Titulo: Aleatorius.
Rated: +12.
Genero: AU.
Grupo: EXO.
Pairing: SeKai/HunHan.
Nota de la autora: Se suponía que debía de ser un HunHan para mi pequeña Judini pero… mianhae TT A la siguiente me atenere mejor al recado, prometido ~ :B
1 de Junio de
2328, Feopolis, Seúl.
Solo. Así es como se sentía desde hacía ya un
año. Desgraciado. Porque había perdido a algo más que a su mejor amigo aquel
día. Porque si, a la vista de todos los demás ellos dos solo eran dos buenos
amigos, los cuales se negaban a separarse por miedo a no volver a verse nunca
más, ya que ambos sabían que el tan temido día en el que Luhan cumplía los 18
años iba a llegar, lo esperasen o no.
Y ahí se encontraba. Noche tras noche se
subía al tejado de su residencia y miraba en la lejanía donde las luces de Nueva Belleza iluminaban incluso el rio
que separaba ese distrito del de Feopolis.
Puede que fuese mejor para él ignorar el pasado e intentar divertirse con los
amigos que aún le quedaban en su distrito, pero le era sumamente difícil. Los
que no había cumplido ya los dieciocho años apenas les quedaban días o meses
para hacerlo y así poder reunirse en Nueva
Belleza con sus amigos siendo ya todos perfectos.
Sehun era el ultimo del grupo en cumplir los
años, el más pequeño de todos y aun le quedaba un año más para pasar por LA
operación. De ahí todo su sufrimiento. Deseaba con todas sus fuerzas crecer y
volver a encontrarse con Luhan otra vez. Ir con él a todas partes y asegurarse
de que nadie les iba a poder separar hasta que otra vez el mayor le dejase para
pasarse al tercer distrito: Ancianopolis.
Era desalentador pensar que incluso años
después les fuesen a separar otra vez, pero al menos los habitantes de
Ancianopolis tenían el permiso de ir a visitar a la gente de otros distritos, y
eso significaba que no estarían tan separados. Pero ¿por qué estaba pensando en
algo que pasaría dentro de unos cuarenta años cuando ahora mismo era cuando no
podía verlo? Quedo en silencio mientras seguía mirando las luces, parpadeando
de vez en cuando, mientras se imaginaba lo bien que se lo tenía que estar
pasando junto con Kris, Minseok, Junmyeon, Lay, Baekhyun, Chanyeol y Jongdae.
Tao y Kyungsoo se pasaban casi todo el día
intentando animarle insistiendo que si al menos hacia algo por divertirse el
tiempo pasaría más rápido y su día llegaría antes. ¡Qué fácil era hablar cuando
apenas faltaba un mes para que ellos dos fueran operados! Y luego estaría
durante ocho meses solo.
Había intentando acercarse y hacerse amigo de
la gente de su edad, pero estos eran estúpidos y se reían de su dificultad para
pronunciar la “S” y con ello su propio nombre. Cada vez que lo veían a solas le
miraban y con un tono ridículo lo llamaban por su nombre pronunciando Sehun con
“Th” en vez de con “S”. ¿Cómo iba a hacer nuevos amigos si todos los que le
rodeaban eran estúpidos y ni tenían la ligera idea de que era la madurez?
Suspiro para sí mismo dejándose caer sobre el
frio suelo de hormigón. Hacer aquello cada noche no era sano ni para su cuerpo
ni para su mente, pero se había obsesionado con las luces de Nueva Belleza, con lo perfectas que eran
y quería imaginar que desde algún lugar, Luhan se aburría porque no estaba con
él, que todas las noches buscaba un lugar desde donde mirar el tranquilo
distrito de Feopolis mientras
recordaba los buenos momentos que habían pasado juntos.
5 de Junio de
2328, Feopolis, Seúl.
Aun sabiendo el riesgo que le suponía
hacerlo, que si le pillaban lo más seguro era que retardaran aun más SU DÍA,
Sehun se quito el pequeño anillo de localización que llevaba al dedo y lo dejo
sobre la mesa. Años atrás Tao le había enseñado como podía se escapar de una
manera rápida y sencilla, pero tenía que ser muy silencioso y cuidadoso si no
quería que le cogieran. De ahí que fuese Tao el que le explicase como debía de
hacerlo pues era un lince de las artes marciales y no había cosas físicas
imposibles para él.
Hizo lo mismo con su aerotabla. Estas solían
tener otro chip de reconocimiento en la parte inferior, así como las pulseras
de protección. Era peligroso andar en aerotabla sin ellas, pero si no quería
ser descubierto tenía que correr ese riesgo.
Abrió la ventana tan solo el hueco suficiente
para que el pudiera pasar sin hacer ruido y sin que se notara. Dejo una pequeña
rama en la ventana para que la ventana no se cerrase hasta que el volviera y se
deslizo en silencio y con la tabla apagada hasta el pequeño conjunto de arboles
que había al lado. No le costó mucho llegar hasta allí ya que controlaba muy
bien su propio cuerpo. No tenía una vista especialmente buena, pero su oído
durante años se había afinado mucho. No como para llegar a ser tan bueno como
el de un perro, pero si mejor que el de los demás.
Una vez escondido, en silencio encendió la
aerotabla, la cual hizo un pequeño ruido sordo al alzarse unos diez centímetros
por encima del suelo. Se tumbo encima de ella y poco a poco inclinándose hacia
los lados y hacia adelante fue sorteando los pequeños y grandes obstáculos que
se erguían delante de él. Intento esquivar todas las ramas que se le pusieron
por en medio pero era inevitable que alguna le golpeara con aquel sonido de
fusta.
Aun así en ningún momento dejo soltar un
sonido más alto que el leve gruñido que dejo salir cuando una de las ramas
impacto contra su sien.
Con sumo cuidado pudo llegar hasta la orilla
del río que separaba Feopolis de Nueva Belleza. Desde allí las luces que
se reflejaban en los altos edificios de aquella manera tan espectacular que en
vez de ensimismarle llego a intimidarle.
Con sumo cuidado se tapo la cabeza con la
capucha y aun arrastras con la aerotabla se deslizo hasta el puente desde el
cual solo unas cuantas personas podían pasar. Como era normal, estaba vigilado
las 24 horas del día y no le iba a ser tan fácil como se había imaginado que
iba a ser. Procuro no hacer ningún ruido extraño para no alertar a los guardias
de ninguna presencia, aunque se suponía que al no tener el anillo de
comunicaciones debía de ser invisible para ellos.
Miro el agua apenas dos segundos, no muy
seguro de que pudiera avanzar por ella con la aerotabla así que se arremango
las mangas cuando ya estuvo bajo el puente, lejos de las miradas de los
guardas. Se agarro con fuerza a la aerotabla y con una leve inclinación de su
cuerpo esta se dispuso a subir a través de la parte baja del puente.
Tenía que tener cuidado, cualquier flaqueo de
sus músculos o fuerza podía significar caer al agua y alertar de su presencia,
en menos de un minuto estaría rodeado de guardas y de maquinas que de
dispondrían a llevarlo a algún lugar donde no pudiera dar más problemas. Los
guardias de Feopolis estaban
acostumbrados a las travesuras que hacían los imperfectos pero no creía que
aquella se la pudieran perdonar tan fácilmente.
Cerró los ojos con fuerza, amarrándose con
más fuerza a la tabla al notar como al llegar hasta el punto más alto la tabla
comenzaba a coger un poco de velocidad al estar el inclinado. Después de haber
respirado con tranquilidad y calmarse volvió su cuerpo hacia atrás para que la
bajada que le esperaba no fuese tan violenta como debía haber sido si hubiese
seguido a la misma velocidad.
Dejo que su corazón, que latía demasiado
rápido, se calmara mientras miraba hacia atrás, intentando ver si los guardias
habían visto algo extraño, por si lo iban a perseguir. Estos seguían a lo suyo,
conversando de algo interesante para que la noche se les hiciese más amena. Sonrió
para sí mismo mientras volvía la mirada otra vez hacia adelante dispuesto a
seguir su camino.
Lo más fácil ya estaba hecho.
Aunque supiese que lo que acaba de hacer no
era nada comparando con lo que iba a ser pasar desapercibido entre tanto
perfecto en el distrito donde todos tenían unos rasgos hermosos. Nada que ver
con sus ojos por los cuales todo el mundo siempre se pensaba que estaba dormido
o había estado tomando drogas o algo parecido. ¿Acaso no veían que por muy
pequeños que fuesen y cerrados que estuviesen no estaban rojos?
Negó varias veces con la cabeza intentando no
recordar el hecho de que él era un imperfecto, un ser más sin nada especial,
del mundo. Había soñado con operarse desde que era bien pequeño, desde que vio
los perfectos rasgos de sus padres, los cuales no parecían tener nada que ver
con los suyos, llegándose incluso a plantear si ellos de verdad eran sus
padres.
Se escondió entre unas hierbas que habían
dejado crecer que se encontraban justo en el límite de la ciudad. Vio pasar a
varios grupos de perfectos enfrente de él, quedándose ensimismado con la
belleza tan perfecta de sus rostros. Tuvo que volver a sacudir la cabeza una
vez más para intentar aclararse las ideas y asegurarse de que sabía con
exactitud qué es lo que estaba haciendo en el distrito de los perfectos: tenía
que ver como fuese a Luhan.
Se levanto de su sitio y mientras que con la
aerotabla se cubría una parte de su cara comenzó a caminar por la ciudad en
busca de su amigo, o al menos de alguien a quien pudiera reconocer. Aquella era
otra. No estaba muy seguro de poder reconocer a alguien después de haber sido
operado. Era verdad que siempre intentaban mantener los rasgos de las personas
y que lo único que solían hacer era modificarlos, no trastocarlos, o eso se
decía al menos. Pero al mirar a su alrededor y no ver a nadie que le recordase
a alguna persona que él hubiera conocido antes no le daba aquella seguridad.
Se había pasado ya casi una hora y media
caminando de un lado a otro, intentando no caer bajo el embrujo de la
perfección de Nueva Belleza, cada vez
más cansado y deseando de que la noche se terminase cuanto antes y así poder
acudir a su habitación para tomar una larga ducha y quitarse ese olor a charca
y a rana que se le había quedado. Intento animarse de alguna manera a sí mismo,
asegurándose de que Luhan no podía estar tan lejos, Nueva Belleza era grande, pero no tanto para que su amigo
desapareciese para él. En algún lugar tenía que estar. Asintió con la cabeza
mientras seguía pasando entre la gente intentando no dar la nota, pues aunque
no sabía porque, pues se había encargado de que no se le viese la cara, la
gente solía señalarlo y hablaba con el de al lado con una expresión de
admiración tanto en las palabras como en la cara. ¿En serio le admiraban a él?
¿Ellos que tenían el rostro perfecto y vivían de la mejor manera imaginable lo
admiraban?
-¿Sehun? –escucho una voz extrañada a sus
espaldas. Conocía aquella voz. La había escuchado tantas veces que sería un
delito no haberla reconocido. Dio la vuelta sobre sí mismo, alzando la mirada
hacia arriba para poder dirigirse a Chanyeol. Su mirada se ilumino al ver que
realmente había encontrado a un conocido y buen amigo en aquella inmensidad de
gente-. Tú… -por la manera en la que hablaba y la expresión de su cara Sehun
pudo adivinar que Chanyeol había estado bebiendo aquella noche-. Tú aun no has
cumplido los dieciocho ¿verdad? –le pregunto soltando una gran risotada acompañada
de dos de sus sonoras palmadas. Sehun negó con la cabeza, herido por las
palabras de su amigo. No le echaba en cara que se preguntase que es lo que
hacía ahí o que en cierta manera le recordara que el aun no era un perfecto; lo
que le realmente le dolió fue el hecho de ver la gran diferencia que había
entre ellos. Entre un imperfecto y un perfecto.
Después de casi dos horas buscando estaba
claro que había visto muchos perfectos, tantos que se había acostumbrado ya a
verlos por todas partes.
Un borracho y curioso Chanyeol se acerco a
él, agarrándolo por los parpados con los dedos. No de una manera bruta y que le
pudiese hacer daño, pero sí que fue algo incomoda.
-Ya decía yo que estos enanos ojos no eran
fruto de una operación –rio en alto mientras movía sus dedos a su gusto sobre
su cara, agarrándolo esta vez de los mofletes estirándoselos a su antojo.
-Ya, Chanyeol, ya –aparto sus manos algo
molesto pues después de haberse pateado el distrito entero sentía las piernas
agarrotadas y doloridas-. ¿Cómo me has reconocido? Solo has visto mi espalda
–pregunto lleno de curiosidad. El mayor se encogió de hombros.
-Es raro ver a un perfecto en aerotabla o con
una. En cuanto se ponen en marcha nos caemos de ellas y por lo cual ya muchos
ni lo intentan. Además no muchos osan a llevar ese corte de pelo –se burlo esta
vez sin poder evitar despeinárselo. Sehun lo miro con sorpresa sin hacer caso
de las manos del curioso de Chanyeol que tenía que tocarlo todo para quedarse
contento. Durante todos los años que habían vivido juntos, día tras día, había
podido comprobar que Chanyeol era una de las mejores personas que conocía en
moverse sobre una aerotabla. Se lo pensó antes de replicarle por este hecho al
recordar que estaba en frente de una persona que había bebido. Lo más seguro
era que pasándose todas las noches de fiesta y bebiendo no pudiese montarse
sobre una y a la mañana siguiente tampoco, debido a la gran resaca y dolor de
cabeza que debía de padecer.
-¿Dónde está Luhan? –le pregunto después de
un pequeño silencio entre los dos. Chanyeol esbozo aquella amplia sonrisa que
tanto le caracterizaba. No parecía molesto porque pasase de preguntarle más
cosas sobre él, en interesarse por saber por cómo estaba o algo parecido.
Extrañaba tanto el hablar a diario con alguien como él, alguien que no se
tomaba nada a mal y que siempre estaba bromeando que sintió como los ojos se le
humedecían de la emoción.
-Pues… Eh… -se puso a pensar sobre donde
debía de estar.
-Al menos seguiréis todos juntos ¿verdad? –el
menor alzo una ceja esperando que le respondiera por todos los medios con un sí.
-¿Eh? Claro que sí –asintió el moviendo el
cuerpo entero para hablar-. Incluso hemos impedido que nueva gente se nos huna
por esperaros a vosotros –aseguro mientras pasaba su brazo por el hombro del
pequeño y lo guiaba por la ciudad-. Siempre hemos sido nosotros y eso no va a
cambiar nunca –negó con la cabeza caminando a un ritmo demasiado rápido para él
haciendo que tropezase.
-Ten más cuidado Hyung –murmuro él mientras
lo agarraba del pequeño para que no se cayese de bruces contra el suelo. Este
negó con la cabeza.
-No pasa nada. Yo controlo –se incorporo del
todo volviendo a ponerse en marcha de una manera rápida.
No tardaron en llegar hasta un edificio que
se ubicaba no muy lejos de donde estaban. Estaba claro. Lo suyo no era el ser
inteligente precisamente si no se le había ocurrido la idea de que Luhan
pudiese estar dentro de uno de los grandes edificios. Empezó a autocriticarse
de tal manera por los nervios que le estaban comiendo por dentro que las
piernas comenzaron a flaquearle, dispuestas a fallarle en el momento
definitivo.
El edificio se veía aun más grande por dentro
que por fuera. La amplia recepción estaba llena de gente que gritaba y reía,
corrían de un lado a otro, se tiraban al suelo o se subían encima de los
muebles sin importarles nada. Parecía como si hubiesen estado celebrando una
fiesta pues olía a alcohol derramado por todas partes. Las imágenes que se
proyectaban en las enormes pantallas de las paredes recubiertas por estas no
hacían más que aparecer y desaparecer imágenes que no tenían nada que ver entre
ellas.
No hizo falta que Chanyeol lo guiase hasta
sus amigos pues en seguida los diviso al otro lado de la habitación y con ellos
se encontraba su gran amigo. Sonrió casi sin poder evitar que los ojos se le
humedecieran tanto que noto como estaba a punto de llorar. Había esperando
durante tanto tiempo ese día que no podía creer que por fin lo tuviese delante
de él.
La cabellera casi rubia de Luhan ondeo al
darse la vuelta cuando Minseok le toco el hombro y señalaba hacia donde estaban
los dos mientras sonreía. Luhan con cara inocente y contrariada miro hacia
donde le señalaba. Su expresión cambio tan rápidamente que Sehun casi pensó que
le habían puesto una máscara en la cara. Aunque mascara la que le puso Chanyeol
a él en la cara, susurrándole que así iba a ser mejor, que la gente no debía de
enterarse de que había un imperfecto en el edificio.
Casi ni le escucho, no le hizo caso pues de
una manera agitada corrió hasta donde se encontraban los demás, quedando en
frente de su mejor amigo. Sonrió de una manera tan amplia que pudo notar la
manera en la que la máscara tiraba de sus dos comisuras al curvarse a la vez.
El mayor parecía no creerse que estuviese delante de él. Su expresión había
pasado de ser de alegría y sorpresa a una de confusión. Sehun rio ligeramente
al verlo.
-¿Qué haces en Nueva Belleza? Aun quedan once meses para que cumplas los dieciocho
–su voz. Cuanto la había echado de menos. Escucharla en una grabación de voz o
de video no era lo mismo ya que cambiaba y distorsionaba la voz, haciéndole
extrañar aun más que le hablase a él.
-¿Cuentas el tiempo que queda hasta mi
cumpleaños? –pregunto mientras escrutaba el perfecto rostro de su amigo. Era
verdad que había cambiado, era verdad que ahora estaba aun más guapo de lo que
ya era cuando era un “imperfecto”. Pero le había podido reconocer casi en
seguida. Si acaso se le hubiera ocurrido meterse en el edificio, habría sido
verlo y saber que era él y así no se hubiese pasado durante tanto tiempo dando
vueltas estúpidas de un lado a otro, llamando la atención de otros perfectos
con la aerotabla. Luhan asintió ante su pregunta, sin contarle que en su cuarto
tenía un calendario en el que día a día iba tachando días en espera del día de
su cumpleaños. Aquel acto era algo que un perfecto no hacía, algo que haría un
imperfecto lleno de preocupaciones y que añoraba todo lo que ya no tenía.
-¿Te has escapado de tu habitación? –pregunto
aunque supiese que la respuesta era un redondo sí. Ningún guardia, ni maquina,
ni nada se hubiese prestado a ayudar a un imperfecto a pasar la frontera que
había entre los dos distritos. De repente noto como unos brazos le rodeaban el
cuerpo entero. Se veía que el pequeño estaba agotado. Había sufrido un sinfín
de nervios y de presión al adentrarse en aquel distrito, aunque esa no fuese la
escusa principal para abalanzarse sobre Luhan. Dejo que el mayor lo abrazara
fuertemente también, dejándose proteger y mimar por el mayor.
Todo el esfuerzo que había hecho en llegar
hasta allí, en volver a encontrarse con Luhan, había merecido la pena. Se
sentía realmente feliz por dentro, aunque con aquella careta que le había
puesto Chanyeol no pudiera demostrarlo como a él le hubiese gustado. Cuando
paso el tiempo suficiente para que el abrazo se volviese algo raro decidió
separarse del mayor y sin dar tregua este tiro de su brazo para que lo
siguiera. Lo guio por el pasillo hasta llegar al ascensor, para subir a su
habitación. La gente que salió de este se rio al ver la cara de Sehun, este no
sabía de que era pero al tener en cuenta que era Chanyeol el que se lo había puesto
no dudo un solo segundo en pensar que podía ser de la cosa más estúpida que
alguien se pudiese imaginar. En verdad no le molestaron aquellas risas, tenía
cosas más importantes en las que pensar.
-Nunca imagine que fueses a venir hasta aquí
por mí. A correr tal riesgo –le confesó el mayor-. Porque lo has hecho por mi
¿verdad?
-Claro que lo he hecho por ti. No podía
soportar estar dos años enteros sin verte –comento él desde el otro lado de la
máscara-. Siento haber tardado tanto en venir Hyung.
-Por eso no te preocupes, no pasa nada –negó
con la cabeza levemente-. Aquí el tiempo no pasa de la misma manera que lo hace
en Feopolis ¿sabes? –le dedico una
tierna sonrisa-. Ser un perfecto es completamente diferente a cualquier cosa
que hayas podido ver antes, a cualquier cosa que hayas sentido antes –concreto.
-No creo que una cara bonita haga cambiar
tanto una vida –respondió el sintiéndose intimidado ante las palabras del casi
rubio. ¿Con aquellas palabras le estaba confesando que aun no teniéndolo a él
aquel año no había sido tan duro?
-Claro que lo cambia Sehun –siguió el sin
siquiera saber cómo se sentía el menor-. Te despiertas como si estuvieses en
otro mundo, lejos de todo problema y siempre preparado para…
-Hyung… -intento interrumpir aunque Luhan
siguió hablando.
-…pasártelo bien, sin importar el que. Es
algo realmente maravilloso el sentirse así –giro la cabeza para mirar a su
amigo a los ojos. La ilusión con la que hablaba el mayor era impresionante, se
le veía tan feliz-. Estoy encantado con que estés aquí esta noche. Podríamos
pasarla como una de las tantas cuando ambos éramos imperfectos; y cuando
vuelvas otra vez, cuando seas mayor de edad, las repetiremos noche tras noche
–le dedico una dulce sonrisa sin saber que el menor se había quedado paralizado
mirándole a los ojos. Siempre le habían parecido que los ojos del chico
irradiaban felicidad y dinamismo, ganas de estar en movimiento, unos ojos
chispeantes. Pero ahora los veía vacios, como si en su interior no hubiese
nada, o al menos nada que mereciese la pena. Sintió que los buenos consejos que
le había dado durante los casi catorce años que habían pasado juntos se habían
vuelto falsos, un sin sentido porque aquel chico que tenía delante no era el
que él había conocido anteriormente. No con el que había compartido tantos
momentos.
Aun así decidió que debía de darle una
oportunidad más. Sabía que no iba a ser fácil volver a crearse aquellas
ilusiones que se había hecho durante los últimos días, de pensar que estarían
como si el tiempo no hubiese pasado, que lo único que iba a importar era que
estaban juntos y el tiempo que iban a pasar el uno al lado del otro. Pero al
menos quería intentar ver qué era lo que se sentía al ser el amigo de aquel
nuevo Luhan. Puede que acabase siendo tan importante para él como el anterior.
¿Quién sabe?
-Creo que podría convertir en costumbre el
venir a las noches Hyung –hablo de una manera animada.
-¿En serio? –su gesto se torno entre
sorprendido y alegre por la noticia.
-Siempre y cuando me esperes al lado de la
orilla –se inclino hacia un lado, intentando que el peso de la aerotabla no le
durmiera el brazo.
-¿A la orilla? –no parecía muy convencido
ante esa idea.
-Claro, yo no soy como uno de esos magos de
los programas que veíamos por la tele antes. No se aparecer y desaparecer de un
sitio por arte de magia.
-¿Acaso hay alguien que sepa hacer eso?
-¿Qué pregunta es esa Hyung? ¡Pues claro que
nadie sabe hacerlo! –echo a reír mientras volvía a despreocuparse de todo, o al
menos intentaba.
-No sé qué decirte. Estoy seguro que los
cirujanos hoy en día pueden hacer milagros. He visto a un par de personas con
tatuajes que se movían en su propia piel, al parecer se llaman tatuajes-flash.
Si pueden hacer eso ¿por qué no iban a poder crear a alguien capaz de
aparecerse y desaparecerse? –Sehun suspiro aliviado. Por un momento pensó que
Luhan le iba a volver a halar de cosas sin importancia que pasaban en Nueva Belleza. No quería, más bien se
negaba, a querer saber algo más sobre el lugar.
-Una cosa es volverse invisible, y otra muy
diferente es tener la capacidad de aparecer y desaparecer de un lado a otro.
Tendrían que crear un nuevo tú… para… -la voz se le quebró al pronunciar esas
palabras. “¿Un nuevo tú?“. Eso le recordaba a lo diferente que se había vuelto,
o al menos lo diferente que él lo recordaba-. Dime una cosa Luhan –intento
llamar su atención mientras salían del ascensor-. ¿Cómo me ves?
-¿Cómo te veo? –repitió el sin entender bien
la pregunta-. Pues tal y como tú eres –se encogió de hombros, mirándole para
descubrir si aquello le valía, pero no era así-. Eh… pues no se –intento
alargar más lo que iba a decir de él-. Eres Sehun, como siempre. Tú nunca
cambiaras…
-…nunca seré como tu –termino su frase aunque
le doliese la vida admitirlo. Luhan no parecía que fuese a corregirle, ni
siquiera intentarlo. Simplemente se quedo callado, sonriendo, sin darse cuenta
de que había metido la pata hasta el fondo con el pequeño de ojos dormidos. Se
quedo quieto en medio del pasillo, sin moverse hacia ningún lado mientras
observaba como el mayor alzaba la mano dispuesto a abrir la puerta con el
anillo localizador que el sí que tenía en el dedo. O eso fue a hacer hasta que
se dio cuenta de que el menor estaba tendido allí.
-¿He dicho algo que te molestase? –pregunto
extrañado. El menor respondió simplemente quitándose la máscara, de cerdo
ridícula, y la dejo caer sobre el suelo.
-Hyung, yo soy un imperfecto, al menos hasta
dentro de un año…
-…once meses –le corrigió.
-¡Me da igual un mes para arriba otro para
abajo! –exclamo-. ¡Lo que me importa es que parece que para ti Oh Sehun siempre
va a ser el mismo niño imperfecto mientras tú sí que puedes cambiar! –no sabía
si su frase estaba bien hecha o si iba a entender lo que le quería decir, pero
se encontraba muy furioso para ponerse a hacer una en condiciones-. Soy lo que
ves. Nada más.
Pareció que Luhan estaba a punto de
rectificar lo que había dicho pues abrió la boca lentamente, de una manera
inocente y tímida, pero no le dio tiempo a decir nada pues el menor diviso como
al otro lado del pasillo hacia acto de presencia un robot más grande que él, un
robot guardia que parecía dispuesto a llevárselo a otro lugar.
Más rápido de lo que él pudo imaginar, ya se
había dado la vuelta y puesto la aerotabla en funcionamiento para escapar hacia
el lado contrario. No le gustaba dejar a la gente con la palabra en la boca,
pero aquella era una ocasión demasiado especial.
-¡¡Sehun!! –escucho exclamar a Luhan asustado
por su reacción. Sehun temió que el medio rubio pensase que e estaba
esquivando, que no quería hablar con él, nada más lejos de la realidad, pero
por la exclamación que escucho después pudo ver que Luhan entendió lo que
estaba pasando.
Una vez ya en la aerotabla le costó un poco
acostumbrarse a conducirla con tanta gente alrededor y más si no quería dañar
sus preciosos cuerpos, pero sabía que si no hacia algo, que si no aceleraba,
sabía que el robot acabaría cogiéndolo. Podía volver a sentir la adrenalina
recorrer su cuerpo una vez más. Aquella noche había acabado siendo más movida
de lo que había previsto. Sabía que lo iba a pasar mal, pero ¿una persecución?
Ni en sus peores sueños.
Con una agilidad que no sabía que poseía,
consiguió tumbarse de una manera rápida y eficaz sobre la tabla. Escucho más de
un grito y queja por parte de los perfectos, pero no les hizo caso, estaba
demasiado concentrado en escapar. Sin perder el tiempo se inclino casi por
completo hacia la derecha, y cuando estaba a punto de chocar contra la pared
cambio repentinamente hacia la izquierda, provocando que la aerotabla casi
volcara, haciéndole posible el deslizarse sobre la pared, aun a más velocidad
pues no había nadie que entorpeciese su camino. Lo malo que tenia aquella
postura era que estaba utilizando demasiada fuerza en agarrarse a la tabla, y
después del esfuerzo que había hecho en el puente casi con el mismo gesto, hacia
que se le agarrotasen los músculos del brazo.
Maldijo el momento en el que se le ocurrió
mirar hacia atrás y encontrarse con que le perseguían dos robots. Al menos
había algo bueno en todo aquello. Al igual que él, no querían hacerle ningún
daño a ningún caminante de los pasillos, y eso había provocado que se
retardaran un poco. Aunque poco le duro la alegría al darse cuenta que se
dirigía hacia la azotea, donde no había ninguna salida.
Al llegar cerró la puerta que había para
llegar sin reparar en que lo que le perseguían eran robots, no humanos. No
tenía mucha idea de lo que iba a hacer, ¿cómo iba a salir de aquella? Puede que
después de ver que siempre había sido un buen chico, de los que se meten en
problemas pero no graves y después de explicarles el porqué le perdonasen ¿no?
Muchos eran los pensamientos que se le avecinaron a la cabeza en cuanto miro la
gran caída que había desde lo alto del edificio hasta el suelo. Si se dejaba
caer y que las pulseras protectoras parasen su caída se dislocaría el cuerpo
entero. Pero tampoco podía dejarse caer con la aerotabla, seguro que cogería
fuego de la velocidad que cogería al caer.
Estaba atrapado.
Bueno, eso pensó hasta que vio como de un
armario abierto caía un arnés de salto que se utilizaba para dar grandes
saltos, como el mismo nombre indicaba. Era… era un gran suicidio hacer aquello.
Pero ¿qué otra le quedaba?
Con la tabla aun en las manos corrió hasta el
pequeño armario todo lo rápido que pudo, poniéndose a toda prisa el arnés que
le quedaba un poco pequeño, cogió aire un numero incontable de veces antes de
salir corriendo hacia un lado del edificio. No se dio cuenta de cómo los robots
interrumpían en el ático sin encontrarlo pues el ya había saltado.
Sehun caía, caía, caía y caía sin parar, y se
hubiese imaginado a si mismo estampado contra el suelo en cualquier momento ya
que como el propio nombre del arnés indicaba, este era para saltar, no para
tirarse desde treinta pisos más o menos. Cerró los ojos con fuerza y rezo. No
sabía a quién rezaba pues él no era un Oxidado
y no creía ningún estúpido cuento de niños pero en ese momento quiso que
hubiese alguien que le asegurara que iba a salir ileso de aquella gran caída.
Cuando apenas ya quedaban unos cinco metros
para el impacto, noto como algo tiraba de él hacia arriba haciendo que la velocidad
disminuyera. No eran las pulseras, era el arnés que se preparaba. Con un
movimiento suave lo dejo sobre el suelo. El muchacho sonrió con satisfacción en
medio de una muchedumbre perfecta que habían estado observando cómo caía desde
el cielo, impresionados. Se había sentido casi como Superman o alguien
parecido.
Pero su sonrisa desapareció cuando noto como
el arnés volvía a tirar de él otra vez, esta vez hacia arriba, haciéndolo
saltar por encima de todos los perfectos. Estos lo siguieron con la mirada aun
incrédulos y deseosos de seguir los pasos del menor, si es que alguno
encontrase el mismo valor que él para hacerlo claro.
El pequeño intento liberarse de arnés cuanto
antes, no quería tener más caídas por ese día pues con la que acababa de sufrir
ya tenía suficiente y no quería volver a hacerlo otra vez en su vida. Acabo
rompiendo el enganche con ansia para poder soltarse antes de darse cuenta que
con ello tenía otro problema. ¿Qué iba a hacer? Saltar otra vez para romperse
algo seguía sin ser una opción.
“Algún día tendrá que parar esto ¿no?” se
pregunto a sí mismo, esperanzado de que fuese así y que al menos le dejase en
un lugar no muy apartado de la frontera entre los dos distritos. Intentando
encontrar un buen lugar donde aterrizar, resbalo del agarre pues las manos
habían comenzado a sudarle por culpa de los nervios. Se agarro con fuerza, con
toda la que pudo antes de caer sobre algo frio y ¿liquido?
Saltando había llegado hasta el rio. ¿Tanto
camino había recorrido para ello? Se le hacía difícil de creer que después de
haber dado tantas vueltas se hubiese alejado tan poco del rio y mas que no lo
hubiese visto. ¿Acaso estaba ciego? Intento convencerse a sí mismo de que si no
había visto el rio era por el simple hecho de que miraba mas allá de él, no a
lo que tenía cerca.
10 de Junio de
2328, Feopolis, Seúl.
Llevaba días en los que no hablaba con casi
nadie. Cada vez que se juntaba con Kyungsoo o con Tao intentaba no hablar del
tema. Les había contado simplemente que había estado en Nueva Belleza y que todo había sido muy raro, que no se lo
imaginaba de esa manera al menos. Después de haber recibido una bronca
monumental por parte de Kyungsoo por haber hecho tal escapada tan peligrosa
además prohibida; luego simplemente le preguntaron por cómo estaban los más
mayores del grupo, llenos de curiosidad para saber cómo vivían. La verdad es
que Sehun no tenía ninguna gana de hablar sobre lo que había visto allí. No
tenía nada de especial, más bien le había parecido un mundo muy falso y que no
tenía nada que ver con el que ellos vivían. Aquellas palabras no le hicieron
ninguna gracia a Kyungsoo, al cual apenas le quedaban días para ser el también
operado y llevado a Nueva Belleza
para vivir allí sus años de juventud llenos de fiestas impresionantes.
Sehun casi había respondido al mayor de mala
manera al escuchar que estaba deseoso de volverse ya un perfecto, no solo para
poder estar con sus amigos, si no porque quería ser perfecto y no tener que
andar estudiando día a día.
Había robado unas pequeñas véngalas,
necesitaba ver algo luminoso, algo que de verdad estuviese claro y que no fuese
contradictorio. Consiguió llegar hasta la pequeña colina que había detrás de
las Ruinas Oxidadas, las cuales
habían sido una de las grandes ciudades que los Oxidados habían ocupado
haciendo que todo a su alrededor se pudriese, sin dejar vivir a nadie. Se hizo
un pequeño hueco en el tronco que había estado transitando todas las noches
desde hacía ya tres más o menos y la encendió. Ya se había acostumbrado a la
luz que desprendía en la oscuridad pues llevaba haciéndolo durante noches, pero
aun así dejo que sus ojos se entrecerrasen mientras se quedaba pensando en sus
cosas.
No se dio cuenta cuando una figura salía
justo de la parte derecha de la véngala, justo por la pequeña pendiente que
había allí.
-¿Eres tu el que me ha estado llamando noche
tras noche? ¿Tanta prisa tenias? –soltó una pequeña risa antes de ver como
Sehun se sobresaltaba al ver a alguien más que no fuese él mismo. El pequeño
miro a la figura que le había hablado con desconfianza, no tenía ni idea de
quién era-. ¿No vas a decir nada? Hay tiempo para huir, pero siempre es mejor
tomarle la delantera a los Especiales.
-¿Especiales? –pudo pronunciar aquella simple
palabra aun muy sorprendido.
-Sí, Especiales –asintió la figura dando un
paso hacia adelante. Sehun se sorprendió aun más al ver la morena tez de chico,
la cual para nada pasaba desapercibida. ¿Qué hacía allí? Tenía entendido que el
consejo de perfectos prohibía rotundamente tener una piel tan oscura-. ¿Nos
vamos?
-¿Irnos? ¿A dónde? –aun cuando tantas
emociones recorrían por todo su cuerpo no pudo evitar hablar de una manera
tranquila y suave, aun sorprendido.
-¿No eras tú quien me estaba llamando? Con
las véngalas y eso…
-Yo no he llamado a nadie –negó el pequeño
con la cabeza-. Solamente las traje para poder entretenerme un rato.
El moreno suspiro mientras se llevaba las
manos a la cabeza debatiéndose entre matar al chico por todas las molestias que
le había causado o simplemente ignorarle e irse. Lo que bien no sabía Sehun era
que aquel muchacho, el cual apenas le sacaba meses, había acudido allí después
de días de viaje para llevarse a alguien que le llamaba con él a Yeongi. Aunque claro, Sehun ni sabía lo
que era el Yeongi.
-¿Podrías dejar de hacer eso entonces? –no
pudo evitar mostrar lo mucho que aquel viaje estúpido le había molestado. Si
bien era cierto que él era una persona rápida a la cual nos e le podía comprar
nadie y que viajando solo podía hacer cientos de kilómetros en pocas horas, no
era escusa para que cada vez que a un niño le diese por encender un véngala
tuviese que pasarse días enteros de camino para encontrarle. Y más habiendo
encendido una cada noche, haciéndole entender que tenía prisa o que estaba en
peligro.
-¿Por qué? ¿Acaso te molestan las luces? –sus
preguntas no iban con mala intención, al fin y al cabo aun era joven y los
jóvenes siempre eran curiosos y dados a preguntar ¿no?
-Tsk… ¿Cómo me van a molestar unas luces?
–respondió el antes de hacerlo a las preguntas-. Se supone que cada vez que
alguien enciende una véngala aquí es una señal para que venga a buscarlo y me
lo lleve…
-¿A dónde? –le interrumpió.
-A un lugar mejor, a un lugar donde todo el
mundo puede elegir –se apresuro a terminar la frase para que no le confundiese
con la muerte o con algo parecido antes de que le volviese a interrumpir.
-¿A un lugar donde se puede elegir? –pregunto
de una manera lenta-. ¿Qué es lo que se puede elegir? No entiendo. ¿Acaso no
puedo elegir yo en Seúl lo que quiero hacer?
-Puede que puedas elegir que ropa ponerte un
día, pero no puedes elegir que es lo que quieres hacer con tú propia vida.
-Claro que uno puede elegir lo que quiere ser
de mayor. ¿En qué clase de dictadura te crees que vivimos?
-Está claro que en una que sabe disimularlo.
Eso o sus habitantes no son precisamente muy lucidos.
-¿Estas llamándome tonto a la cara? –pregunto
Sehun mientras dejaba que se le elevara una de las cejas-. Yo no soy ningún
tonto al que puedas engañar ¿sabes?
-¿A no? Entonces dime que es lo que vas a
poder elegir por ti mismo si sigues en esa ciudad –le reto con un gesto de
indiferencia.
-Pues eh… -el castaño quedo pensando.
-Yo te diré lo que puedes escoger: nada
–interrumpió tanto su frase como sus pensamientos al ser tan firme-. Naces y te
meten lo que ellos prefieren en tu cabeza, dando por hecho que ciertas personas
son las buenas y otras son las malas, sin pedir si quiera tu opinión. Cumples
dieciocho años y te operan sin preguntarte si de verdad lo deseas. No contentos
con ello manipulan tu cerebro para que no puedas causar ningún problema, para
poder tenerte aun mucho más controlado de lo que estas. Os ponen anillos en los
dedos –alzo la mano aunque él no tuviese nada en ellos a la vez que Sehun
dirigía su mirada hacia su mano acordándose del anillo de comunicación que
tenía en su cuarto- con la escusa “es para que no podáis sufrir ningún daño,
para poder acudir cuanto antes en caso de que os hagáis daño o algo grave”.
¿Qué libertad es esa?
-A mi… -volvió a comenzar antes de que el
moreno le volviese a interrumpir.
-No solo contentos con ello os vuelven a
operar en cuanto cumplís los treinta años creándoos otras lesiones cerebrales
–“¿Lesiones cerebrales?” aquellas palabras retumbaron varias veces en la cabeza
del castaño- para obligaros a trabajar en algo que puede que ni se os hubiese
pasado por la cabeza haber trabajado de ello. Da igual si antes ese trabajo no
te gustaba o te encantaba, porque programan tu cerebro para que te guste y…
-Y ¿¡si tan mal esta porque la gente es tan
feliz!? ¿¡Eh!? No tienes porque venir a salvar a nadie de algo que tan poco te
gusta. Simplemente date la vuelta y vete por dónde has venido si tan poco te
gusta la gente como yo –sus palabras fueron agresivas, tanto que el moreno le
miraba con los ojos abiertos, sorprendido por su osadía. Con la misma fuerza
con la que había hablado Sehun señalo al mismo lugar por el que había aparecido
el muchacho, mostrándole que se podía marchar en cuanto quisiera.
-Al menos no eres un cabeza de burbuja, aun
–siguió hablando haciendo caso omiso de sus palabras y su gesto-. Apuesto a que
más de una vez has deseado que las cosas no fuesen como son, a poder tener voto
en decisiones que se toman ya por dadas.
Luhan. Claro que había cosas que deseara que
no hubiesen pasado. Ojala no le hubiesen separado de su gran amigo hacia ya un
año. Como decía aquel desconocido no había podido hacer nada aquel día. Nadie
hizo caso de sus continuos llantos por sentirse tan solo.
-Claro que lo hay, pero no hay nada en lo que
alguien como tú me pudiese ayudar –se encogió de hombros, tranquilizándose al
recordar en su amigo. La furia y el vacio que había sentido hacia ya unas
noches al volver a encontrarse con él había desaparecido, ahora simplemente le
daba pena el no poder verlo otra vez y el pensar que ya no era el mismo.
El extraño dio un paso adelante dejando ver
su rostro. Ante la impresión Sehun dio un paso hacia atrás, no estaba
acostumbrado a ver a una persona con aquella apariencia. Si bien en un
principio su bronceada piel le había llamado la atención, ahora ese detalle era
el menor de todos. El joven tenía la cara entera y parte del pecho llena de
tatuajes que no dejaban divisar de una manera correcta sus facciones; aunque sí
que pudo diferenciar unos gruesos labios. Podía decirse que a su manera era
alguien hermoso, no era algo que pusiese en duda, pero era algo extraño.
-En mi ciudad yo era algo así como un policía
especial, un Cortador –aclaro-. Las
lesiones cerebrales que me habían causado me impedía ver con claridad que era
lo que estaba pasando a mí alrededor. No sabes la suerte que tienes de seguir
siendo alguien puro al que aun no han tocado –aseguro.
-Aquí en Seúl no hacen lo mismo que en tu
ciudad –negó con la cabeza lentamente aun paralizado ante el shock que había
sufrido al verle-. Aquí no juegan con el cerebro de nadie.
-¿A no? ¿Has visto alguna vez a un perfecto?
–Sehun asintió con la cabeza lentamente-. Entonces deberías de saber de qué te
hablo. La única preocupación de ellos es pasárselo bien y no enfadarse con
nadie. Sus recuerdos son sido borrados y modificados y no les dejan pensar por
ellos mismos. ¿Es la vida que quieres para ti mismo?
-A mi me da igual mientras pueda estar con
Luhan.
15 de Junio de
2328, Ruinas Oxidadas, Seúl.
Ir a las ruinas se había convertido en una
costumbre para los dos jóvenes. El moreno, el cual se llamaba Jongin, no
parecía tener intenciones de alejarse mucho de la ciudad, quería permanecer al
lado por cualquier emergencia que pudiese pasar; y Sehun simplemente quería
algo que le pudiese divertir. Kyungsoo había sido operado a penas hace dos días
y Tao no parecía estar de humor por las noches para escaparse. Por eso el joven
Cortador se había vuelto su nuevo compañero.
No es que se llevasen especialmente bien, es
más, todas las noches discutían por algo. Bueno, mejor dicho debatían. El modo
de ver las cosas que tenían eran muy diferentes. Mientras Jongin le daba la
razón a la lógica y al bien común Sehun lo único que quería era estar con
Luhan, y si para eso tenía que abrazar a una ciudad opresora estaba dispuesto a
ello. Al menos había cedido en el hecho de que la ciudad lo controlaba todo y
eso no estaba bien. Un paso era un paso.
En ese momento Sehun estaba intentando
deshacerse de un mosquito que no hacía más que revolotear a su alrededor. Era
molesto y además temía que le picase.
-Ya te dije ayer que no deberías de usar esa
colonia –Sehun le miro sin parar de mover los brazos en el aire.
-¿Por qué? Tan solo es una colonia estúpida
–se encogió de hombros mientras intentaba escuchar al fastidioso mosquito.
-Porque huele exactamente como la resina de
los arboles que tanto les gusta –se levanto del suelo, en el cual estaba medio
tumbado mientras observaba al menor a la vez que se reía. Lo agarro del brazo
con delicadeza y alzo la otra mano. Con un movimiento rápido la direcciono
hacia su brazo, a punto de pegarle un guantazo, pero a escasos milímetros de
ella paró en seco-. Deja de echártela si vas a seguir viniendo aquí por las
noches –le aconsejo a la vez que sacaba el pequeño cuerpo aun vivo de entre su
mano y el brazo del pequeño.
-¿Co-como has hecho eso? –pregunto el menor
incrédulo mientras lo observaba con gran admiración. Jongin dejo al pequeño
insecto libre mientras lo veía volar, alejándose de ellos.
-Soy un Cortador. No hay nada que no pueda
hacer –volvió a su sitio inicial habiendo perdido ya la razón de sus pequeñas
risas.
-¡Venga ya! No me voy a tragar eso como si fuese
un niño pequeño que espera poder creer en los superhéroes –soltó una pequeña
risa nerviosa.
-¿Me ves como un superhéroe? –la mirada del
moreno se intensifico y adquirió curiosidad a la vez que elevaba su mirada
hacia Sehun, deseoso de que le contestara aquella tan sencilla pregunta.
-No, no te creó un superhéroe –contesto el
desilusionando al mayor de los dos-. Te veo más bien como un kamikaze loco o
algo parecido.
-Ya… -soltó una pequeña risa entredentada-.
No es la primera vez que me lo dicen, ni será la última. Seguro –se encogió de
hombros tirando una pequeña piedra al centro, donde estaba la véngala que
iluminaba la estancia.
-Antes de venir aquí cada noche ¿dónde
vivías? –pregunto el pequeño después de un incomodo silencio que se había
creado entre los dos.
-A medio camino de mi nuevo hogar –le
explico-. Para ti seria más o menos una semana entera de viaje en aerotabla,
para mí apenas son dos días –señalo hacia el sur con el dedo para que más o
menos pudiera ubicar por donde se encontraba su escondite-. No iras a decírselo
a los Especiales ¿verdad? –le miro con mala cara.
-Nunca he visto uno de los Especiales de los
que tanto hablas –se quejo ante la falta de confianza del moreno-. No me da por
hablar con gente que no conozco ¿sabes?
-De la misma manera que no hablaste conmigo
cuando no me conocías ¿verdad? Sin ni siquiera haberme visto la cara –rio entre
dientes mientras le tiraba una pequeña piedrecita a los pies para molestarlo.
-Más bien fuiste tú quien empezó a hablarme
de cosas extrañas. No confundas las cosas Jongin –torció el morro mientras
miraba hacia el otro lado-. No tengo la culpa de ser una persona curiosa. En
cualquiera caso deberías de dejar de ser tan kamikaze –le aconsejo al recordar
las historias que él le había contado de su pasado, el cual había sido muy
movido para su corta edad.
-Y tú deberías de dejar de basar toda tu vida
en la existencia de ese tal Luhan y ver el mundo tal y como es –le recrimino
molesto, lo cual hizo que el castaño se pusiera a la defensiva otra vez.
-Tú no conoces a Luhan, por lo cual no lo
puedes ni mencionar ¿sí? –exclamo con fuerza-. ¡No te…!
-Creo que no has entendido bien mi posición
sobre la libertad –le corto el sin alzar la voz-. ¿He dicho algo malo sobre
alguien? No. Entonces deja que hable todo lo que quiera.
-¡Me da igual lo que opines! Solo quiero que
no metas a Luhan en todo esto, el no está aquí para defenderse como es
necesario –se mantuvo implacable ante las palabras del mayor.
-Es difícil de ignorarle cuando no sabe
hablar de otra cosa que no sea él ¿no crees? –Jongin se levanto del suelo y
comenzó a caminar hacia el sur, donde antes había señalado. No era propio de él
tomarse las cosas de mala manera. Se suponía que esa etapa la había pasado
hacía ya tiempo y que ahora podía controlar sus emociones y sus propios
impulsos. Para algo había tomado la cura
¿no? Eso se suponía, pues la rabia junto con muchos otros sentimientos y
sensaciones que tantas veces había
experimentado en sus días de Cortador activo volvían a invadirlo por todas
partes.
-¿¡A dónde vas!? –pregunto el menor
contrariado aunque aun molesto.
-Lejos de la persona que solo sabe ver su
propia nariz y nada más –se dio la vuelta de repente enfocando sus ojos ahora
de un color carbón despiadado en el pequeño como si fuese un pequeño animal
indefenso al que estuviera a punto de atacar. Sentía sus pulsaciones dispararse
y como comenzaba a hiperventilar. Volvió a darse la vuelta y salió corriendo
tan rápido que a Sehun no le dio tiempo a reaccionar, paralizado del miedo que
había sentido cuando aquellos ojos negros le habían mirado fijamente, sin
quitarle el ojo de encima.
18 de Junio de
2328, Ruinas Oxidadas, Seúl.
Hacía ya dos noches que no veía a Jongin,
debía de estar muy enfadado con él para que ahora le ignorase de aquella
manera. Cada noche encendía unas tres véngalas esperando a que el moreno
acudiese a su llamada, pero seguro que ya estaba lejos, muy lejos de allí.
Tenía decidido ya el disculparse pues no se
había comportado como un adulto o al menos como una persona madura. Aunque
también le gustaría escuchar una disculpa del mayor por haber hablado de Luhan,
sin su permiso. De solo pensar aquello se sintió una persona egoísta, pero es
que Luhan era su mejor amigo y ya tenía otros nueve con los que compartirlo
¿no? No quería hacerlo con nadie más.
No pudo negar que se sorprendió al ver como
Jongin salía de entre los matorrales como un felino acechante al cual no se le
podía engañar. Miro a Sehun durante unos segundos fijamente, reconociendo el
terreno, esperando a que no hubiese nadie más allí. Sehun no interrumpió su
análisis, no quería enfadarlo más de lo que lo había hecho la noche anterior.
-Sehun, tenemos que hablar –pronuncio cuando
ya por fin puso el pie en el pequeño corral que habían ido haciendo durante las
noches-. Creo que te interesara –el pequeño le miro con una mirada
interrogante, esperando a que dijese todo lo que tenía que decir antes de
hablar él, por si eso cambiaba su perspectiva del asunto-. Hay una manera para
que puedas estar junto a Luhan de por vida.
Aquellas palabras llamaron su atención y
calaron su hondo como ningunas otras. Parpadeo varias veces sin poder creérselo
a la vez que Jongin volvía a repetírselo otra vez por si no se lo creía o si se
pensaba que estaba jugando con sus ilusiones. El castaño sabía perfectamente
que el mayor no mentía. No lo había hecho hasta ahora y sabia cuan de
importante era el tema para él, o sea que dudaba que jugase con él a su antojo.
-Es peligroso pero…
-Hare todo lo que tenga que hacer para poder
estar a su lado –le aseguro cortándole una vez más la frase. Normalmente no era
tan maleducado pero al estar con Jongin realmente se sentía libre para hacer
cuanto quisiera. Porque Kim Jongin para el significaba libertad.
-Piénsatelo bien antes de decir nada, pues
que te ayudase en este asunto significaría no volver a ver la ciudad ¿sabes?
Viviríais ambos en plena naturaleza junto con otras personas y…
-No me importa lo que pueda pasar después.
Tienes una manera para que Luhan deje de ser un cabeza de burbuja ¿verdad? –aquel vocabulario lo había adquirido
del moreno-. Entonces simplemente dime que es lo que tengo que hacer y ya –le
ordeno con algo de descaro y nerviosismo. Lo primero no era propio de él, pero
los deseos y las ilusiones se habían apoderado de su cuerpo por completo y no
atendía ni a razones ni a modales.
-No será sencillo. Primero prométeme que
obedecerás todas mis órdenes, sin ponerlas en cuestión –alzo una ceja mientras
le miraba asentir-. Segundo, no vale echarse atrás, no esta vez porque no solo
pondrás tu vida en peligro si no la mía –su mirada se torno más severa de lo
habitual cuando hablaba de una manera seria-. Y tercero, pase lo que pase no
hay retorno. Si sacamos a Luhan de Seúl te estarás volviendo un aliado de Yeongi y un fugitivo para tu ciudad, al
igual que le estarás haciendo lo mismo a Luhan, sin su consentimiento.
-Que sí, que sí. Que lo he entendido –le
apremio con nervio-. Explícame ya ese plan o todo lo que tenga que saber –sus
ojos estaban desorbitados, era difícil de creer que hasta hacia cinco minutos
su mirada había estado invadida por el sueño y las ganas de dormir.
Con un suspiro Jongin se sentó en el suelo,
indicándole que hiciera lo mismo.
-A estas horas me has debido de escuchar
muchas veces hablar de las lesiones que te hacen en el cerebro al operarte ¿no?
–el menor asintió con ganas a la vez que se sentaba en frente de él-. Hay una
cura. Para los perfectos como Luhan la cura tiene forma de dos pastillas no muy
grandes –se saco una pequeña bolsa del bolsillo trasero enseñando como en ella
había dos pequeñas capsulas blancas-. Estas pastillas eliminan las lesiones
cerebrales, ayudando a que la gente recupere sus reflejos, recuerdos y
razonamiento. Este proceso puede durar desde un día o una tarde hasta semanas.
Todo depende del sujeto que se las coma y de las ganas con las que se aferra a
ser un perfecto más y no una persona chispeante.
¿Has entendido eso?
La cara de Sehun debía de ser un autentico
cuadro en esos momentos. No parecía que fuese algo muy complicado. Si te
tomabas las pastillas y no te cerrabas en banda estas te ayudaban a volver a
ser como antes. Seguro que hasta un cabeza de burbuja podría entenderlo.
-Y ¿tú cura? –le pregunto de una manera lenta
y dubitativa. Nunca podía estar seguro de si debía de preguntarle las cosas o simplemente
esperar a que se las respondiera.
-La cura de los Especiales y los Cortadores
se suministra por una inyección –explico mientras se metía la mano en el
bolsillo otra vez. Sehun miro fijamente hacia allí, esperando a que sacase otra
pequeña bolsa, pero el mayor solo se rasco el culo-. Existen personas que no
necesitan cura para deshacerse de las lesiones cerebrales; como yo. A mí me
basto con controlarme y con negarme a hacer las cosas que hacían mis
compañeros. Así como cuando era perfecto, hace apenas cinco meses, era
demasiado movido e intranquilo para que me pudieran controlar.
-Con que… ¿tú ya has sido perfecto? –el menor
enfurruño el morro algo confuso-. Pero si no eres mucho mayor que yo… -musito
de una suave.
-En la ciudad de la que yo provengo a la
gente se la opera cuando cumple los dieciséis –le explico con tranquilidad-. A
los meses de que me operaran me rebele y ayude a que mi ciudad fuera libre,
pero me pillaron y me convirtieron en un Cortador sin mi permiso. Por suerte
las lesiones que tenia no fueron suficientes para alejarme de mi verdadera
causa –se encogió de hombros sin darle mucha importancia a lo que estaba
diciendo-. Pude volver a ser yo, solo, y desde entonces ayudo a los habitantes
de Yeongi, bueno mejor dicho del Nuevo Yeongi. Su causa y mi causa es
exactamente la misma.
-Wow… -lo miro con asombro, como un niño que
por primera vez hubiese visto un regalo nuevo que le encantaba y quisiese
poseer-. La gente de ese pueblo deben de estar muy agradecidos contigo
entonces.
-Yeongi
no es un pueblo Sehun, no ahora –soltó una pequeña risa entre sus afilados
dientes-. Hace ya un tiempo que la gente de Yeongi
se junto con los de una ciudad llamada Diego,
en la cual eran mucho más liberales y fue fácil de intervenir. Al contrario que
Seúl. Nunca me ha gustado llamarle Diego;
ya que es una ciudad que colonizamos y rescatamos, no somos nosotros solos.
-¿Qué importancia tiene eso cuando os dan
cobijo? –se encogió de hombros sin saber porque mientras sus ojos se fijaban en
las véngalas. Jongin lo miro durante dos segundos de una manera muy seria.
-Tienes razón. No tiene ningún tipo de
importancia, no ahora –negó con la cabeza mientras se sacaba unos planos de la
mochila que llevaba a su lado-. Te presento tu ciudad al completo –extendió en
el suelo para que lo pudiera ver. Señalo un punto con sus dedos largos-. Este
distrito es Feopolis, donde vives tú.
Nuestro objetivo es llegar hasta Nueva
Belleza pero antes de eso tengo que hacer ciertas cosas en Circunstancias Especiales, nada que deba
de preocuparte a ti tranquilo.
-Jongin, tu vas a ayudarme a sacar a Luhan de
esa burbuja, lo mínimo que puedo hacer es ayudarte a ti –el moreno le miro con
seriedad durante dos segundo.
-Está bien –hablo con voz seca-. Pero que
sepas que entonces vas a poner en peligro tu vida. Puede que no sobrevivas y…
-Cállate. Vas a conseguir que me eche atrás
con todo como sigas hablando.
-Pero es un tema muy serio Sehun.
-Lo sé –asintió con la cabeza de una manera
muy segura-. No dudo de tus palabras, será duro pero quiero hacerlo. Quiero
hacerlo por ti.
Jongin no pudo evitar sonreír al escuchar lo
que acababa de decir el pequeño. Sus palabras le fueron realmente agradables.
Ni se le había ocurrido pensar que el castaño sintiese que le debía algo.
Asintió con la cabeza una sola vez, bajando la mirada a los planos.
-Bien, entonces te explicare el plan.
Corrígeme si me equivoco, pero tú has leído "Perfección" de Scott Wetsferf, ¿verdad? XD
ResponderEliminarTe corrijo de que si (?) me he leído los cuatro libros de la saga xDDDDDDDDDDD Corrígeme si me equivoco yo (?) Tu también ¿verdad? e_e
EliminarCompletamente, son geniales *O* Me gustan mazo, aunque me da grima el pensar cómo les liman los huesos y esas cosas XD
EliminarEs que los libros son geniales. Un tema super bueno y... aunque Tally nunca me caerá bien xDDD
EliminarJAJAJAJAJA No me extraña que eso te de grima la verdad, a mi más grima me daba lo de mear en los purizadores esos y que con eso luego se te hiciese la comida.. XD En realidad lo pensé cuando una amiga me lo dijo y me quede: ¿Por que coño piensas en cosas tan asquerosas? 8(