pequeño gesto.

–Me gustaría poder acompañarte en ese recorrido por el mundo que quieres hacer –confesó–. Siempre he querido ver la sabana africana. Ver a los animales en la gran puesta de sol debe de ser… de ese tipo de cosas que te llenan por dentro. O ver la aurora boreal –comentó con un tono totalmente soñador haciendo que Jongdae no se sintiese tan estúpido por haber deseado ese tipo de cosas–. El año que viene, cuando yo termine el instituto y tú ya hayas cursado un año de universidad podemos ir si quieres –ofreció.

–Eres demasiado bueno Hyung –admitió el menor mientras bajaba la cabeza avergonzado de haberse puesto colorado–. Deberías de quedarte aquí a dormir –miro por la ventana al ver que poco a poco se estaba haciendo de noche–. Seguro que hay un camino muy largo hasta tu casa y podría pasarte algo si sales ahora.

Echo hacia atrás la silla de ruedas a la vez que el mayor se levantaba para ayudarle para hacer cualquier cosa que necesitase.

–Pero para ir mañana a…

–No te preocupes, por las mañanas pasa un autobús que nos dejara prácticamente en la puerta del instituto.

–Y ¿tus padres? ¿No les importara que un desconocido se quede a dormir aquí?

–Si no han llegado aun no llegaran en toda la noche. Se sentirían más seguros si saben que va a haber alguien más en la casa –sonrió lentamente–. La verdad es que mis padres nunca han sido muy protectores, me independice muy rápidamente de ellos cuando ya era pequeño.

–Llamare a mis padres entonces para avisarles. ¿Puedo utilizar el teléfono fijo? –Jongdae asintió y le llevo hasta el. Luego le dejo a solas para que pudiera tener un poco de intimidad.

Desde la cocina pudo escuchar murmullos y entender alguna que otra palabra, pero la verdad es que intento no mostrar mucha atención. Para él en parte era interesante saber cómo se había criado y qué tipo de relación tenía con sus padres pero tampoco era un entrometido ¿no?

–Mi madre ha insistido en que a la siguiente te quedes tu a dormir en mi casa –sonrió abiertamente cuando volvió a la cocina, encontrándose con que el menor estaba intentando meter algo en el microondas para calentarlo y así comer los dos–. Espera que te ayudo –y decir eso significaba que Kim Jongdae se quedaba quieto haciendo nada mientras Kim Junmyeon lo hacía todo.

–Tu madre parece una persona muy amable.

–Lo es –corroboro el chico–. Es el doble de amable y buena que yo y eso ya es decir mucho ¿no crees? –el menor respondió con una pequeña sonrisa–. Mi padre siempre ha sido algo más duro conmigo, no mucho más ya que se le cae la baba, pero podría decirse que he sido un niñito de mama.

Cenaron de manera tranquila mientras hablaban. Junmyeon descubrió que Jongdae se confiaba mucho más estando en un lugar que conocía. En el instituto apenas solía hablar y cuando lo hacía solía ser de manera escasa, con las palabras justas. Siempre parecía que temía decir más de lo que debía. Era reservado y le había sorprendido mucho el simple hecho de haberlo invitado a su casa. En su día pensó que nunca jamás pisaría aquel lugar.

Y ahora que la veía podía decir que la casa era muy solitaria, daba miedo incluso. Era silenciosa y grande, le hacía sentirse solo. No llegaba a comprender como era que Jongdae no se había vuelto loco en aquel lugar pues parecía que se pasaba la mayor parte del día solo, sin la compañía de nadie. Ese hecho provocaba en él unas ganas de abrazar al menor que a veces se admiraba a sí mismo por no hacerlo y tener ese autocontrol.

–Tú puedes dormir arriba. Ahí una habitación de invitados al final del pasillo derecho. Justo al lado del baño –caminó con la silla de ruedas hasta el principio de las escaleras que se veían desde la puerta principal–. Las sabanas están limpias, se cambian todas las semanas aunque no se utilicen –le informó–. Te dejare un pijama para no que no tengas que dormir con esa ropa, si no mañana la tendrás arrugada –volvió a rodar las ruedas hasta una pequeña salita en la que se encontraba una pequeña cama más baja de lo normal.

Abrió el armario que había al lado y después de rebuscar un poco saco un pijama blanco con unas finas rayas negras. Justo unos minutos antes Jongdae le había dicho que el no tenia pijamas azules porque el color  te mantenía despierto.

–¿Tu vas a dormir aquí? –señalo la cama con la a barbilla y un pequeño gesto. Chen asintió mientras fijaba su mirada en él–. Entonces prefiero dormir aquí contigo. Esta noche seré tu guardián –sonrió tontamente.

–Suho –susurro Jongdae antes de reprimir una pequeña sonrisa. Simplemente aquella palabra había salido de su boca sin querer. A veces tenía esa manía de pensar en voz alta. Al vivir prácticamente solo nunca había nadie que le pudiese escuchar.

–Suho –corroboro el mayor aunque supiese que en realidad Jongdae lo había dicho sin más–. ¿Necesitas que te ayude a cambiarte o algo?

–No gracias, eso ya puedo hacerlo yo solo –dejo un pijama sobre su regazo y salió del pequeño cuarto de estar para que cada uno se pudiese cambiar tranquilamente.

La noche prometía ser completamente tranquila, sin nada que les fuese a molestar o a crear problemas. Al fin y al cabo eran dos estudiantes de instituto que llevaban una vida totalmente tranquila y rutinaria. Nada fuera de lo normal, aunque uno de los dos fuese uno de esos genios que sueles ver por la televisión haciendo grandes ejercicios y recitando complejas teorías. Junmyeon se sentía un tanto avasalladlo por la capacidad de su Dongsaeng, debía de admitirlo. Aun así era agradable saber que contaba con una amistad realmente capaz e inteligente para cualquier cosa.

Jongdae apenas tenía amigos, conocidos más bien, podía acapararlo todo lo que quisiese. Y dicho así sonaba algo muy egoísta, pero Junmyeon apreciaba al menor en otro sentido. No en uno en el que quisiese que solo fuese suyo y de nadie más. El mundo estaba lleno de gente y tarde o temprano Jongdae conseguiría abrirse a más gente y lo más seguro es que él quedase atrás.

Solo le quedaba aquel año antes de acudir a la universidad. Allí se juntaría con personas intelectuales, de su misma categoría. Lo adularían y el los admiraría y aunque llevase poco tiempo tratándose con aquel joven sabia que lo acabaría echando de menos si este decidía apartarlo de su vida. Pero Jongdae no parecía ese tipo de persona. O eso esperaba al menos.

En completo silencio el chico se incorporo y apoyo las manos sobre la parte mullida de aquella cama improvisada. Se deslizó hasta la esquina y con ambos pies descalzos piso el frio suelo de madera. Se quedo quieto hasta que noto como sus nervios se acostumbraban a aquella helada sensación ya que no era totalmente agradable en aquella época no muy caliente. Se levanto e irguió sobre sus propias piernas. Camino y torció la dirección para dirigirse a su pequeño objetivo. Aquel muchacho que estaba completamente dormido, tapado hasta medio cuerpo con una suave sabana. Se agacho un poco, hasta que quedaron a unos pocos palmos el uno del otro. Acaricio suavemente el contorno de su cara antes de deslizar sus finos dedos a través de las finas hebras de su pelo. Se aproximo lo suficiente como para susurrar sobre su oído, estando dormido no le escucharía. Pero se moría de ganas por hacerlo.

–Aunque te hayas declarado mi guardián, seré yo quien te proteja Suho–Hyung.

Después de observar detenidamente la belleza de Junmyeon volvió a levantarse y a meterse en aquella cama que estaba siempre montada en la pequeña salita simplemente por si alguien se pasaba por la casa y comenzaba a preguntar cosas por entrometido.

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–¿Has conseguido dormir bien? –preguntó el menor mientras utilizaba un triangulo que estaba sujeto a la cama para incorporarse en cuanto vio que Junmyeon se despejaba.

El mayor aun no estaba seguro de cómo se sentía. Estaba cansado y le dolía el cuello. Aun no había conseguido despejarse del todo y ya le estaban preguntando algo. No sabía si sería capaz de responder correctamente. No había dormido casi nada (por las horas a las que se tenían que levantar para poder llegar a tiempo a clase) y no estaba seguro de poder prestar atención adecuadamente en clase.

–Umh…. Si –se estiró sobre la cama aun tumbado. Se giro para mirar al lisiado. Este le dedico una sonrisa, estaba claro que no se creía que estuviese del todo bien. Le devolvió aquella radiante sonrisa de la manera que pudo y luego poso los pies sobre el suelo, estremeciéndose por la baja temperatura de este–. Poco, eso sí.


Jongdae rió ante aquello, después como si del gimnasta más hábil se tratase se sentó sobre la silla de ruedas.

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