[Layhan] Quiet Walk Parte 2




Aun en contra de mi voluntad la señora Zhang y Yixing habían sacado todas las prendas de los padres de mi amigo de la habitación para que pudiese poner las mías. Les había repetido una y otra vez que no era necesario, que me había acostumbrado a meter y sacarlo todo de la maleta y que no me era incomodo, pero hicieron caso omiso a lo que yo les decía. Definitivamente eran unos cabezotas.

Estaba buscando en mi nuevo armario. Tenía un seminario importante y estaba buscando los tres trajes que tenia, solo que no encontraba uno de ellos. Extrañado mire dentro de la maleta, igual me lo había dejado ahí dentro, pero tampoco. Salí de la habitación y mire hacia los lados. Aun tenía tiempo para prepararme o sea que no me tome grandes prisas. Yixing había salido temprano aquel día, le había escuchado levantarse e irse, y la señora Zhang se encontraba en la sala, viendo tranquilamente la televisión.

–Señora Zhang –la llame suavemente para no molestarla o sobresaltarla. Ella me miro con aquella dulce expresión que siempre acompañaba su cara–. Por casualidad usted no sabrá donde se encuentra mi traje gris oscuro con las rayas verticales un poco más claras ¿verdad? –pregunte haciendo un poco de mímica para explicarme mejor.

–No, lo siento querido –respondió ella. Me disculpe por haberla interrumpido y salí de la sala, para volver a mi habitación. No es que lo necesitase, tenía otros dos para ponerme pero simplemente me intrigaba cual podría ser su paradero.

No lo había perdido, sería difícil ya que llevaba tiempo sin ponérmelo. Resople por la intriga, pero sin esperar mucho más me puse otro que tenia, uno que era completamente negro. Era más formal de lo que yo quería aparentar pero bueno. Hasta que encontrase el otro iba a tener que arreglármelas con ese y con el azul marino que tenia.

No es que me los pusiese mucho, pero cuando tenía seminarios o reuniones importantes me gustaba ir arreglado. Al fin y al cabo era lo primero que veían de mí. Además, los seminarios a los que acudía últimamente me estaban interesando de sobremanera y me estaban haciendo plantear el deseo de irme a África como medico de una ONG cuando terminase la carrera.

Viviría de una manera tranquila, alejado de todas las estupideces del siglo XXI y podría ayudar a gente que de verdad lo necesitaba y se lo merecía. Porque aquella buena gente no había hecho nada para merecerse aquello. Tenían que soportar guerras, malnutrición, la escasa tecnología, el poco rendimiento de los medicamentos e incluso la esclavitud. Sería una buena manera de hacer que todos mis antiguos pecados desapareciesen.

Una vez en el seminario uno de mis profesores me presento a los responsables de la ONG que habían planificado aquel maravilloso encuentro. Parecían buena gente, amables incluso. Muchas de las personas que habían acudido eran gente con dinero y se dedicaban a dejar adineradas donaciones para ayudar a la causa o simplemente para no quedar como tacaño delante de los que debían de ser compañeros y amigos.

–¿Luhan? –me di la vuelta pensando que me iba a encontrar con algún compañero de clase pero quede totalmente petrificado al ver a Jongin enfrente mío. Iba igual de arreglado que yo, igual incluso más. Se había quitado la chaqueta del traje y caminaba por ahí con una camisa blanca que dejaba ver la silueta de su moreno cuerpo–. Te veo bien.

–Lo mismo digo –le respondí con una tímida sonrisa–. Lo…lo siento, no esperaba verte aquí y… me he quedado en blanco –admití mientras intentaba aclarar mis pensamientos.

Hacía casi un año que no nos veíamos, ni nos habíamos dirigido la palabra ni nada. Hacía ya un tiempo que había desbloqueado su teléfono del wassap y no me había llegado nada de él, ni a él de mí.

–Te comprendo. Llevo observándote como media hora, no he sido capaz de hablarte en todo ese tiempo porque no me cabía en la cabeza que te estuviese viendo otra vez –el chico parecía estar tan sorprendido como yo–. ¿Qué haces aquí? A esta hora deberías de estar en clase.

Me sorprendió saber que todavía recordase cual era mi horario. Bueno, tampoco era muy difícil: tenía clases toda la mañana y tres horas a la tarde. Casi siempre era lo mismo y cuando tenía que hacer prácticas incluso más.

–El profesor con él que tengo ahora clase nos ha invitado a venir a estos seminarios. Dice que aprenderemos más que dando una clase normal. Y ¿tú qué haces aquí? No sabía que te interesasen los africanos.

Paso un camarero entre los dos, el cual servía canapés hechos con comidas y especias de África. Había probado unos cuantos y la verdad es que estaban deliciosos. Nos ofreció y yo aproveche para coger aunque Kai no hiciese lo mismo.

–Mi padre es el corresponsal coreano de la ONG. Por eso nos mudamos a China –explico. Mira, al menos me contaba algo de lo que no tenía ni idea–. ¿Podemos hablar en un lugar más privado? –pregunto un tanto incomodo.

Asentí a mi pesar, supongo que aun teníamos cosas de las que hablar. Nuestra ruptura no había sido normal y lo propio seria que no nos aguantáramos y que no nos quisiésemos ni ver. Pero allí estábamos, hablando como si fuésemos adultos.

Jongin me condujo a un pequeño despacho, en realidad era una pequeña habitación con muebles de reunión. Supuse que los organizadores lo habían utilizado para preparar los asuntos de última hora. Jongin se sentó en uno de los butacones y yo hice lo mismo con el que estaba justo en frente del suyo.

–Creo que no sirve de nada a estas alturas pedirte perdón pero: lo siento.

Aquello fue extraño. Los dos habíamos sido egoístas, no teníamos porque ser corteses el uno con él otro. Ni siquiera teníamos que comportarnos con amabilidad. Teníamos razones para odiarnos el uno al otro, para no querer vernos ni en pintura.

–No debí llevar a nadie a casa, y menos cuando tú aun te encontrabas allí –volvió a hablar al ver que no pronunciaba ninguna palabra. Simplemente le miraba fijamente, sin decir nada–. Pero me jodió que pensases antes en que te iba a doler y que te iba a romper a que iba a ser algo especial entre los dos. No… espera… pensaste que ibas a hacerlo tú –meneo la cabeza de lado a lado al acordarse de que sus palabras eran erróneas–. Admito que me habría gustado llegar más lejos contigo, y no me habría importado no hacerlo pero esa negativa tuya me dolió mucho. No fue un simple rechazo, fue como que me gritases un “no, no, no, no, no, no, no”.

–Cuando una persona tiene información sobre cosas como esas es normal que se escandalice y se preocupe –propuse con una voz más blanda de lo que yo pretendía–. Puede que a ti eso te doliese, pero peor fue lo que hiciste tú. No me siento orgulloso de haberte dejado de esa manera, pero no creo que pudiese hacer otra cosa –admití–. Si se hubiese repetido aquella escena me habrías roto por completo.

–Lo sé –admitió–. Te he echado mucho de menos desde que te fuiste –aseguro con confianza–. Pensé que estarías ahí siempre y al ver que no volvías… creo que yo también me derrumbe.

Nos miramos a los ojos durante un largo momento. Raramente, parecía que no nos queríamos decir nada más. Era extraño tenerlo delante, sin poder decirle todo lo que había deseado durante casi ese entero año que había pasado desde la última vez que nos habíamos visto.

–Lo siento, debí de haberme comportado con más madurez –me disculpe rompiendo yo esta vez el silencio–. Pero estoy seguro de que así ha sido mejor para los dos.


Acabamos por hacer las paces e intentar seguir llevando una amistad entre los dos. Era difícil ya que nos solíamos echar pullas y borderias sin querer. Era como un mecanismo para que él otro no nos hiciese daño otra vez. Pero aunque nuestro comportamiento hubiese cambiado conseguimos volver a ser más o menos amigos.

Debía de admitir que me gustaba más la relación que llevábamos ahora. Era más fácil de llevar y así podía deshacerme del estrés acumulado y del mal humor que me hacia tener. Jongin también lo pagaba conmigo o sea que estábamos en paz.

No le comente a Yixing que había hecho las paces con él porque mi amigo le había cogido mucho asco al moreno. Era como tener un amante pues nos veíamos a escondidas, pero sin sexo ni atracción sexual. Y sin pareja.

Jongin era atractivo, no lo podía negar, pero el solo pensar en él como un objeto sexual me repugnaba. Y se lo había dicho. Para mi había perdido todo su sex–appeal. Él seguía diciendo que yo era mono, pero que por dentro estaba podrido y que jamás se le volvería a ocurrir tener nada conmigo.

–No puedo creer que hayas perdido un traje –se rio de mi mientras me acompañaba a comprar uno nuevo. Lo había estado buscando durante semanas, pero no lo había encontrado.

–Calla –le ordene, ya que había ido allí para molestar, no para ayudarme a buscar el tipo de traje que yo estaba buscando. Había encontrado uno que me agradaba, era del estilo del traje que no encontraba y se asemejaba mucho a mi talla. Luego solo me quedaría darle un par de toques para que me quedase perfecto–. Puedes irte o esperarme aquí. Tú eliges –le di la opción mientras metía en uno de los probadores.

Como seguí escuchando su voz, supuse que se había quedado ahí a esperar a que saliese del probador y le enseñase como me quedaba el traje. O sea que así hice. Parecía que le había agradado como me gustaba pues me miro de arriba abajo y luego asintió a mi pregunta.

–No he perdido el traje –le explique–. Simplemente ha desaparecido. Yo no lo he utilizado y estaba en mi armario la última vez que me fije en él –no era una persona con mala memoria, e eso estaba seguro si no, no podría estar estudiando medicina–. Es solo que…

Me di la vuelta al ver que Jongin había entrado al probador. Le había visto reflejado en el espejo. Tape la parte de arriba de mi cuerpo por inercia pues me había quitado ya la camisa y me había desabrochado ya el pantalón. Pero este seguía ahí.

–¿Qué coño crees que estás haciendo Jongin? –brame mientras intentaba empujarlo fuera aun tapándome con los brazos el tronco de mi cuerpo. Estaba claro que aquellos empujones no iban a conseguir nada, por el simple hecho de que no le estaba empujando como era debido.

Se abrazo a mí con fuerza, así no había quien se lo quitase de encima. Lo peor fue cuando comenzó a besar y a morder mi cuello, débilmente, como si en realidad no fuese consciente de lo que estaba haciendo. Le empuje con fuerza una vez más haciendo que se resbalase con la cortina que nos tapaba y cayésemos los dos al suelo rodando.

Pude ver la sonrojada cara de una de las encargadas mirándonos fijamente. Por la posición en la que estábamos y porque yo aun no me había vestido del todo me puse rojo como un tomate. ¿Qué coño se creía que estaba haciendo aquel chico? Pero no se soltaba de mí, se había cogido con fuerza y casi temí por él. Estaba tan quieto que parecía que se había desmayado por el golpe que quizás se habría dado. Si era el caso se lo merecía por atacarme de esa manera.

–Jongin suéltame de una vez –exclame intentando salir de aquella embarazosa situación antes de que llamásemos la atención de más gente. Pero el moreno no contestaba. Parecía que se había desmayado de verdad. Intente cogerle el pulso en aquella mala postura–. ¿A qué esperas? ¡Llama a una ambulancia! –ordene a la chica–. ¡Se ha desmayado sin ninguna razón aparente!

Un cuarto de hora después estábamos en el hospital más cercano. Jongin había recobrado medianamente la conciencia durante unos momentos antes de volver a perderla en la misma ambulancia. Nada más llegar le habían hecho las pruebas más básicas mientras él seguía inconsciente.

Me hicieron esperar durante media hora en una sala de espera hasta que fueron a decirme algo.

–El señorito Kim tiene anemia –comenzó a explicar–. Hemos visto que tiene casi todos los componentes de la sangre están muy bajos, incluso la calcemia –me dejo ver una copia de os análisis, los cuales los mire detenidamente.

–Es extraño –comete–, no ha mostrado ningún síntoma de estar cansado durante estos días. Ni de encontrarse débil. Ni siquiera ha estornudado –seguí mirando los informes–. Tiene las toxinas péptidas muy altas –observe. El médico miro sus informes, los originales.

–Eres muy observador –me halago–. Le hemos puesto suero para que tenga repuestos cuando despierte pero le diré a la enfermera que se lo cambie a enriquecido.

Asentí de acuerdo con él. Me abstuve de decir que era estudiante de medicina, no veía que fuese algo que hubiese que resaltar. Aunque supuse que el señor habría comprendido que sabía algo de medicina. Igual que había dado algo en clase o que había hecho un cursillo, o simplemente que tenia curiosidad por el tema y que había investigado.

–¿Puedo ir a verlo entonces? –pregunte apartando los análisis de mi vista. El médico asintió.

–Lo trasladaremos a la UCI hasta que se despierte, por si acaso –agrego para que no me preocupase–. Pero en cuanto despierte lo trasladaremos a una habitación, aunque lo más seguro es que se le dé el alta hoy mismo.

–Claro –estuve de acuerdo con eso, era lo más lógico de hacer–. Iré a comprar algo para comer entonces –le informe–. ¿Podrían hacerle las pruebas de desnutrición? Solo para saber en qué punto se encuentra.

La verdad era que la prueba era muy sencilla, que no costaba nada de dinero y que la podía hacer cualquiera, o sea que dudaba que me fuese a decir que no. Y como supuse acepto mi petición sin hacer ningún asco.

Cuando llegue a la UCI Jongin ya estaba medio despierto, aun no era consciente de todo pero podía hablar medianamente normal.

–Ha estado llamando a un tal Luhan –me explico la enfermera sin saber que esa persona era yo–. Ha estado murmurando muchas cosas pero no hemos comprendido lo que ha dicho, hablaba en coreano –siguió hablando hasta que me dejo en el pequeño cubículo en el que se encontraba Jongin.

–¡Ei! –le salude mientras le agarraba de la mano para que notase que estaba allí, que no era una voz que escuchaba por escuchar.

–¿Luhan? –pregunto confundido. Asentí con la cabeza delante de su cara para que me viese bien–. Menos mal que estaba contigo –murmuro suavemente–. No quiero ni saber qué habría ocurrido si hubiese pasado con cualquier otra persona.

–Anda calla –le pedí–. Cualquier persona con un poco de lógica habría llamado a una ambulancia –me quite el merito que él me atribuía–. ¿Quieres que le informe a alguien de qué estás aquí?

–A mi madre. Pero no la preocupes mucho ¿sí? –cerró los ojos lleno de cansancio–. Sabe hablar en chino, no te preocupes –agrego respondiendo a mi mayor incógnita.

Miré en la silla que tenia al lado su cama, allí estaba toda su ropa, incluso la interior. Encontré su móvil en el bolsillo de sus pantalones sin ningún problema. Busque entre sus contactos sin hacer mucho caso a los demás hasta que encontré el teléfono con el que me tenía que poner en contacto.

La voz que me recibió al otro lado fue de una mujer, dulce y alegre. Era agradable escucharla, pues con solo su voz me la podía imaginar muy maternal.

–Lo siento, no soy Jongin –me disculpe utilizando un registro muy educado–. Estoy con su hijo en el hospital. Se ha desmayado en una tienda y…

¿¡Que!? –exclamo ella rápidamente casi dejándome sordo–. ¿¡Esta bien!? ¿¡Que le ha pasado ha…!? –comenzó a mezclar idiomas.

–Está bien, tranquila –afiance mi voz para que me hiciese caso–. Esta estable y consciente. Solo tiene que descansar y… creo que debería de venir al hospital usted misma. Lo más seguro es que le den el alta hoy mismo, pero estoy seguro de que le animara mucho…

Un grito femenino no dejo que siguiese hablando. Esta vez no venía del otro lado del teléfono, si no de la misma sala de la UCI. Salí del cubículo al que habían destinado a Jongin y con el móvil aun en la mano observe como gran parte de las enfermeras acudían a uno en concreto. Sin pensarlo dos veces me acerque para ver qué pasaba. Aunque aquello estuviese lleno de docentes tenía la obligación de ayudar como estudiante de medicina que era.

El paciente solo era un niño. Apenas tendría seis años, puede que cinco. Estaba sufriendo un paro cardiaco y él medico no se encontraba allí, lo vi venir corriendo desde el otro lado de la sala pero había que actuar cuanto antes.

Un celador saco a los padres de la pequeña criatura habitación mientras un enfermero llevaba el desfibrilador. Casi sin querer, sin proponérmelo, me puse unos guantes de plástico y mire a las enfermeras.

–¡Quitadle el pijama! –ordene a la vez que le quitaba las palas al enfermero–. ¡Soy estudiante! –le informe–. ¡No será la primera vez que lo hago! Ahora ponlas a 200 –volví a ordenar cuando vi que comenzaban a hacerme caso y a tomarme en cuenta.

Cuando el aparato estuvo preparado presione las palas contra su pecho. El cuerpo del pequeño dio un vuelco por la corriente eléctrica que había recorrido su cuerpo. Pero no funciono. Les indique que lo pusiesen más fuerte y esta vez, surgió efecto.

Respire aliviado mientras apartaba las palas de todo el mundo para no electrocutar a nadie. Mire las constantes preocupado y observe que poco a poco iban volviéndose normales. No era muy consciente de lo que pasaba a mí alrededor por la adrenalina y noradrenalina que recorría mi cuerpo.

Pero luego sentí como la gente me daba la enhorabuena por haber conseguido reaccionar tan rápidamente. Sonreí sin poder evitarlo, no solo yo estaba orgulloso de mi actuación, si no que la gente me reconocía. Agradecí la ayuda de todos, aun era un estudiante y habían confiado en mí. Era imposible que una sensación de euforia y felicidad no naciese en mí.

Y allí siguió hasta que mi mirada entro en contacto con la de los padres del chico.

–Doctor, si no le importa, el paciente de la habitación 09 ya está despierto y con constantes estables. ¿Podría pasarlo a planta cuanto antes? –me refiera a Jongin. Cuanto antes saliésemos de allí mejor para todos–. Con permiso –agache la cabeza y salí casi corriendo a la pequeña habitación que tenia este.

–Estos jóvenes de hoy en día son muy considerados ¿verdad? –escuche decir al médico antes de que comenzase a explicar todo lo que había pasado a los padres del niño.

Jongin se había incorporado y parecía que incluso había intentado salir de la cama pero que se había quedado en el intento al ver que la bata que llevaba no le cubría bien la parte de atrás.

–¿Qué ha pasado? –pregunto curioso al ver lo atosigado que venía. Le mire fijamente durante unos segundos, pensando bien si debía de hablar o no.

–Luhan –ni me di la vuelta para atender a la persona que tenia detrás.

–Luego te explico Jongin –lo ignore como si no le hubiese escuchado–. Ahora túmbate en la cama y estate tranquilo. En nada nos pasaran a planta y te darán el alta –asegure mientras sacaba su móvil que lo había metido en mi bolsillo sin darme cuenta–. Lo siento, no he podido avisar bien a tu madre pero…
Me acerque a la cama después de haber cogido su ropa de la silla, se la deje al lado para que al menos pudiese ponerse la parte de abajo o solo la ropa interior.

–Luhan –volvió a llamarme el padre del niño al que acababa de salvar–. Gracias por salvar a… a tu hermano –Jongin me miro extrañado pero él siguió hablando–. Me he preguntado durante todo este año que ha sido de ti y… veo que te has vuelto todo un hombre –para mi aquellas palabras eran como si no existiesen–. No… no sé qué decirte después de tanto tiempo pero…

–Déjale en paz –le ordeno Jongin sin ningún respeto al comprender que aquel señor era mi padre–. Vete o haré que te lleven por la fuerza –le amenazo al ver que no se iba. Pero el siguió ahí, sin siquiera moverse. Esperando a que dijese algo.

Jamás pensé que volvería a verlo. Tampoco llegue a plantearme que tendría que asistir medicamente de tal manera a mi hermanastro. La rabia me corría por dentro. Quería que todo se fuese a la mierda.

Al ver mi situación, Jongin agarro mi mano y la apretó con fuerza. Estaba dispuesto a llamar a seguridad, de eso no había duda. El sabia de primera mano lo mal que lo había pasado por culpa de mi padre y de su mujer. No culpaba en nada al que había sido mi hermano en aquel entonces pues era un niño e imitaba lo que hacían sus padres. No sabía hacer más.

–Si no te vas de aquí, os volveré a denunciar –sentencie con un tono de voz amenazante–. Tu puta tiene una orden de alejamiento puesto y no creo tener ningún problema en ganar el juicio –alce la mirada para decirle aquello. Quería que viese que, como él había observado, me había vuelto un hombre, alguien fuerte–. Te dije en su día que no te volvería a hablar nunca más. Has tenido suerte de poder verme hoy aquí, pero créeme cuando te digo que no ha sido ningún placer para mí.

El señor, para mí ya era un extraño, dudo entre quedarse o irse. Lo pude ver en la manera que me miraba. Sentía que una parte de él quería abrazarme por primera vez en su vida, decirme cosas bonitas y recuperar el tiempo perdido. Pero hacia ya mucho tiempo que había perdido la oportunidad para hacer eso. Desde el preciso momento en el que me dejo en la calle y decidió no ayudarme a mí, si no a esa mujer que para mí no tenia nombre.

Por fin pareció darse por vencido pues se dio la vuelta y comenzó a alejarse. Agradecía hasta cierto punto que me hubiese dado las gracias por salvar al niño pero solo tenía derecho a hacer eso. Lo demás ya estaba fuera de lugar. Hacía tiempo que había perdido mi respeto, afecto y cariño.

Para mí él ya no era mi padre. Solo era una persona más con la que compartía el planeta.

–¿Te encuentras bien? –me pregunto Jongin con un tono de voz preocupado. Le mire fijamente y por su expresión pude ver que mi rostro reflejaba todo lo que sentía. Impasibilidad y alivio. Paso su brazo alrededor de mi cuerpo y me abrazo suavemente.

Hacía ya unos minutos que nos habían dado una habitación en planta y yo me había dedicado a arreglar las cosas y a ordenar todo bien. Suavemente, sin que dejara de abrazarme aunque su brazo pasase de mi hombro a la parte baja de mi espalda, me agache para alzar una bolsa. De esta comencé a sacar diferentes tipos de comida y se las puse justo delante. Él me miro sin entender.

–Eso debería de preguntártelo yo a ti. ¿Cuánto tiempo llevas sin comer? –pregunte de manera suave, sin alzar la voz mientras me sentaba justo a su lado, apoyando yo también la espalda en el respaldo de la cama erguida.

–No se –admitió él–. Llevo mucho tiempo sin tener tiempo para hacer muchas cosas –comenzó a explicarme aunque supiese que a mi sus escusas no me valían–. Estoy comiendo, pero poco. Lo que puedo.

Pase lenta y suavemente mi mano por su cuello. Acaricie su oreja y pelo suavemente antes de empujar su cabeza contra mi pecho. Se quedo inmóvil hasta que comencé a escuchar como sollozaba y se agarraba a mi jersey exhausto. Sus sollozos se volvieron más pronunciados hasta que por fin comenzó a llorar de verdad.

Acaricie tanto su pelo como su cuello, orejas y espalda con suavidad, esperando a que se calmase cuanto antes. Puede que no me quisiera contar nada, por ahora, pero le iba a venir bien desahogarse por un momento. Que reflexionase interiormente lo que estaba haciendo y que viese que si alguien le apoyaba con su problema lo iba a tener más fácil para solucionarlo.

Porque yo no le iba a presionar. Pero tampoco iba a dejar que cayese en lo que fuera que estaba metido. En mis años de secundaria me toco convivir con una compañera que sufría de anorexia y pretendía dejar que Jongin cayese en algo parecido a eso. Ella lo paso muy mal y no iba a dejar que a Jongin le pasase lo mismo.

–Ea, ya paso –seguí acariciando su cuerpo–. Lo arreglaremos todo ¿vale?


Al final acabe visitando todos los días a Jongin. Como nos habían dicho el mismo día que ingreso le dieron el alta y en la comisaria le habían obligado a cogerse la baja, por su bien. Yo iba a cuidarlo, a asegurarme de que seguía bien. Seguía sin querer comer mucho, y yo no le obligaba pues si lo hacía podría ser mucho peor.

No les había contado nada a sus padres el problema exacto por el que había ingresado durante ese día en el hospital. No iba a obligarle a hacerlo pues seguro que estos le presionarían. Tenía suficiente con que yo lo supiese. Ya era suficiente vergüenza para él.

–Esto es puré de verduras, muy ligero para comer –le asegure mientras le ponía el plato en la mesa, justo delante de él–. Es como no comer nada –exagere mientras cogía la cuchara al ver que él no lo hacía.

Se la intente meter en la boca, pero su mirada me paro. Parecía entre incrédulo y avergonzado por la escena que estaba mostrando delante de él. Agache la cabeza avergonzado al darme cuenta y suspire levemente.

–¿Qué tengo que hacer para que comas? –cuestione al ver que mi plan no funcionaba. No hablo, simplemente me miro y de repente sonrió, como si hubiese recordado algo que tuviese gracia.

–Últimamente estoy mejorando ¿verdad? –asentí sin comprender a que quería llegar–. He intentado recordar cuando comencé a comer menos, y creo que ya se cuando fue. Te acuerdas del día en el que nos reencontramos ¿verdad? –volví a afirmar con la cabeza–. Estabas feliz, te veías en tu salsa. Pero cuando te hable, te pusiste serio de repente. Desde entonces nuestra relación actual no tiene nada que ver con la que teníamos antes. Y desde que vuelves a ser cariñoso y considerado conmigo, he mejorado.

–No te voy a permitir que me hagas chantaje emocional Jongin –le avise comenzando a sentirme mal, aunque no culpable–. Yo no tengo la culpa de que hayas dejado de comer –asegure–. Lo siento, pero sí, he sido muy feliz durante el tiempo que no estuvimos juntos porque he tenido mucho apoyo por parte de los que se encontraban a mí alrededor. No estoy diciendo que contigo no fuese feliz o que no pensase en pedirte perdón y volver a tus brazos, pero he sido feliz sin necesitarte. Tú tampoco me necesitas.

–Claro que te necesito. No te voy a pedir que seas mi pareja –aclaro–, no quiero porque me volveré a enamorar completamente de ti y cuando quiera llegar a algo más me rechazaras y me dolerá tanto que volveré a hacer alguna estupidez por culpa de mi orgullo. Solo quiero que seas mi amigo, que nos cuidemos mutuamente.

–Tus palabras no se diferencian mucho de tener pareja –asegure mientras me metía yo la cuchara de puré a la boca.

Se levanto repentinamente de la silla y se quito la camiseta, tirándola al suelo. Le mire extrañado. Su cuerpo siempre había sido delgado, desde que yo lo había conocido al menos sí, pero ahora tenía las costillas muy marcadas, la piel había empalidecido y no parecía ser tan tersa como lo había sido antaño.

–No digo que tú hayas provocado esto. Digo que tú me puedes ayudar a prevenirlo. ¿Te parezco atractivo? –negué con la cabeza aunque estaba claro cuál iba a ser mi respuesta–. A mí tampoco. No como porque quiera estar delgado o me vea gordo, lo hago porque no me siento lleno por dentro y eso me quita las ganas de comer. Quiero un amigo que me ayude a ser feliz. Nada más.

Le mire fijamente. No sabía si me podía fiar de sus palabras y solo quería eso o detrás de sus palabras había segundas intenciones. No en vano el día que se desmayo me había besado. Aquello hacia que me fuese difícil creerle tan fácilmente.

–De acuerdo. Seré tu amigo –acepte. Esperaba ver una expresión de felicidad, pero siguió impasible, sin modificar su expresión en lo más mínimo.


Estaba en la cocina sacando la colada que acababa de hacer cuando extrañado comencé a sacar pantalones de traje, uno tras otro. Los mire fijamente de uno en uno, pero no encontré el que había perdido yo.

–¿Qué estás haciendo? –me pregunto Yixing divertido al ver como inspeccionaba todos los pantalones.

–Hace tiempo perdí un traje y no sé donde lo he metido –suspire mientras el sonreía y seguía riendo–. No es gracioso. Me preocupa eso de perder cosas caras ¿sabes? No estoy como para andar tirando el dinero.

–No te preocupes por el dinero, en mi nuevo trabajo gano bastante al mes y si quieres puedes dejar de pagar el alquiler –me ofreció aunque sabía que iba a declinar su propuesta–. De acuerdo, vale –murmuro por lo bajo–. Haz lo que quieras.

–Invítame a tomar algo –le pedí–. Ahora que tienes dinero puedes permitírtelo ¿no? –inquirí–. Podemos traer algo de fuera para tu abuela, seguro que le hará muy feliz –sonreí con amabilidad.

Acepto, o sea que después de prepararnos un poco salimos a comer fuera a un restaurante normal. Era fin de semana o sea que estaba lleno de familias y el ambiente era revuelto y con jaleo.

Le envié un mensaje a Jongin para saber cómo estaba. No podía pasarme todo el día con él, y estaba intentando que poco a poco fuese independizándose de mí. Me había asegurado que había encontrado a una chica, entre otras muchas otras, que le había llamado la atención. Esta no le hacía mucho caso pero poco a poco iba calándola. Aquella noche habían quedado para cenar algo y para después ir al cine o sea que mal no les iba.

–Dime –comencé a hablar en cuanto nos sentamos–. ¿Cómo te va con el chico que te gustaba? ¿Vuestra relación ha mejorado?

Se escondió detrás de la carta, seguro que esperaba que no pudiese ver su sonrojo.

–No sé si le odio o le quiero. Debería de ser solo un amigo con derechos, porque lo nuestro es puro sexo, pero me atrae como algo más que eso –admitió delante de mí.

–Y ¿tu estas feliz con una relación como esa? –pregunte curioso.

Aquella respuesta demoro más en escucharse. Parecía, aunque no pudiese verle la cara, que se estaba pensando bien todo lo que le había sucedido con el susodicho para poder darme una buena y correcta respuesta.

–Es una relación de la que saco placer –contesto al fin–. No me hace ni ser feliz ni ser infeliz. Simplemente nos utilizamos para desahogar nuestro estrés y conseguir placer él uno en él otro. Puede parecer un poco estúpido, o poco conveniente y convencional, pero por ahora funciona.

Me di cuenta que aunque hubiese respondido a mi pregunta, se había escusado a sí mismo para y a su amante para explicar porque aquella relación no le hacía sentirse feliz y completo.

–No es como si quisiese pasarme toda la vida a su lado, que no estaría mal porque tiene mucho dinero ¿sabes? Pero ni mi abuela ni su familia accederían a hacer tal cosa –se encogió de hombros dejando caer la carta de comida sobre la mesa–. Lo más seguro es que un día acabe por casarse con una mujer que no quiere y que se olvide de mi como lo habrá hecho con todos los amantes que haya tenido antes. En cambio yo… –suspiro exasperado– habré conseguido meterme en una multinacional como Samsung y ganar mucho dinero –cambio su ánimo de repente mostrando una esplendida sonrisa y animando su tono de voz.

Le mire perplejo, parpadeando varias veces sin comprender bien su reacción. ¿Se había olvidado del vacío que le hacía sentir? Ojala yo pudiese sentirme como él. Dejar que lo que me carcomía por dentro dejase de estar allí y saliese a la luz una sonrisa permanente. Aquello me parecía admirable.

–Eres impresionante Yixing –sonreí mientras le miraba orgulloso de él hasta cierto punto.

–Luhan, todos mis amigos me llaman Lay. Has escuchado como me llamaban así miles de veces. ¿Por qué sigues llamándome por mi nombre? –me pregunto con tono un tanto molesto.

–Me gusta tu nombre –incline la cabeza hacia un lado–. Yixing. Yi–xing –comencé a repetirlo unas cuantas veces seguidas–. Creo que podría pasarme toda la noche diciéndolo –bromee aunque aquello no se asemejase a mi seria cara.

Como auto reflejo, supongo, Lay metió su mano en mi boca para que no pudiese seguir diciendo una y otra vez su bonito nombre. No pude evitar reír aun con su mano dentro de mi boca.

–Que asqueroso eres –murmuro mientras sacaba la mano de mi boca.

–Has sido tú quien la ha metido –le recordé mientras lamia mis labios–. Espero que tuvieses la mano limpia.

–No sé qué decirte, hoy me ha dado por tocar todo lo que tenía delante –hablo con voz picada. Le gruñí suavemente mostrándole los dientes. El respondió sonriendo sin querer.


Poco a poco todo volvió a la normalidad. Jongin volvió a su peso normal, Yixing seguía teniendo esa extraña relación con el que yo había entendido que era su jefe, yo seguía cuidando de la abuela de mi amigo y seguía con las clases. No había vuelto a ver a mi padre o a nadie que había sido familiar mío por parte paterno. Estábamos todos en una buena situación.

Como eran vacaciones de verano, Yixing por fin me convenció para salir de fiesta. Decía que me animaría mucho y que lo merecía después de pasarme semanas enteras estudiando. Comprendía lo que él quería decirme, pero yo solo quería adelantar temario para luego ir más preparado a clase.

Mis profesores me habían felicitado por las recomendaciones que había recibido por salvar a mi hermanastro y lo humilde que había sido después. Me aseguraron casi todos que sería un buen médico de mayor pues era valiente y desinteresado por la fama. Aquellos calificativos me hacían gracia la verdad. Si ellos supiesen la verdad no me idolatrarían tanto.

El alto volumen de la discoteca casi hizo que mis tímpanos se rompiesen. ¿Cómo conseguía la gente aguantar aquello? Yixing se veía en su salsa, totalmente feliz de salir de fiesta. Parecía que casi le daba igual que estuviese con él pues andaba de un lado a otro bailando sin casi hacerme caso. No podía evitar sentirme un tanto desplazado por eso, pero al fin y al cabo era lo normal. El sabía divertirse de verdad, no como yo.

–Quédate aquí –me ordeno–. Vengo en seguida.

Asentí para que me entendiera y lo seguí con la mirada mientras él se aproximaba a un joven bajo que estaba en la barra, sin hacer mucho. Tenía pinta de estar allí obligado, como si aquel lugar no tuviese nada que ver con él. Y por su porte y vestimenta yo pensé lo mismo. Parecía ser demasiado serio para estar allí.

Observe como se hablaban él uno al otro al oído. Parecía que se conociesen bien por sus gestos y por las sonrisas de Lay. Después de una breve conversación el chico bajo y moreno se levanto del asiento y cogió la mano de mi amigo, llevándoselo a lo que parecían ser los baños.

Me sentí molesto. No exactamente porque Yixing me estuviese dejando de lado por unos minutos, si no porque se iba a, lo más seguro, follar con aquel chico en vez de quedarse conmigo y divertirnos juntos.
Mosqueado, me acerque a la barra y pedí otra bebida. A su gusto, me daba igual que me diese con tal de sentir la mezcla del frío refresco y el ardiente alcohol en la boca. Me lo bebí todo lo rápido que pude, para no tener que ocuparme del vaso mucho tiempo, y decidí disfrutar.

Cuando Lay me volvió a encontrar a mi ya se me había subido el alcohol lo suficiente a la cabeza para que me diese igual la bronca que me estaba echando.

–¡Te he dicho que me esperases quieto! ¿¡No comprendes lo que es eso!? –pregunto muy alto para que le pudiese escuchar ya que con el ruido del local era realmente difícil. Divise unas pequeñas manchas rojizas que tenía mi amigo en el cuello y hombros, pero no les hice mucho caso.

–Si te hubieses dado prisa en follar me hubiese quedado en el mismo sitio –la verdad es que no era muy consciente de lo que salía por mi boca, pero tampoco veía que le faltasen razón a mis palabras–. ¿Te ha gustado? El chico era mono ¿no crees? ¿Es él que tanto te gusta?

Lay se acerco más a mí para escucharme, ya que yo no hablaba con el mismo tono alto que él.

–¿¡Cuánto has bebido Luhan!? –me pregunto ignorando mis preguntas–. ¡A penas he tardado media hora en volver! –exclamo haciendo que me riese. ¿En serio contaba los minutos? Parecía tan maniático como yo, solo que en mi caso era con los estudios y el suyo con las fiestas.

–Solo me lo he tomado rápido –yo no notaba que arrastraba mis palabras, pero por lo que tardaba en pronunciarlo era obvio que lo estaba haciendo–. No quería cargar con el vaso mucho tiempo –le explique mientras me alejaba de su cuerpo.

Intento retenerme y controlarme, pero escape de su alcance sin proponérmelo. Vi a una chica bailar de una manera enigmática. No es que lo estuviese haciendo de una manera provocativa, pero su cuerpo era muy sensual, al menos visto desde donde yo estaba. Intente copiar sus movimientos, hacerlos de la misma manera que ella los hacía, pero en vez de conseguirlo golpee mi cabeza contra la de Yixing.

Nos dolió a ambos, aunque como él era más consciente le dolió más a él. Me miro asesinamente antes de agarrarme por la cintura y levantarme al peso mientras me arrastraba por ahí. Chocamos contra el chico con el que había estado hablando antes, le dedico unas cuantas palabras y siguió tirando de mí.

Cuando mis ojos entraron en contacto con los suyos intente parecer amenazante. No sé si lo logre, pero vi como se reía de mí. Patalee a Yixing para que me soltara y hablar con aquel dichoso ser pero este me agarro más fuertemente hasta que me saco de la discoteca.

–No me gusta el chico que te gusta –le informe mientras me hacia sentarme en unos escalones.

–No te tiene que gustar a ti, me tiene que gustar a mi –recrimino con una sonrisa burlona en los labios–. Sé que es difícil que caiga bien a alguien, pero…

–¿Nunca te ha dado por pensar que te utiliza solo para él sexo? –salió de mi boca sin pensar–. Tu solo mira que nada más veros os habéis ido a… a ya sabes –rodé los ojos porque de repente me daba vergüenza hablar de aquello–, y no se molesta en llevar adelante vuestra relación ¿verdad?

En vez de responderme se sentó a mi lado, mirando al frente muy serio. Dudaba que con aquellas simples palabras fuese a cuestionar nada pero siendo el mí amigo me preocupaba de verdad lo que fuese a hacer con su vida. Era joven y no debía de encariñarse tanto con alguien que le iba a dejar. Porque era algo que iba a pasar tarde o temprano. Cualquiera podría prever ese hecho. Muy a pesar de cualquier persona, en este caso Yixing.

–Ya te dije que sabía que era algo que iba a pasar, estoy preparado para eso ¿sabes? –murmuro el aun muy serio en su hablar. Pose mi mano sobre su rodilla y la golpee suavemente varias veces, como si aquello fuese a animarlo–. Pero supongo que si me lo tomo en serio debería de dejarle ¿no? –se revolvió el pelo desesperado, sin saber qué hacer.

–No solo esta él. Encontraras a otra persona –me apunte a despeinarle el pelo aunque mi gesto fuese más torpe y a la vez delicado–. Una que de verdad te convenga y te corresponda.

–Tú deberías de callarte –me informo–. A este paso serás un soltero gordo y feo que en vez de buscar su felicidad con otra persona se dedico a enfrascarse en libros de intestinos y tripas –se burlo.

Sonreí apenado, pues dicho de esa manera no sonaba nada, pero que nada, bien. Nunca me había dedicado a pensar en mi vida amorosa. Cuando estaba con Jongin, estaba con Jongin y listo. No pensaba en nada más. Y cuando nos abandonamos el uno al otro no me encontré con ánimos de enfrascarme en una relación, y llevaba mucho tiempo sin ganas de hacerlo.

–Yo ya he encontrado a esa persona –asegure mientras acariciaba nuevamente su cuero cabelludo–. No sé si me corresponde, pero se con quien quiero pasar el resto de mis días –sonreí tontamente sin poder evitarlo.


A la mañana siguiente casi ni me pude levantar de lo que me dolía la cabeza y el cuerpo en general. Ya sabía yo que había sido mala idea salir de fiesta. Intente abrir los ojos lentamente y vi a Lay medio durmiendo a mi lado. Respiraba con calma pero tenia los ojos medio abiertos y miraba un punto distraídamente.

Nunca jamás volvería a beber. Aunque me agradaba la idea de levantarme junto a Yixing en la cama. No comprendía porque me agradaba esa sensación pero era de lo más agradable. Su cuerpo era ciertamente ligero y suave. También era fuerte, aunque su cuerpo estuviese relajado.

–Yixing… –murmure suavemente sin querer ser muy brusco–. ¿Por qué estamos en tu habitación? –me era extraño estar en aquella habitación durmiendo.

–Porque eres un guarro –contesto él con sueño mientras se movía de un lado a otro.

¿Cómo que era un guarro? ¿De dónde había sacado aquello? Si me conociese bien, como se suponía que me tenía que conocerme, sabría que debía de ser una de las personas más castas del planeta. Sobre todo teniendo en cuenta la edad que tenia y lo poco que había llegado a hacer.

Porque la única persona con la que había llegado a hacer algo más que simples besos era con Jongin y no habíamos llegado hasta el final por el miedo que tenía yo a hacerle o recibir daño físico.

Me incorpore mientras me apoyaba casi todo el peso de mi cuerpo sobre mis codos. Abrí un poco más los ojos, intentando ser consciente y sonreí sintiéndome ganador de la no pelea que estábamos teniendo.

–Entonces ¿por qué eres tu el que no tiene pantalones? –pregunte triunfante.

–Porque eres un guarro –volvió a repetir mientras cogía las sabanas y se tapaba las piernas–. Ayer a la noche no querías irte a la cama –comenzó a explicar mientras me miraba como si me estuviese intentando matar con ella pero de una manera suave–. Decías que en tu cama había bichos y que querías venir a la mía. Cuando te traje aquí me destrozaste la cama y no me dejaste meterme en ella hasta que me quite los pantalones. Decías que se me veía mejor sin pantalones y que iba a dormir mucho más cómodo así aunque tú no te los quisieses quitar –gruño graciosamente después de un rato de silencio–. Jamás te volveré a llevar de fiesta –aseguro mientras se tapaba la cara para seguir durmiendo.

–Deberíamos de ir al monte –opine–. Viene muy bien para la resaca.

Agregue cuando volvió a mirarme mal, esta vez saltándose la parte sutil. Me lanzo un cojín, el cual me pareció mucho más pesado de lo que de por si tenía que ser. Sin hacer mucho caso a sus quejas, le quite las mantas de encima a mi pesar. Yo tampoco me encontraba muy bien pero era mejor que tomásemos el aire libre antes de quedarnos en casa sin hacer nada.

Muy a su pesar conseguí que se levantara y se vistiera con algo cómodo. Luego lo mande a desayunar y yo mismo fui a cambiarme a mi habitación. Cuando volví a la cocina, Lay casi se había dormido sobre el desayuno. Era tierno verlo de esa manera, casi parecía un niño pequeño.

Después de casi una hora para prepararnos bien, conseguimos salir de casa. Habíamos aprovechado para hacernos algo para comer en el mismo monte y para que yo le pusiese la inyección a su abuela. Aun con la cabeza relampagueante pude hacerlo bastante bien, casi tan perfecto como de normal. Le prometimos a la agradable señora Zhang que le íbamos a traer setas y frutas, lo cual le agrado mucho.

Resultaba que aun viviendo al lado Yixing y yo no habíamos ido al monte que había al lado de nuestra escuela primaria desde que habíamos pasado a secundaria. Como era un monte bastante pequeño y nosotros no nos encontrábamos con muchas energías tampoco, decidimos subir hasta el pequeño refugio que había en la cima, comer y luego bajar.

Íbamos a medio camino cuando nos cruzamos con un riachuelo muy pequeño. Según lo que yo recordaba no había porque pasarlo, pero Yixing se había empezado en que si que había que hacerlo.

–Lo hemos pasado muchas veces –recalco por quinta vez–. ¿No te acuerdas qué Tao siempre lo pasaba muy fácilmente pero que a Wufan y a ti siempre os costaba? –pregunto mientras yo intentaba no recordar lo mal que lo pasaba cuando me hacían pasar aquel pequeño río. Lay rió al ver la cara de asco que puse al mirar el susodicho cauce de agua.

–Te digo que no es necesario pasar por el río –volví a repetir otra vez más–. Hay que seguir el caudal, no atravesarlo –reafirme nuevamente mientras le cogía de la mano y tiraba de él hacia adelante aunque el siguiese echándose hacia atrás.

–No quieres pasar por aquí porque te da miedo caerte otra vez ¿verdad? –se burlo mientras sonreía acorde con sus palabras. La verdad es que la burla no me afecto nada de nada. Le mire de manera seria, intentando mostrarle que por mi podía hablar cuanto quisiese porque me daba igual lo que fuese a salir por su boca. No era un niño fácil de chinchar.

–Ve tu entonces –le provoque–. Yo me quedare aquí esperándote a que vuelvas con el rabo entre las piernas –sonreí de manera poco agradable. Con un solo asentimiento por respuesta y se dio la vuelta antes de saltar el pequeño río como si no fuese nada. Había personas que lo tenían más fácil que otros para ser agiles.

Yo recordaba perfectamente como cuando era pequeño me había caído una vez a aquel riachuelo que ahora apenas me llegaría por la rodilla. Lo malo era que tenía un caudal muy fuerte y que me había golpeado contra rocas tanto al caer como al dejar que me llevase. Lo había pasado muy mal, era un niño y no fue nada agradable. Por lo cual no se que pretendía Yixing en insistir en pasar por el lugar.

Espere como veinte minutos hasta que Yixing apareció con las zapatillas llenas de barro, incluso se había manchado y raspado la cara. Aunque no me esperase que volviese así, me gusto ver que yo tenía razón y que aquel no era el camino.

–¿Has encontrado algo? –me burle yo esta vez. Yixing me miro mal y paso el río, otra vez con suma facilidad.

–Cállate y vámonos –me ordeno mientras seguía el camino que yo había marcado desde un principio. Lo seguí de cerca pues con lo picado que iba le iba a ser fácil equivocarse de camino.

Caminamos rápidamente, por él, hasta que nos encontramos con una carretera, la cual parecía ciertamente nueva. Giro su cara hacia mí, mostrando aquella sonrisa de triunfador que hacía pocos minutos yo le había dedicado.

–¿Qué decías genio? –alzo una ceja haciéndose el chulo de lo feliz que estaba.

Sin mediar ninguna palabra, lo volví a agarrar de la mano y tire de él. Lo lleve unos cien metros a la derecha, justo donde volvía a comenzar otro camino de tierra que iba hacia arriba.

–Tú a mi no me engañas –murmuro simulando mal humor, aunque estuviese feliz de poder llegar cuanto antes–. Has estado aquí hace poco ¿verdad? –cuestiono mientras volvíamos a caminar hacia arriba, esta vez la cuesta era más empinada.

–No digas tonterías. Desde que han empezado las vacaciones me las he pasado contigo, o con tu abuela cuando estabas trabajando –le recordé–. Es solo que tengo muy buena memoria, no he llegado a poder estudiar medicina por mi bonita cara ¿sabes?

Lay pellizco mi mejilla, haciendo que me doliese bastante. Me queje, sin cortarme un pelo, puede incluso que demasiado y le agarre de la muñeca para que no lo volviese a hacer.

–Te lo tienes muy creído –casi bufo al hablarme. Sabía que no lo decía en serio, al fin y al cabo él lo era bastante más que yo.

–Di lo que quieras envidioso –le contradije–. Pero soy inteligente, dentro de unos años seré doctor, pediatra supongo. Tengo una piel que cualquier mujer envidiaría. Soy guapo y me mantengo muy bien aun con el paso de los años. Soy amable y es fácil de convivir conmigo –volvió a gruñir pues no parecía estar muy de acuerdo con eso último, al menos hoy que le había obligado a subir un pequeño monte–. Seré un buen padre y haré muy feliz a alguna mujer algún día –esto último lo dije sin pensar, ya que no pretendía crear una familia–. Y lo más importante, mi mujer no tendrá que convivir o llevarse bien con sus suegros, no los tendrá.

Desde Jongin, me había planteado mi sexualidad, y me había dado cuenta de que los hombres  me gustaban mucho más que las mujeres. No es que fuese homosexual, bisexual en todo caso, solo que prefería al género masculino antes que al género femenino. No solo me había dado cuenta gracias a Jongin, el convivir con Yixing había sido una de las grandes claves.

Verlo el día a día, con todo lo que me atraía, no solo físicamente, también de una manera emocional. Se había vuelto mi gran apoyo, la persona a la que acudía para que me alegrase el día cuando había sido un desastre. También con él que pasaba la mayoría de mis días, y él que me contaba sus problemas, a quien le intentaba ayudar en solucionar. Y omitiendo las noches que se pasaba con su amante de alto estatus, las solíamos pasar juntos. Porque además había dejado de salir tanto por las noches, se había acomodado en casa. Y había que decir que se encontraba a gusto.

–Con él mal gusto que tienes, seguro que acabaras con una mujer cascarrabias que te lleve la contraria en todo –se burlo para quitar la seriedad al momento–. Además, da igual que tengas todos esos buenos factores, si no tienes el sexappeal como el que tengo yo las chicas no querrán casarse contigo.

–¡Oh, calla! –le pedí–. Que desagradable y cascarrabias eres cuando hablas –me queje sin darme cuenta de que estaba repitiendo sus palabras–. Ni que tuvieras que estar siempre contra diciendo… –calle al darme cuenta de lo que estaba haciendo. Lay me miro con los ojos muy abiertos, como si tuviese miedo de que siguiese hablando.

Sonrió como un estúpido, como si de repente se diese cuenta de algo muy importante pero que a la vez era muy obvio y tonto. Me alarme por un segundo, pensando que había supuesto por su cuenta que me gustaba.

–Así es como será tu relación con ella. Ya lo veras –se riño al tiempo que yo suspiraba aliviado. No me gustaba dejar mis sentimientos tan al aire. Me era desagradable pues lo veía como una debilidad en mi contra y a favor de la otra persona.

–Si no te callas te pegare –le avise–. Tú no eres mujer y no sería maltrato sexual por lo no me podrás denunciar y que me caiga cárcel –me burle.

Golpee su brazo con el puño en plan colegeo y seguí caminando por la cuesta empinada pues apenas nos quedaba camino para llegar arriba. Lo que no me esperaba era que me pegase un cachete en el culo antes de que me adelantase.

–¿A eso se le puede llamar maltrato de género? –siguió burlándose mientras casi corría hasta la cima. Le mire molesto aunque en realidad me hizo gracia lo que estaba diciendo. Siempre se habían metido conmigo por ser demasiado guapo, era la conclusión a la que Yixing y yo habíamos llegado, aunque fuese mucho más masculino que mucha gente.

Cuando lo alcance él ya estaba en la cima, justo mirando hacia el pequeño refugio que había allí. Caminamos con más tranquilidad hacia el lugar y decidimos tomar el sol un rato de manera tranquila.
Se estaba demasiado a gusto. El dolor de cabeza y la pesadez de cuerpo que nos había causado la resaca habían desaparecido, y el fresco aire nos hacía sentir bien y a gusto. Cuando nos entro hambre de verdad, pues hasta que lo sentimos no quisimos levantarnos de lo cómodos que estábamos, nos levantamos y despejamos un poco. Casi nos habíamos quedado dormidos.

–¿Quieres quedarte un poco más o vamos bajando? –le pregunte mientras descansábamos un poco más tumbados sobre dos toallas diferentes. Se revolcó sobre si mismo pasando a mi toalla y hablo.

–Ve a buscar setas –ordeno con picardía–. Yo te esperare aquí y luego volvemos ¿sí?

Estaba claro que Zhang Yixing no podía ser perfecto. Iba a ladrarle, a gruñirle y a decirle de todo, pero me calle a tiempo. Él se había encargado de mí durante la noche anterior, y  parecía que hubiese sido un hueso duro de roer. Además, últimamente le estaban pidiendo demasiado en la empresa que  trabajaba y solía llegar agotado.

–Claro –acepte mientras sacaba la crema solar de la mochila que había llevado yo y comenzaba a esparcírsela por la cara. Lay se asusto ante el frío contacto de la crema.

–¿Qué haces? –pregunto con un tono muy asustado mientras yo seguía extendiendo la crema y echándole más.

–No quiero que te quemes si te quedas dormido –explique son suma simpleza–. Anda relájate y terminare en seguida –asegure mientras pasaba mis dedos suavemente por los parpados de abajo mientras el cerraba los ojos–. Ya esta –le informe mientras me limpiaba mis manos en mis brazos pues me había quedado con una pequeña y pegajosa cantidad en ellas–. Vuelvo en seguida –me levante y comencé a andar sin rumbo fijo.


Cuando volví otra vez, con toda la camiseta llena de champiñones y setas pues la había utilizado para ir guardándola, Yixing se había dormido mientras tomaba el sol. Menos mal que me había dejado ponerle la crema solar, si no se hubiese quemado.

Saque todo lo que había en mi mochila y la metí en la de Yixing, luego metí toda mi recolección en una bolsa de plástico que habíamos llevado para esto mismo. Fui a despertarlo, pero se veía tan apaciguado y tranquilo que me dio cosa.

El siguiente pensamiento que paso por mi mente no me desagrado nada, pero me dio cierto miedo. Aclare mi garganta y estire el cuello de la camiseta intentando dejar el repentino calor que se había apoderado de mi cuerpo. Me di la vuelta y me abanique lentamente.

Cuando volví a mirarlo me aproxime a él lentamente para no hacer ningún ruido que lo despertara. Lamí mis labios nervioso y me agache sobre su rostro, quedando a escasos centímetros de él. Pare en seco. Debía de pensármelo bien. Pero me moría de ganas por besar sus labios. Solo un pequeño roce que me hiciese sentir sus calientes labios, nada más.

Más de una vez los había tocado con mi mano, u hombro cuando apoyaba ahí su cabeza pero… no era lo mismo. Volví a morderme una vez más el labio, aun más nervioso que antes.

Reduje la distancia entre nosotros, y lentamente junte mis labios con los suyos.

Se sentían realmente calientes y húmedos. Pude notar un ligero sabor a la crema que le había puesto en la cara, pero prácticamente lo ignore. Me encontraba tan feliz que aquel pequeño e insignificante hecho me daba igual.

–Jongdae –suspiro él al separar mis labios de los suyos.

Casi note como el balde de agua fría caía poco a poco sobre mí. Ahora podía comprender como se había sentido Jongin cuando pronuncie la palabra Kai al besarle la primera vez. Me “limpie” los labios con la mano y le pegue una patada en la parte lateral de la cadera.

–Despierta estúpido –le ordene de mala gana mientras me levantaba y alejaba antes de que me pegase o algo.


–Toma.

Yixing había entrado a mi cuarto sin pedir permiso ni nada, lo cual era extraño, ya que de normal solía ser muy educado y respetaba mucho la privacidad de los demás. Le mire fijamente, después de pegarle la patada nos habíamos perdido para bajar por mis prisas y nos habíamos pasado casi una hora entera intentando encontrar el camino otra vez.

Desde entonces había estado risueño, restregándome por la cara todo el rato mi error una y otra vez. Pero se le veía tan decaído que me preocupe sin poder evitarlo, al igual que su tono de voz. Se veía apagado.

Me aproxime a él lentamente para abrazarlo y darle mi apoyo cuando vi que lo que tenía entre las manos era el traje que me había desaparecido. Abrí los ojos de manera descomunal, me había vuelto loco buscándolo. Lo cogí entre mis manos y me fije en que era exactamente ese antes de decir nada.

–¿Por qué lo tenias tú? –fruncí el ceño al hablar sin comprender lo tenía él. Antes de decir nada más me ofreció un bote de ramen que llevaba en la mano derecha, quedándose el con el que tenía en la mano derecha.

–Te lo cuento mientras cenamos –se sentó en mi cama mientras yo hacía lo mismo pero en silencio–. Te lo cogí “prestado” porque quería vengarme de Jongdae, el chico que me gusta. Digamos que pensaba que yo lo utilizaba pero resulta ser que era al revés y… me dijo cosas tan feas que… me llene de rabia por todas partes y decidí que aquello no podía quedar así –aquello sonaba tan Yixing–. Te cogí el traje porque pretendía meterme en Samsung y montarle el gran pollo delante de todos sus compañeros de trabajo. Pero en vez de eso, me contrataron para trabajar allí y decidí no hacer nada. Me pareció más importante conservar el trabajo que me había ganado de la nada a querer dejarlo en ridículo.
››Pero volví a caer en sus redes. Me gustaba demasiado y era el único al que después de engañarle y mostrarle como era en realidad seguía a mi lado. Supongo que confundí sus sentimientos –se encogió de hombros apenado–. Al principio solo quería su dinero, nada más pero… me da rabia que no me vea de la misma manera que yo lo vi alguna vez. Poco a poco me he ido desenganchando de él ¿sabes? –le acaricie el pelo para que viese que le apoyaba y me sentía orgulloso de él.
››Cuando conseguí el valor para decírselo va y… se ha ido a Corea –apoyo su cabeza sobre mi hombro–. Me siento culpable de que se haya ido. Creo que es mi culpa… Me hace sentir como que se ha ido porque pensaba que quería algo de él que no era.

Nada más terminar de hablar se metió los palillos en la boca pesando que tenia comida entre ellos aunque no fuese así. Deje mi ramen en la mesilla y cogí su bote con cuidado, y luego le quite los palillos de la mano.

Sonreí de manera conciliadora y le di de comer, así no hablaría mientras yo estaba hablando. Y podía encargarme de que comiese de verdad y no lo dejase como había hecho Jongin antes.

–Jongdae –pronuncie su nombre muy a mi pesar– no se ha ido porque piense algo que no es sobre ti. Le dejaste claro que había sido muy importante en tu vida y por alguna razón que no está entre tus manos –volví a meterle los dos palillos en la boca con cuidado– se ha ido. Ahora solo tienes que encargarte de cuidar de ti mismo y no caer. Y yo voy a ayudarte con eso ¿sabes? Al fin y al cabo si me hubieses escogido a mí en vez de a ese tal Jongdae podrías haberme sacado dinero y todo lo que hubieses querido por mucho tiempo –asegure mientras sonreía dulcemente dándome cuenta de que me estaba declarando.

Yixing quiso responder a mi declaración pero volví a meterle comida en la boca, cualquier cosa con tal de que no hablase.

–No tienes porque decir nada –agregue rápidamente–. Sé que no sientes nada por mí, pero no te preocupes porque hare que eso cambie –volví a sonreír–. Y de mientras te cuidare como tú te mereces que te cuiden.

Seguí dándole de comer, sin que se quejase, hasta que se termino lo que tenia. Decidí darle el bote para que él solo se tomase el caldo, ya que podía manchar sin querer la colcha y luego era muy difícil de lavarlo.

–¿Sabes? –pregunte antes de que terminase de beber el caldo para que no empezásemos a hablar de mi declaración y esas cosas–. Sé que no te va a gustar que te diga esto pero he seguido viendo a Jongin durante este tiempo –frunció el ceño–. Me pidió perdón y se porto muy bien conmigo –comencé yo esta vez a explicar–. Volvimos a hacernos amigos y cayó enfermo. Le cuide y se puso fuerte otra vez. Ahora tiene una novia que le trae loco –reí levemente pues solía llamarme casi todos los días para contarme lo bueno y lo malo de su relación con ella.

–Nunca me cayó bien ese chico –aseguro después de terminarse el caldo, ignorando el tema intencionadamente para no alterarme–. Me miro muy mal cuando nos conocimos y decidí que no quería volver a verle nunca. Luego cuando me entere de lo que te había hecho… Luhan, al principio duele, pero luego es muy placentero –sonrió feliz comenzando a hablar del sexo.

–Calla si no quieres que te eche de mi habitación –le amenace con mis palabras y mirada.

–Te lo digo en serio –objeto él–. No quería decirte esto porque era algo vergonzoso pero… –se mordió la lengua suavemente antes de hablar–. Comencé a sentir valor para decirle a Jongdae –para mi él solo escuchar su nombre era tremendamente molesto– todo lo que te he dicho porque comenzaba a gustarme otra persona. Pensaba que no iba a conseguir hacerle feliz de la misma manera que él me hacia feliz porque él no sentía lo mismo por mi ¿sabes?
››Me gustas Luhan –¿De verdad había dicho eso?–. Y con solo escuchar que estás enamorado de mí me haces mucho más feliz de lo que Jongdae me ha hecho con tanto sexo.

Rodé los ojos por lo que le había agregado al final. ¿De verdad era necesario hacerlo? Le di una colleja sin poder evitarlo, aunque no hubiese sido muy fuerte.

–¿Quién dices que es un rompe momentos poco romántico? –le acuse acordándome de que una vez me lo había llamado a mi sin ningún escrúpulo.





El pequeño epilogo que tiene lo subiré la semana que viene. Gracias por leer <3

2 comentarios:

  1. Tanto Yixing como su abuela son unas personas maravillosas que se hacen querer al instante.
    Vamos, que tratar y acoger tan bien a Luhan ha sido una bendición.
    ㅋㅋㅋㅋㅋㅋ Como que debería preguntar mejor, no a la señora Zhang sino a Yixing. Él seguro sabe donde anda ese traje gris.
    Es recordar la parte del LayChen y AAAAHH.

    Espera que me cuadro, Jongin hablando con Luhan. No doy crédito. No.
    WAIT. No se están peleando. Vale, eso significa que ¿Han madurado? Quizás. Aún no estoy con todas con Jongin. (Desconfía y por ello alza un zapato por si ha de atacar en cualquier momento).

    Jongin anémico a tal grado que se desmaya dejando mis imaginaciones por los suelos.
    El hermanastro de Luhan con parada cardiaca cual lo salva éste.
    La vida de Luhan es bastante ajetreada...

    Luhan estando borracho ¿puede dar sermones? Sorprendente la habilidad de este chico. Pero es que Yixing...dejarlo por media hora mientras disfrutaba con ChenChen. Ay que ver qué desconsiderado por tu parte, arrastrar a Luhan para dejarlo ahí plantado. JAJAJA
    -Se lo toma con gracia-

    WTF ¿Todo eso le lió Luhan a Yixing? ¿Dormir en pelotas? ¿Un bicho? Luhan...la bebida no es tu fuerte. JAJAJAJAJA Es una escena tan chistosa que es recrearla en la mente y no parar de reír.
    Vale, lo del río ya, remata la escena de Yixing desnudo en la cama por petición de Luhan.

    El beso que se atreve a darle Luhan a Yixing estando éste dormido, la confesión, el ser correspondido. Creo que ahora me quita el mal sabor de boca de que Jongin tenga pareja, que no sea Luhan. Que Yixing y Jongdae no hayan podido estar juntos.
    Pero al menos, todos terminan bien.

    OWO Epílogo. A esperar se ha dicho.
    Un beso guapa! Me traes locas con los fics :D

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    1. Y tanto que lo son, porque vamos, hacen todo lo posible para que el se sienta cómodo entre ellos. Un amor que son *-*
      Ya, pero es normal que el no lo sepa e_e Aunque teniendo ellos más o menos la misma complexión y que le desaparezca de repente lo normal seria que le preguntase o algo la verdad XDDDD
      Luhan se enfado y se cabreo mucho por Kai hizo, pero como ha pasado el tiempo se le ha ido un tanto el mosqueo y más de lo mismo (o algo parecido al menos) con Jongin. La verdad es que es bonito ver que no se pelean y que pueden seguir siendo buenos amigos. Haces bien en tener el zapato preparado e_e A saber quien puede acabar disgustandote... 8(
      Es que ademas es policía y tiene que hacer ejercicio para ponerse/mantenerse en forma, por lo cual le es más fácil de que le pásese eso... D:
      Lo que esta claro es que tendrá muchas anécdotas que contar a sus hijos y nietos si es que tiene descendencia con Lay, vamos que si adoptan o algo xDDDD
      Es un ser todo poderoso e inteligente, puede hacer lo que quiera (???) Yo tengo amigos al menos que los dan mejor que sin haber bebido xDDDD Y tanto, porque es él quien se empeña en llevarlo. DURANTE TODO EL CURSO QUE LE HA ESTADO DANDO LA CHAPA PARA IR JUNTOS XDDD Y luego se va con Chen, que le entiendo en cierta manera pero... xDDDDDDDDD
      Bueno, solo sin pantalones xDDD Pero bonita noche que le dio al pobre chico xDDD Esta claro que no lo volverá a emborrachar o a llevar de fiesta, tiene todas las de perder XDDD
      JAJAJAJAJAJA El otro día me paso eso con una amiga (bueno, algo parecido) y me dije: Eso lo sumo E____E

      Luhan no quería tener nada con Jongin otra vez, o sea que no te sientas tan mal por él. El caso de Jongin al principio era diferente, porque si que quería algo más pero sabia que no iba a conseguir nada (?) xDDD Y bueno el Chenlay... ellos tenían su propia historia más complicada... xDDDDDDD

      Creo que lo subiré el miércoles, como no habrá Luminescent pues subo ese y el ultimo capitulo de Paranoiac xDDD

      Nos vemos cosa bonita *3*

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