Aun en contra de mi voluntad la señora Zhang
y Yixing habían sacado todas las prendas de los padres de mi amigo de la
habitación para que pudiese poner las mías. Les había repetido una y otra vez
que no era necesario, que me había acostumbrado a meter y sacarlo todo de la
maleta y que no me era incomodo, pero hicieron caso omiso a lo que yo les
decía. Definitivamente eran unos cabezotas.
Estaba buscando en mi nuevo armario. Tenía un
seminario importante y estaba buscando los tres trajes que tenia, solo que no
encontraba uno de ellos. Extrañado mire dentro de la maleta, igual me lo había
dejado ahí dentro, pero tampoco. Salí de la habitación y mire hacia los lados.
Aun tenía tiempo para prepararme o sea que no me tome grandes prisas. Yixing
había salido temprano aquel día, le había escuchado levantarse e irse, y la
señora Zhang se encontraba en la sala, viendo tranquilamente la televisión.
–Señora Zhang –la llame suavemente para no
molestarla o sobresaltarla. Ella me miro con aquella dulce expresión que siempre
acompañaba su cara–. Por casualidad usted no sabrá donde se encuentra mi traje
gris oscuro con las rayas verticales un poco más claras ¿verdad? –pregunte
haciendo un poco de mímica para explicarme mejor.
–No, lo siento querido –respondió ella. Me
disculpe por haberla interrumpido y salí de la sala, para volver a mi
habitación. No es que lo necesitase, tenía otros dos para ponerme pero
simplemente me intrigaba cual podría ser su paradero.
No lo había perdido, sería difícil ya que
llevaba tiempo sin ponérmelo. Resople por la intriga, pero sin esperar mucho
más me puse otro que tenia, uno que era completamente negro. Era más formal de
lo que yo quería aparentar pero bueno. Hasta que encontrase el otro iba a tener
que arreglármelas con ese y con el azul marino que tenia.
No es que me los pusiese mucho, pero cuando
tenía seminarios o reuniones importantes me gustaba ir arreglado. Al fin y al
cabo era lo primero que veían de mí. Además, los seminarios a los que acudía
últimamente me estaban interesando de sobremanera y me estaban haciendo
plantear el deseo de irme a África como medico de una ONG cuando terminase la
carrera.
Viviría de una manera tranquila, alejado de
todas las estupideces del siglo XXI y podría ayudar a gente que de verdad lo
necesitaba y se lo merecía. Porque aquella buena gente no había hecho nada para
merecerse aquello. Tenían que soportar guerras, malnutrición, la escasa
tecnología, el poco rendimiento de los medicamentos e incluso la esclavitud.
Sería una buena manera de hacer que todos mis antiguos pecados desapareciesen.
Una vez en el seminario uno de mis profesores
me presento a los responsables de la ONG que habían planificado aquel
maravilloso encuentro. Parecían buena gente, amables incluso. Muchas de las
personas que habían acudido eran gente con dinero y se dedicaban a dejar
adineradas donaciones para ayudar a la causa o simplemente para no quedar como
tacaño delante de los que debían de ser compañeros y amigos.
–¿Luhan? –me di la vuelta pensando que me iba
a encontrar con algún compañero de clase pero quede totalmente petrificado al
ver a Jongin enfrente mío. Iba igual de arreglado que yo, igual incluso más. Se
había quitado la chaqueta del traje y caminaba por ahí con una camisa blanca
que dejaba ver la silueta de su moreno cuerpo–. Te veo bien.
–Lo mismo digo –le respondí con una tímida
sonrisa–. Lo…lo siento, no esperaba verte aquí y… me he quedado en blanco
–admití mientras intentaba aclarar mis pensamientos.
Hacía casi un año que no nos veíamos, ni nos
habíamos dirigido la palabra ni nada. Hacía ya un tiempo que había desbloqueado
su teléfono del wassap y no me había
llegado nada de él, ni a él de mí.
–Te comprendo. Llevo observándote como media
hora, no he sido capaz de hablarte en todo ese tiempo porque no me cabía en la
cabeza que te estuviese viendo otra vez –el chico parecía estar tan sorprendido
como yo–. ¿Qué haces aquí? A esta hora deberías de estar en clase.
Me sorprendió saber que todavía recordase
cual era mi horario. Bueno, tampoco era muy difícil: tenía clases toda la mañana
y tres horas a la tarde. Casi siempre era lo mismo y cuando tenía que hacer
prácticas incluso más.
–El profesor con él que tengo ahora clase nos
ha invitado a venir a estos seminarios. Dice que aprenderemos más que dando una
clase normal. Y ¿tú qué haces aquí? No sabía que te interesasen los africanos.
Paso un camarero entre los dos, el cual
servía canapés hechos con comidas y especias de África. Había probado unos
cuantos y la verdad es que estaban deliciosos. Nos ofreció y yo aproveche para
coger aunque Kai no hiciese lo mismo.
–Mi padre es el corresponsal coreano de la
ONG. Por eso nos mudamos a China –explico. Mira, al menos me contaba algo de lo
que no tenía ni idea–. ¿Podemos hablar en un lugar más privado? –pregunto un
tanto incomodo.
Asentí a mi pesar, supongo que aun teníamos
cosas de las que hablar. Nuestra ruptura no había sido normal y lo propio seria
que no nos aguantáramos y que no nos quisiésemos ni ver. Pero allí estábamos,
hablando como si fuésemos adultos.
Jongin me condujo a un pequeño despacho, en
realidad era una pequeña habitación con muebles de reunión. Supuse que los
organizadores lo habían utilizado para preparar los asuntos de última hora.
Jongin se sentó en uno de los butacones y yo hice lo mismo con el que estaba
justo en frente del suyo.
–Creo que no sirve de nada a estas alturas
pedirte perdón pero: lo siento.
Aquello fue extraño. Los dos habíamos sido
egoístas, no teníamos porque ser corteses el uno con él otro. Ni siquiera
teníamos que comportarnos con amabilidad. Teníamos razones para odiarnos el uno
al otro, para no querer vernos ni en pintura.
–No debí llevar a nadie a casa, y menos
cuando tú aun te encontrabas allí –volvió a hablar al ver que no pronunciaba
ninguna palabra. Simplemente le miraba fijamente, sin decir nada–. Pero me
jodió que pensases antes en que te iba a doler y que te iba a romper a que iba
a ser algo especial entre los dos. No… espera… pensaste que ibas a hacerlo tú
–meneo la cabeza de lado a lado al acordarse de que sus palabras eran erróneas–.
Admito que me habría gustado llegar más lejos contigo, y no me habría importado
no hacerlo pero esa negativa tuya me dolió mucho. No fue un simple rechazo, fue
como que me gritases un “no, no, no, no,
no, no, no”.
–Cuando una persona tiene información sobre
cosas como esas es normal que se escandalice y se preocupe –propuse con una voz
más blanda de lo que yo pretendía–. Puede que a ti eso te doliese, pero peor
fue lo que hiciste tú. No me siento orgulloso de haberte dejado de esa manera,
pero no creo que pudiese hacer otra cosa –admití–. Si se hubiese repetido
aquella escena me habrías roto por completo.
–Lo sé –admitió–. Te he echado mucho de menos
desde que te fuiste –aseguro con confianza–. Pensé que estarías ahí siempre y
al ver que no volvías… creo que yo también me derrumbe.
Nos miramos a los ojos durante un largo
momento. Raramente, parecía que no nos queríamos decir nada más. Era extraño
tenerlo delante, sin poder decirle todo lo que había deseado durante casi ese
entero año que había pasado desde la última vez que nos habíamos visto.
–Lo siento, debí de haberme comportado con
más madurez –me disculpe rompiendo yo esta vez el silencio–. Pero estoy seguro
de que así ha sido mejor para los dos.
Acabamos por hacer las paces e intentar
seguir llevando una amistad entre los dos. Era difícil ya que nos solíamos
echar pullas y borderias sin querer. Era como un mecanismo para que él otro no
nos hiciese daño otra vez. Pero aunque nuestro comportamiento hubiese cambiado
conseguimos volver a ser más o menos amigos.
Debía de admitir que me gustaba más la
relación que llevábamos ahora. Era más fácil de llevar y así podía deshacerme
del estrés acumulado y del mal humor que me hacia tener. Jongin también lo
pagaba conmigo o sea que estábamos en paz.
No le comente a Yixing que había hecho las
paces con él porque mi amigo le había cogido mucho asco al moreno. Era como
tener un amante pues nos veíamos a escondidas, pero sin sexo ni atracción
sexual. Y sin pareja.
Jongin era atractivo, no lo podía negar, pero
el solo pensar en él como un objeto sexual me repugnaba. Y se lo había dicho.
Para mi había perdido todo su sex–appeal. Él seguía diciendo que yo era mono,
pero que por dentro estaba podrido y que jamás se le volvería a ocurrir tener
nada conmigo.
–No puedo creer que hayas perdido un traje
–se rio de mi mientras me acompañaba a comprar uno nuevo. Lo había estado
buscando durante semanas, pero no lo había encontrado.
–Calla –le ordene, ya que había ido allí para
molestar, no para ayudarme a buscar el tipo de traje que yo estaba buscando.
Había encontrado uno que me agradaba, era del estilo del traje que no
encontraba y se asemejaba mucho a mi talla. Luego solo me quedaría darle un par
de toques para que me quedase perfecto–. Puedes irte o esperarme aquí. Tú
eliges –le di la opción mientras metía en uno de los probadores.
Como seguí escuchando su voz, supuse que se
había quedado ahí a esperar a que saliese del probador y le enseñase como me
quedaba el traje. O sea que así hice. Parecía que le había agradado como me
gustaba pues me miro de arriba abajo y luego asintió a mi pregunta.
–No he perdido el traje –le explique–.
Simplemente ha desaparecido. Yo no lo he utilizado y estaba en mi armario la
última vez que me fije en él –no era una persona con mala memoria, e eso estaba
seguro si no, no podría estar estudiando medicina–. Es solo que…
Me di la vuelta al ver que Jongin había
entrado al probador. Le había visto reflejado en el espejo. Tape la parte de
arriba de mi cuerpo por inercia pues me había quitado ya la camisa y me había
desabrochado ya el pantalón. Pero este seguía ahí.
–¿Qué coño crees que estás haciendo Jongin?
–brame mientras intentaba empujarlo fuera aun tapándome con los brazos el
tronco de mi cuerpo. Estaba claro que aquellos empujones no iban a conseguir
nada, por el simple hecho de que no le estaba empujando como era debido.
Se abrazo a mí con fuerza, así no había quien
se lo quitase de encima. Lo peor fue cuando comenzó a besar y a morder mi
cuello, débilmente, como si en realidad no fuese consciente de lo que estaba
haciendo. Le empuje con fuerza una vez más haciendo que se resbalase con la
cortina que nos tapaba y cayésemos los dos al suelo rodando.
Pude ver la sonrojada cara de una de las
encargadas mirándonos fijamente. Por la posición en la que estábamos y porque
yo aun no me había vestido del todo me puse rojo como un tomate. ¿Qué coño se
creía que estaba haciendo aquel chico? Pero no se soltaba de mí, se había
cogido con fuerza y casi temí por él. Estaba tan quieto que parecía que se había
desmayado por el golpe que quizás se habría dado. Si era el caso se lo merecía
por atacarme de esa manera.
–Jongin suéltame de una vez –exclame
intentando salir de aquella embarazosa situación antes de que llamásemos la
atención de más gente. Pero el moreno no contestaba. Parecía que se había
desmayado de verdad. Intente cogerle el pulso en aquella mala postura–. ¿A qué
esperas? ¡Llama a una ambulancia! –ordene a la chica–. ¡Se ha desmayado sin
ninguna razón aparente!
Un cuarto de hora después estábamos en el
hospital más cercano. Jongin había recobrado medianamente la conciencia durante
unos momentos antes de volver a perderla en la misma ambulancia. Nada más
llegar le habían hecho las pruebas más básicas mientras él seguía inconsciente.
Me hicieron esperar durante media hora en una
sala de espera hasta que fueron a decirme algo.
–El señorito Kim tiene anemia –comenzó a
explicar–. Hemos visto que tiene casi todos los componentes de la sangre están
muy bajos, incluso la calcemia –me dejo ver una copia de os análisis, los
cuales los mire detenidamente.
–Es extraño –comete–, no ha mostrado ningún
síntoma de estar cansado durante estos días. Ni de encontrarse débil. Ni
siquiera ha estornudado –seguí mirando los informes–. Tiene las toxinas
péptidas muy altas –observe. El médico miro sus informes, los originales.
–Eres muy observador –me halago–. Le hemos
puesto suero para que tenga repuestos cuando despierte pero le diré a la
enfermera que se lo cambie a enriquecido.
Asentí de acuerdo con él. Me abstuve de decir
que era estudiante de medicina, no veía que fuese algo que hubiese que
resaltar. Aunque supuse que el señor habría comprendido que sabía algo de
medicina. Igual que había dado algo en clase o que había hecho un cursillo, o
simplemente que tenia curiosidad por el tema y que había investigado.
–¿Puedo ir a verlo entonces? –pregunte
apartando los análisis de mi vista. El médico asintió.
–Lo trasladaremos a la UCI hasta que se
despierte, por si acaso –agrego para que no me preocupase–. Pero en cuanto
despierte lo trasladaremos a una habitación, aunque lo más seguro es que se le
dé el alta hoy mismo.
–Claro –estuve de acuerdo con eso, era lo más
lógico de hacer–. Iré a comprar algo para comer entonces –le informe–. ¿Podrían
hacerle las pruebas de desnutrición? Solo para saber en qué punto se encuentra.
La verdad era que la prueba era muy sencilla,
que no costaba nada de dinero y que la podía hacer cualquiera, o sea que dudaba
que me fuese a decir que no. Y como supuse acepto mi petición sin hacer ningún
asco.
Cuando llegue a la UCI Jongin ya estaba medio
despierto, aun no era consciente de todo pero podía hablar medianamente normal.
–Ha estado llamando a un tal Luhan –me
explico la enfermera sin saber que esa persona era yo–. Ha estado murmurando
muchas cosas pero no hemos comprendido lo que ha dicho, hablaba en coreano
–siguió hablando hasta que me dejo en el pequeño cubículo en el que se
encontraba Jongin.
–¡Ei! –le salude mientras le agarraba de la
mano para que notase que estaba allí, que no era una voz que escuchaba por
escuchar.
–¿Luhan? –pregunto confundido. Asentí con la
cabeza delante de su cara para que me viese bien–. Menos mal que estaba contigo
–murmuro suavemente–. No quiero ni saber qué habría ocurrido si hubiese pasado
con cualquier otra persona.
–Anda calla –le pedí–. Cualquier persona con
un poco de lógica habría llamado a una ambulancia –me quite el merito que él me
atribuía–. ¿Quieres que le informe a alguien de qué estás aquí?
–A mi madre. Pero no la preocupes mucho ¿sí? –cerró
los ojos lleno de cansancio–. Sabe hablar en chino, no te preocupes –agrego
respondiendo a mi mayor incógnita.
Miré en la silla que tenia al lado su cama,
allí estaba toda su ropa, incluso la interior. Encontré su móvil en el bolsillo
de sus pantalones sin ningún problema. Busque entre sus contactos sin hacer
mucho caso a los demás hasta que encontré el teléfono con el que me tenía que
poner en contacto.
La voz que me recibió al otro lado fue de una
mujer, dulce y alegre. Era agradable escucharla, pues con solo su voz me la
podía imaginar muy maternal.
–Lo siento, no soy Jongin –me disculpe
utilizando un registro muy educado–. Estoy con su hijo en el hospital. Se ha
desmayado en una tienda y…
–¿¡Que!?
–exclamo ella rápidamente casi dejándome sordo–. ¿¡Esta bien!? ¿¡Que le ha pasado ha…!? –comenzó a mezclar idiomas.
–Está bien, tranquila –afiance mi voz para
que me hiciese caso–. Esta estable y consciente. Solo tiene que descansar y…
creo que debería de venir al hospital usted misma. Lo más seguro es que le den
el alta hoy mismo, pero estoy seguro de que le animara mucho…
Un grito femenino no dejo que siguiese
hablando. Esta vez no venía del otro lado del teléfono, si no de la misma sala
de la UCI. Salí del cubículo al que habían destinado a Jongin y con el móvil
aun en la mano observe como gran parte de las enfermeras acudían a uno en
concreto. Sin pensarlo dos veces me acerque para ver qué pasaba. Aunque aquello
estuviese lleno de docentes tenía la obligación de ayudar como estudiante de
medicina que era.
El paciente solo era un niño. Apenas tendría
seis años, puede que cinco. Estaba sufriendo un paro cardiaco y él medico no se
encontraba allí, lo vi venir corriendo desde el otro lado de la sala pero había
que actuar cuanto antes.
Un celador saco a los padres de la pequeña criatura
habitación mientras un enfermero llevaba el desfibrilador. Casi sin querer, sin
proponérmelo, me puse unos guantes de plástico y mire a las enfermeras.
–¡Quitadle el pijama! –ordene a la vez que le
quitaba las palas al enfermero–. ¡Soy estudiante! –le informe–. ¡No será la
primera vez que lo hago! Ahora ponlas a 200 –volví a ordenar cuando vi que
comenzaban a hacerme caso y a tomarme en cuenta.
Cuando el aparato estuvo preparado presione las
palas contra su pecho. El cuerpo del pequeño dio un vuelco por la corriente
eléctrica que había recorrido su cuerpo. Pero no funciono. Les indique que lo
pusiesen más fuerte y esta vez, surgió efecto.
Respire aliviado mientras apartaba las palas
de todo el mundo para no electrocutar a nadie. Mire las constantes preocupado y
observe que poco a poco iban volviéndose normales. No era muy consciente de lo
que pasaba a mí alrededor por la adrenalina y noradrenalina que recorría mi
cuerpo.
Pero luego sentí como la gente me daba la
enhorabuena por haber conseguido reaccionar tan rápidamente. Sonreí sin poder
evitarlo, no solo yo estaba orgulloso de mi actuación, si no que la gente me
reconocía. Agradecí la ayuda de todos, aun era un estudiante y habían confiado
en mí. Era imposible que una sensación de euforia y felicidad no naciese en mí.
Y allí siguió hasta que mi mirada entro en
contacto con la de los padres del chico.
–Doctor, si no le importa, el paciente de la
habitación 09 ya está despierto y con constantes estables. ¿Podría pasarlo a
planta cuanto antes? –me refiera a Jongin. Cuanto antes saliésemos de allí
mejor para todos–. Con permiso –agache la cabeza y salí casi corriendo a la
pequeña habitación que tenia este.
–Estos jóvenes de hoy en día son muy
considerados ¿verdad? –escuche decir al médico antes de que comenzase a
explicar todo lo que había pasado a los padres del niño.
Jongin se había incorporado y parecía que
incluso había intentado salir de la cama pero que se había quedado en el intento
al ver que la bata que llevaba no le cubría bien la parte de atrás.
–¿Qué ha pasado? –pregunto curioso al ver lo
atosigado que venía. Le mire fijamente durante unos segundos, pensando bien si
debía de hablar o no.
–Luhan –ni me di la vuelta para atender a la
persona que tenia detrás.
–Luego te explico Jongin –lo ignore como si
no le hubiese escuchado–. Ahora túmbate en la cama y estate tranquilo. En nada
nos pasaran a planta y te darán el alta –asegure mientras sacaba su móvil que
lo había metido en mi bolsillo sin darme cuenta–. Lo siento, no he podido
avisar bien a tu madre pero…
Me acerque a la cama después de haber cogido
su ropa de la silla, se la deje al lado para que al menos pudiese ponerse la
parte de abajo o solo la ropa interior.
–Luhan –volvió a llamarme el padre del niño
al que acababa de salvar–. Gracias por salvar a… a tu hermano –Jongin me miro
extrañado pero él siguió hablando–. Me he preguntado durante todo este año que
ha sido de ti y… veo que te has vuelto todo un hombre –para mi aquellas
palabras eran como si no existiesen–. No… no sé qué decirte después de tanto
tiempo pero…
–Déjale en paz –le ordeno Jongin sin ningún
respeto al comprender que aquel señor era mi padre–. Vete o haré que te lleven por
la fuerza –le amenazo al ver que no se iba. Pero el siguió ahí, sin siquiera
moverse. Esperando a que dijese algo.
Jamás pensé que volvería a verlo. Tampoco
llegue a plantearme que tendría que asistir medicamente de tal manera a mi
hermanastro. La rabia me corría por dentro. Quería que todo se fuese a la
mierda.
Al ver mi situación, Jongin agarro mi mano y
la apretó con fuerza. Estaba dispuesto a llamar a seguridad, de eso no había
duda. El sabia de primera mano lo mal que lo había pasado por culpa de mi padre
y de su mujer. No culpaba en nada al que había sido mi hermano en aquel
entonces pues era un niño e imitaba lo que hacían sus padres. No sabía hacer
más.
–Si no te vas de aquí, os volveré a denunciar
–sentencie con un tono de voz amenazante–. Tu puta tiene una orden de
alejamiento puesto y no creo tener ningún problema en ganar el juicio –alce la
mirada para decirle aquello. Quería que viese que, como él había observado, me
había vuelto un hombre, alguien fuerte–. Te dije en su día que no te volvería a
hablar nunca más. Has tenido suerte de poder verme hoy aquí, pero créeme cuando
te digo que no ha sido ningún placer para mí.
El señor, para mí ya era un extraño, dudo
entre quedarse o irse. Lo pude ver en la manera que me miraba. Sentía que una
parte de él quería abrazarme por primera vez en su vida, decirme cosas bonitas
y recuperar el tiempo perdido. Pero hacia ya mucho tiempo que había perdido la
oportunidad para hacer eso. Desde el preciso momento en el que me dejo en la
calle y decidió no ayudarme a mí, si no a esa mujer que para mí no tenia
nombre.
Por fin pareció darse por vencido pues se dio
la vuelta y comenzó a alejarse. Agradecía hasta cierto punto que me hubiese
dado las gracias por salvar al niño pero solo tenía derecho a hacer eso. Lo
demás ya estaba fuera de lugar. Hacía tiempo que había perdido mi respeto,
afecto y cariño.
Para mí él ya no era mi padre. Solo era una
persona más con la que compartía el planeta.
–¿Te encuentras bien? –me pregunto Jongin con
un tono de voz preocupado. Le mire fijamente y por su expresión pude ver que mi
rostro reflejaba todo lo que sentía. Impasibilidad y alivio. Paso su brazo
alrededor de mi cuerpo y me abrazo suavemente.
Hacía ya unos minutos que nos habían dado una
habitación en planta y yo me había dedicado a arreglar las cosas y a ordenar
todo bien. Suavemente, sin que dejara de abrazarme aunque su brazo pasase de mi
hombro a la parte baja de mi espalda, me agache para alzar una bolsa. De esta
comencé a sacar diferentes tipos de comida y se las puse justo delante. Él me
miro sin entender.
–Eso debería de preguntártelo yo a ti.
¿Cuánto tiempo llevas sin comer? –pregunte de manera suave, sin alzar la voz
mientras me sentaba justo a su lado, apoyando yo también la espalda en el
respaldo de la cama erguida.
–No se –admitió él–. Llevo mucho tiempo sin
tener tiempo para hacer muchas cosas –comenzó a explicarme aunque supiese que a
mi sus escusas no me valían–. Estoy comiendo, pero poco. Lo que puedo.
Pase lenta y suavemente mi mano por su
cuello. Acaricie su oreja y pelo suavemente antes de empujar su cabeza contra
mi pecho. Se quedo inmóvil hasta que comencé a escuchar como sollozaba y se
agarraba a mi jersey exhausto. Sus sollozos se volvieron más pronunciados hasta
que por fin comenzó a llorar de verdad.
Acaricie tanto su pelo como su cuello, orejas
y espalda con suavidad, esperando a que se calmase cuanto antes. Puede que no
me quisiera contar nada, por ahora, pero le iba a venir bien desahogarse por un
momento. Que reflexionase interiormente lo que estaba haciendo y que viese que
si alguien le apoyaba con su problema lo iba a tener más fácil para
solucionarlo.
Porque yo no le iba a presionar. Pero tampoco
iba a dejar que cayese en lo que fuera que estaba metido. En mis años de
secundaria me toco convivir con una compañera que sufría de anorexia y pretendía
dejar que Jongin cayese en algo parecido a eso. Ella lo paso muy mal y no iba a
dejar que a Jongin le pasase lo mismo.
–Ea, ya paso –seguí acariciando su cuerpo–.
Lo arreglaremos todo ¿vale?
Al final acabe visitando todos los días a
Jongin. Como nos habían dicho el mismo día que ingreso le dieron el alta y en
la comisaria le habían obligado a cogerse la baja, por su bien. Yo iba a
cuidarlo, a asegurarme de que seguía bien. Seguía sin querer comer mucho, y yo
no le obligaba pues si lo hacía podría ser mucho peor.
No les había contado nada a sus padres el
problema exacto por el que había ingresado durante ese día en el hospital. No
iba a obligarle a hacerlo pues seguro que estos le presionarían. Tenía
suficiente con que yo lo supiese. Ya era suficiente vergüenza para él.
–Esto es puré de verduras, muy ligero para
comer –le asegure mientras le ponía el plato en la mesa, justo delante de él–.
Es como no comer nada –exagere mientras cogía la cuchara al ver que él no lo
hacía.
Se la intente meter en la boca, pero su
mirada me paro. Parecía entre incrédulo y avergonzado por la escena que estaba
mostrando delante de él. Agache la cabeza avergonzado al darme cuenta y suspire
levemente.
–¿Qué tengo que hacer para que comas?
–cuestione al ver que mi plan no funcionaba. No hablo, simplemente me miro y de
repente sonrió, como si hubiese recordado algo que tuviese gracia.
–Últimamente estoy mejorando ¿verdad? –asentí
sin comprender a que quería llegar–. He intentado recordar cuando comencé a
comer menos, y creo que ya se cuando fue. Te acuerdas del día en el que nos
reencontramos ¿verdad? –volví a afirmar con la cabeza–. Estabas feliz, te veías
en tu salsa. Pero cuando te hable, te pusiste serio de repente. Desde entonces
nuestra relación actual no tiene nada que ver con la que teníamos antes. Y
desde que vuelves a ser cariñoso y considerado conmigo, he mejorado.
–No te voy a permitir que me hagas chantaje
emocional Jongin –le avise comenzando a sentirme mal, aunque no culpable–. Yo
no tengo la culpa de que hayas dejado de comer –asegure–. Lo siento, pero sí,
he sido muy feliz durante el tiempo que no estuvimos juntos porque he tenido
mucho apoyo por parte de los que se encontraban a mí alrededor. No estoy
diciendo que contigo no fuese feliz o que no pensase en pedirte perdón y volver
a tus brazos, pero he sido feliz sin necesitarte. Tú tampoco me necesitas.
–Claro que te necesito. No te voy a pedir que
seas mi pareja –aclaro–, no quiero porque me volveré a enamorar completamente
de ti y cuando quiera llegar a algo más me rechazaras y me dolerá tanto que
volveré a hacer alguna estupidez por culpa de mi orgullo. Solo quiero que seas
mi amigo, que nos cuidemos mutuamente.
–Tus palabras no se diferencian mucho de
tener pareja –asegure mientras me metía yo la cuchara de puré a la boca.
Se levanto repentinamente de la silla y se
quito la camiseta, tirándola al suelo. Le mire extrañado. Su cuerpo siempre
había sido delgado, desde que yo lo había conocido al menos sí, pero ahora
tenía las costillas muy marcadas, la piel había empalidecido y no parecía ser
tan tersa como lo había sido antaño.
–No digo que tú hayas provocado esto. Digo
que tú me puedes ayudar a prevenirlo. ¿Te parezco atractivo? –negué con la
cabeza aunque estaba claro cuál iba a ser mi respuesta–. A mí tampoco. No como
porque quiera estar delgado o me vea gordo, lo hago porque no me siento lleno
por dentro y eso me quita las ganas de comer. Quiero un amigo que me ayude a
ser feliz. Nada más.
Le mire fijamente. No sabía si me podía fiar
de sus palabras y solo quería eso o detrás de sus palabras había segundas
intenciones. No en vano el día que se desmayo me había besado. Aquello hacia
que me fuese difícil creerle tan fácilmente.
–De acuerdo. Seré tu amigo –acepte. Esperaba
ver una expresión de felicidad, pero siguió impasible, sin modificar su
expresión en lo más mínimo.
Estaba en la cocina sacando la colada que
acababa de hacer cuando extrañado comencé a sacar pantalones de traje, uno tras
otro. Los mire fijamente de uno en uno, pero no encontré el que había perdido
yo.
–¿Qué estás haciendo? –me pregunto Yixing
divertido al ver como inspeccionaba todos los pantalones.
–Hace tiempo perdí un traje y no sé donde lo
he metido –suspire mientras el sonreía y seguía riendo–. No es gracioso. Me
preocupa eso de perder cosas caras ¿sabes? No estoy como para andar tirando el
dinero.
–No te preocupes por el dinero, en mi nuevo
trabajo gano bastante al mes y si quieres puedes dejar de pagar el alquiler –me
ofreció aunque sabía que iba a declinar su propuesta–. De acuerdo, vale
–murmuro por lo bajo–. Haz lo que quieras.
–Invítame a tomar algo –le pedí–. Ahora que
tienes dinero puedes permitírtelo ¿no? –inquirí–. Podemos traer algo de fuera
para tu abuela, seguro que le hará muy feliz –sonreí con amabilidad.
Acepto, o sea que después de prepararnos un
poco salimos a comer fuera a un restaurante normal. Era fin de semana o sea que
estaba lleno de familias y el ambiente era revuelto y con jaleo.
Le envié un mensaje a Jongin para saber cómo
estaba. No podía pasarme todo el día con él, y estaba intentando que poco a
poco fuese independizándose de mí. Me había asegurado que había encontrado a
una chica, entre otras muchas otras, que le había llamado la atención. Esta no
le hacía mucho caso pero poco a poco iba calándola. Aquella noche habían
quedado para cenar algo y para después ir al cine o sea que mal no les iba.
–Dime –comencé a hablar en cuanto nos
sentamos–. ¿Cómo te va con el chico que te gustaba? ¿Vuestra relación ha
mejorado?
Se escondió detrás de la carta, seguro que
esperaba que no pudiese ver su sonrojo.
–No sé si le odio o le quiero. Debería de ser
solo un amigo con derechos, porque lo nuestro es puro sexo, pero me atrae como
algo más que eso –admitió delante de mí.
–Y ¿tu estas feliz con una relación como esa?
–pregunte curioso.
Aquella respuesta demoro más en escucharse.
Parecía, aunque no pudiese verle la cara, que se estaba pensando bien todo lo
que le había sucedido con el susodicho para poder darme una buena y correcta
respuesta.
–Es una relación de la que saco placer
–contesto al fin–. No me hace ni ser feliz ni ser infeliz. Simplemente nos
utilizamos para desahogar nuestro estrés y conseguir placer él uno en él otro.
Puede parecer un poco estúpido, o poco conveniente y convencional, pero por
ahora funciona.
Me di cuenta que aunque hubiese respondido a
mi pregunta, se había escusado a sí mismo para y a su amante para explicar
porque aquella relación no le hacía sentirse feliz y completo.
–No es como si quisiese pasarme toda la vida
a su lado, que no estaría mal porque tiene mucho dinero ¿sabes? Pero ni mi
abuela ni su familia accederían a hacer tal cosa –se encogió de hombros dejando
caer la carta de comida sobre la mesa–. Lo más seguro es que un día acabe por
casarse con una mujer que no quiere y que se olvide de mi como lo habrá hecho
con todos los amantes que haya tenido antes. En cambio yo… –suspiro exasperado–
habré conseguido meterme en una multinacional como Samsung y ganar mucho dinero
–cambio su ánimo de repente mostrando una esplendida sonrisa y animando su tono
de voz.
Le mire perplejo, parpadeando varias veces
sin comprender bien su reacción. ¿Se había olvidado del vacío que le hacía
sentir? Ojala yo pudiese sentirme como él. Dejar que lo que me carcomía por
dentro dejase de estar allí y saliese a la luz una sonrisa permanente. Aquello
me parecía admirable.
–Eres impresionante Yixing –sonreí mientras
le miraba orgulloso de él hasta cierto punto.
–Luhan, todos mis amigos me llaman Lay. Has
escuchado como me llamaban así miles de veces. ¿Por qué sigues llamándome por
mi nombre? –me pregunto con tono un tanto molesto.
–Me gusta tu nombre –incline la cabeza hacia
un lado–. Yixing. Yi–xing –comencé a repetirlo unas cuantas veces seguidas–.
Creo que podría pasarme toda la noche diciéndolo –bromee aunque aquello no se
asemejase a mi seria cara.
Como auto reflejo, supongo, Lay metió su mano
en mi boca para que no pudiese seguir diciendo una y otra vez su bonito nombre.
No pude evitar reír aun con su mano dentro de mi boca.
–Que asqueroso eres –murmuro mientras sacaba
la mano de mi boca.
–Has sido tú quien la ha metido –le recordé
mientras lamia mis labios–. Espero que tuvieses la mano limpia.
–No sé qué decirte, hoy me ha dado por tocar
todo lo que tenía delante –hablo con voz picada. Le gruñí suavemente
mostrándole los dientes. El respondió sonriendo sin querer.
Poco a poco todo volvió a la normalidad.
Jongin volvió a su peso normal, Yixing seguía teniendo esa extraña relación con
el que yo había entendido que era su jefe, yo seguía cuidando de la abuela de
mi amigo y seguía con las clases. No había vuelto a ver a mi padre o a nadie
que había sido familiar mío por parte paterno. Estábamos todos en una buena
situación.
Como eran vacaciones de verano, Yixing por
fin me convenció para salir de fiesta. Decía que me animaría mucho y que lo
merecía después de pasarme semanas enteras estudiando. Comprendía lo que él
quería decirme, pero yo solo quería adelantar temario para luego ir más
preparado a clase.
Mis profesores me habían felicitado por las
recomendaciones que había recibido por salvar a mi hermanastro y lo humilde que
había sido después. Me aseguraron casi todos que sería un buen médico de mayor
pues era valiente y desinteresado por la fama. Aquellos calificativos me hacían
gracia la verdad. Si ellos supiesen la verdad no me idolatrarían tanto.
El alto volumen de la discoteca casi hizo que
mis tímpanos se rompiesen. ¿Cómo conseguía la gente aguantar aquello? Yixing se
veía en su salsa, totalmente feliz de salir de fiesta. Parecía que casi le daba
igual que estuviese con él pues andaba de un lado a otro bailando sin casi
hacerme caso. No podía evitar sentirme un tanto desplazado por eso, pero al fin
y al cabo era lo normal. El sabía divertirse de verdad, no como yo.
–Quédate aquí –me ordeno–. Vengo en seguida.
Asentí para que me entendiera y lo seguí con
la mirada mientras él se aproximaba a un joven bajo que estaba en la barra, sin
hacer mucho. Tenía pinta de estar allí obligado, como si aquel lugar no tuviese
nada que ver con él. Y por su porte y vestimenta yo pensé lo mismo. Parecía ser
demasiado serio para estar allí.
Observe como se hablaban él uno al otro al
oído. Parecía que se conociesen bien por sus gestos y por las sonrisas de Lay.
Después de una breve conversación el chico bajo y moreno se levanto del asiento
y cogió la mano de mi amigo, llevándoselo a lo que parecían ser los baños.
Me sentí molesto. No exactamente porque
Yixing me estuviese dejando de lado por unos minutos, si no porque se iba a, lo
más seguro, follar con aquel chico en vez de quedarse conmigo y divertirnos
juntos.
Mosqueado, me acerque a la barra y pedí otra
bebida. A su gusto, me daba igual que me diese con tal de sentir la mezcla del
frío refresco y el ardiente alcohol en la boca. Me lo bebí todo lo rápido que
pude, para no tener que ocuparme del vaso mucho tiempo, y decidí disfrutar.
Cuando Lay me volvió a encontrar a mi ya se
me había subido el alcohol lo suficiente a la cabeza para que me diese igual la
bronca que me estaba echando.
–¡Te he dicho que me esperases quieto! ¿¡No
comprendes lo que es eso!? –pregunto muy alto para que le pudiese escuchar ya
que con el ruido del local era realmente difícil. Divise unas pequeñas manchas
rojizas que tenía mi amigo en el cuello y hombros, pero no les hice mucho caso.
–Si te hubieses dado prisa en follar me
hubiese quedado en el mismo sitio –la verdad es que no era muy consciente de lo
que salía por mi boca, pero tampoco veía que le faltasen razón a mis palabras–.
¿Te ha gustado? El chico era mono ¿no crees? ¿Es él que tanto te gusta?
Lay se acerco más a mí para escucharme, ya
que yo no hablaba con el mismo tono alto que él.
–¿¡Cuánto has bebido Luhan!? –me pregunto
ignorando mis preguntas–. ¡A penas he tardado media hora en volver! –exclamo
haciendo que me riese. ¿En serio contaba los minutos? Parecía tan maniático
como yo, solo que en mi caso era con los estudios y el suyo con las fiestas.
–Solo me lo he tomado rápido –yo no notaba
que arrastraba mis palabras, pero por lo que tardaba en pronunciarlo era obvio
que lo estaba haciendo–. No quería cargar con el vaso mucho tiempo –le explique
mientras me alejaba de su cuerpo.
Intento retenerme y controlarme, pero escape
de su alcance sin proponérmelo. Vi a una chica bailar de una manera enigmática.
No es que lo estuviese haciendo de una manera provocativa, pero su cuerpo era
muy sensual, al menos visto desde donde yo estaba. Intente copiar sus
movimientos, hacerlos de la misma manera que ella los hacía, pero en vez de
conseguirlo golpee mi cabeza contra la de Yixing.
Nos dolió a ambos, aunque como él era más
consciente le dolió más a él. Me miro asesinamente antes de agarrarme por la
cintura y levantarme al peso mientras me arrastraba por ahí. Chocamos contra el
chico con el que había estado hablando antes, le dedico unas cuantas palabras y
siguió tirando de mí.
Cuando mis ojos entraron en contacto con los
suyos intente parecer amenazante. No sé si lo logre, pero vi como se reía de
mí. Patalee a Yixing para que me soltara y hablar con aquel dichoso ser pero
este me agarro más fuertemente hasta que me saco de la discoteca.
–No me gusta el chico que te gusta –le
informe mientras me hacia sentarme en unos escalones.
–No te tiene que gustar a ti, me tiene que
gustar a mi –recrimino con una sonrisa burlona en los labios–. Sé que es
difícil que caiga bien a alguien, pero…
–¿Nunca te ha dado por pensar que te utiliza
solo para él sexo? –salió de mi boca sin pensar–. Tu solo mira que nada más
veros os habéis ido a… a ya sabes –rodé los ojos porque de repente me daba
vergüenza hablar de aquello–, y no se molesta en llevar adelante vuestra
relación ¿verdad?
En vez de responderme se sentó a mi lado,
mirando al frente muy serio. Dudaba que con aquellas simples palabras fuese a
cuestionar nada pero siendo el mí amigo me preocupaba de verdad lo que fuese a
hacer con su vida. Era joven y no debía de encariñarse tanto con alguien que le
iba a dejar. Porque era algo que iba a pasar tarde o temprano. Cualquiera
podría prever ese hecho. Muy a pesar de cualquier persona, en este caso Yixing.
–Ya te dije que sabía que era algo que iba a
pasar, estoy preparado para eso ¿sabes? –murmuro el aun muy serio en su hablar.
Pose mi mano sobre su rodilla y la golpee suavemente varias veces, como si
aquello fuese a animarlo–. Pero supongo que si me lo tomo en serio debería de dejarle
¿no? –se revolvió el pelo desesperado, sin saber qué hacer.
–No solo esta él. Encontraras a otra persona
–me apunte a despeinarle el pelo aunque mi gesto fuese más torpe y a la vez
delicado–. Una que de verdad te convenga y te corresponda.
–Tú deberías de callarte –me informo–. A este
paso serás un soltero gordo y feo que en vez de buscar su felicidad con otra
persona se dedico a enfrascarse en libros de intestinos y tripas –se burlo.
Sonreí apenado, pues dicho de esa manera no
sonaba nada, pero que nada, bien. Nunca me había dedicado a pensar en mi vida
amorosa. Cuando estaba con Jongin, estaba con Jongin y listo. No pensaba en
nada más. Y cuando nos abandonamos el uno al otro no me encontré con ánimos de
enfrascarme en una relación, y llevaba mucho tiempo sin ganas de hacerlo.
–Yo ya he encontrado a esa persona –asegure
mientras acariciaba nuevamente su cuero cabelludo–. No sé si me corresponde,
pero se con quien quiero pasar el resto de mis días –sonreí tontamente sin
poder evitarlo.
A la mañana siguiente casi ni me pude
levantar de lo que me dolía la cabeza y el cuerpo en general. Ya sabía yo que
había sido mala idea salir de fiesta. Intente abrir los ojos lentamente y vi a
Lay medio durmiendo a mi lado. Respiraba con calma pero tenia los ojos medio
abiertos y miraba un punto distraídamente.
Nunca jamás volvería a beber. Aunque me
agradaba la idea de levantarme junto a Yixing en la cama. No comprendía porque
me agradaba esa sensación pero era de lo más agradable. Su cuerpo era
ciertamente ligero y suave. También era fuerte, aunque su cuerpo estuviese
relajado.
–Yixing… –murmure suavemente sin querer ser
muy brusco–. ¿Por qué estamos en tu habitación? –me era extraño estar en
aquella habitación durmiendo.
–Porque eres un guarro –contesto él con sueño
mientras se movía de un lado a otro.
¿Cómo que era un guarro? ¿De dónde había
sacado aquello? Si me conociese bien, como se suponía que me tenía que
conocerme, sabría que debía de ser una de las personas más castas del planeta.
Sobre todo teniendo en cuenta la edad que tenia y lo poco que había llegado a
hacer.
Porque la única persona con la que había
llegado a hacer algo más que simples besos era con Jongin y no habíamos llegado
hasta el final por el miedo que tenía yo a hacerle o recibir daño físico.
Me incorpore mientras me apoyaba casi todo el
peso de mi cuerpo sobre mis codos. Abrí un poco más los ojos, intentando ser
consciente y sonreí sintiéndome ganador de la no pelea que estábamos teniendo.
–Entonces ¿por qué eres tu el que no tiene
pantalones? –pregunte triunfante.
–Porque eres un guarro –volvió a repetir
mientras cogía las sabanas y se tapaba las piernas–. Ayer a la noche no querías
irte a la cama –comenzó a explicar mientras me miraba como si me estuviese intentando
matar con ella pero de una manera suave–. Decías que en tu cama había bichos y
que querías venir a la mía. Cuando te traje aquí me destrozaste la cama y no me
dejaste meterme en ella hasta que me quite los pantalones. Decías que se me
veía mejor sin pantalones y que iba a dormir mucho más cómodo así aunque tú no
te los quisieses quitar –gruño graciosamente después de un rato de silencio–.
Jamás te volveré a llevar de fiesta –aseguro mientras se tapaba la cara para
seguir durmiendo.
–Deberíamos de ir al monte –opine–. Viene muy
bien para la resaca.
Agregue cuando volvió a mirarme mal, esta vez
saltándose la parte sutil. Me lanzo un cojín, el cual me pareció mucho más
pesado de lo que de por si tenía que ser. Sin hacer mucho caso a sus quejas, le
quite las mantas de encima a mi pesar. Yo tampoco me encontraba muy bien pero
era mejor que tomásemos el aire libre antes de quedarnos en casa sin hacer
nada.
Muy a su pesar conseguí que se levantara y se
vistiera con algo cómodo. Luego lo mande a desayunar y yo mismo fui a cambiarme
a mi habitación. Cuando volví a la cocina, Lay casi se había dormido sobre el
desayuno. Era tierno verlo de esa manera, casi parecía un niño pequeño.
Después de casi una hora para prepararnos
bien, conseguimos salir de casa. Habíamos aprovechado para hacernos algo para
comer en el mismo monte y para que yo le pusiese la inyección a su abuela. Aun
con la cabeza relampagueante pude hacerlo bastante bien, casi tan perfecto como
de normal. Le prometimos a la agradable señora Zhang que le íbamos a traer
setas y frutas, lo cual le agrado mucho.
Resultaba que aun viviendo al lado Yixing y
yo no habíamos ido al monte que había al lado de nuestra escuela primaria desde
que habíamos pasado a secundaria. Como era un monte bastante pequeño y nosotros
no nos encontrábamos con muchas energías tampoco, decidimos subir hasta el
pequeño refugio que había en la cima, comer y luego bajar.
Íbamos a medio camino cuando nos cruzamos con
un riachuelo muy pequeño. Según lo que yo recordaba no había porque pasarlo,
pero Yixing se había empezado en que si que había que hacerlo.
–Lo hemos pasado muchas veces –recalco por
quinta vez–. ¿No te acuerdas qué Tao siempre lo pasaba muy fácilmente pero que
a Wufan y a ti siempre os costaba? –pregunto mientras yo intentaba no recordar
lo mal que lo pasaba cuando me hacían pasar aquel pequeño río. Lay rió al ver
la cara de asco que puse al mirar el susodicho cauce de agua.
–Te digo que no es necesario pasar por el río
–volví a repetir otra vez más–. Hay que seguir el caudal, no atravesarlo –reafirme
nuevamente mientras le cogía de la mano y tiraba de él hacia adelante aunque el
siguiese echándose hacia atrás.
–No quieres pasar por aquí porque te da miedo
caerte otra vez ¿verdad? –se burlo mientras sonreía acorde con sus palabras. La
verdad es que la burla no me afecto nada de nada. Le mire de manera seria,
intentando mostrarle que por mi podía hablar cuanto quisiese porque me daba
igual lo que fuese a salir por su boca. No era un niño fácil de chinchar.
–Ve tu entonces –le provoque–. Yo me quedare
aquí esperándote a que vuelvas con el rabo entre las piernas –sonreí de manera
poco agradable. Con un solo asentimiento por respuesta y se dio la vuelta antes
de saltar el pequeño río como si no fuese nada. Había personas que lo tenían
más fácil que otros para ser agiles.
Yo recordaba perfectamente como cuando era
pequeño me había caído una vez a aquel riachuelo que ahora apenas me llegaría
por la rodilla. Lo malo era que tenía un caudal muy fuerte y que me había
golpeado contra rocas tanto al caer como al dejar que me llevase. Lo había
pasado muy mal, era un niño y no fue nada agradable. Por lo cual no se que
pretendía Yixing en insistir en pasar por el lugar.
Espere como veinte minutos hasta que Yixing
apareció con las zapatillas llenas de barro, incluso se había manchado y
raspado la cara. Aunque no me esperase que volviese así, me gusto ver que yo
tenía razón y que aquel no era el camino.
–¿Has encontrado algo? –me burle yo esta vez.
Yixing me miro mal y paso el río, otra vez con suma facilidad.
–Cállate y vámonos –me ordeno mientras seguía
el camino que yo había marcado desde un principio. Lo seguí de cerca pues con
lo picado que iba le iba a ser fácil equivocarse de camino.
Caminamos rápidamente, por él, hasta que nos
encontramos con una carretera, la cual parecía ciertamente nueva. Giro su cara
hacia mí, mostrando aquella sonrisa de triunfador que hacía pocos minutos yo le
había dedicado.
–¿Qué decías genio? –alzo una ceja haciéndose
el chulo de lo feliz que estaba.
Sin mediar ninguna palabra, lo volví a
agarrar de la mano y tire de él. Lo lleve unos cien metros a la derecha, justo
donde volvía a comenzar otro camino de tierra que iba hacia arriba.
–Tú a mi no me engañas –murmuro simulando mal
humor, aunque estuviese feliz de poder llegar cuanto antes–. Has estado aquí
hace poco ¿verdad? –cuestiono mientras volvíamos a caminar hacia arriba, esta
vez la cuesta era más empinada.
–No digas tonterías. Desde que han empezado
las vacaciones me las he pasado contigo, o con tu abuela cuando estabas
trabajando –le recordé–. Es solo que tengo muy buena memoria, no he llegado a
poder estudiar medicina por mi bonita cara ¿sabes?
Lay pellizco mi mejilla, haciendo que me
doliese bastante. Me queje, sin cortarme un pelo, puede incluso que demasiado y
le agarre de la muñeca para que no lo volviese a hacer.
–Te lo tienes muy creído –casi bufo al
hablarme. Sabía que no lo decía en serio, al fin y al cabo él lo era bastante
más que yo.
–Di lo que quieras envidioso –le contradije–.
Pero soy inteligente, dentro de unos años seré doctor, pediatra supongo. Tengo
una piel que cualquier mujer envidiaría. Soy guapo y me mantengo muy bien aun
con el paso de los años. Soy amable y es fácil de convivir conmigo –volvió a
gruñir pues no parecía estar muy de acuerdo con eso último, al menos hoy que le
había obligado a subir un pequeño monte–. Seré un buen padre y haré muy feliz a
alguna mujer algún día –esto último lo dije sin pensar, ya que no pretendía
crear una familia–. Y lo más importante, mi mujer no tendrá que convivir o
llevarse bien con sus suegros, no los tendrá.
Desde Jongin, me había planteado mi
sexualidad, y me había dado cuenta de que los hombres me gustaban mucho más que las mujeres. No es
que fuese homosexual, bisexual en todo caso, solo que prefería al género
masculino antes que al género femenino. No solo me había dado cuenta gracias a
Jongin, el convivir con Yixing había sido una de las grandes claves.
Verlo el día a día, con todo lo que me
atraía, no solo físicamente, también de una manera emocional. Se había vuelto
mi gran apoyo, la persona a la que acudía para que me alegrase el día cuando
había sido un desastre. También con él que pasaba la mayoría de mis días, y él
que me contaba sus problemas, a quien le intentaba ayudar en solucionar. Y
omitiendo las noches que se pasaba con su amante de alto estatus, las solíamos
pasar juntos. Porque además había dejado de salir tanto por las noches, se
había acomodado en casa. Y había que decir que se encontraba a gusto.
–Con él mal gusto que tienes, seguro que
acabaras con una mujer cascarrabias que te lleve la contraria en todo –se burlo
para quitar la seriedad al momento–. Además, da igual que tengas todos esos
buenos factores, si no tienes el sexappeal como el que tengo yo las chicas no
querrán casarse contigo.
–¡Oh, calla! –le pedí–. Que desagradable y
cascarrabias eres cuando hablas –me queje sin darme cuenta de que estaba
repitiendo sus palabras–. Ni que tuvieras que estar siempre contra diciendo… –calle
al darme cuenta de lo que estaba haciendo. Lay me miro con los ojos muy
abiertos, como si tuviese miedo de que siguiese hablando.
Sonrió como un estúpido, como si de repente
se diese cuenta de algo muy importante pero que a la vez era muy obvio y tonto.
Me alarme por un segundo, pensando que había supuesto por su cuenta que me
gustaba.
–Así es como será tu relación con ella. Ya lo
veras –se riño al tiempo que yo suspiraba aliviado. No me gustaba dejar mis
sentimientos tan al aire. Me era desagradable pues lo veía como una debilidad
en mi contra y a favor de la otra persona.
–Si no te callas te pegare –le avise–. Tú no
eres mujer y no sería maltrato sexual por lo no me podrás denunciar y que me
caiga cárcel –me burle.
Golpee su brazo con el puño en plan colegeo y
seguí caminando por la cuesta empinada pues apenas nos quedaba camino para
llegar arriba. Lo que no me esperaba era que me pegase un cachete en el culo antes
de que me adelantase.
–¿A eso se le puede llamar maltrato de
género? –siguió burlándose mientras casi corría hasta la cima. Le mire molesto
aunque en realidad me hizo gracia lo que estaba diciendo. Siempre se habían
metido conmigo por ser demasiado guapo, era la conclusión a la que Yixing y yo
habíamos llegado, aunque fuese mucho más masculino que mucha gente.
Cuando lo alcance él ya estaba en la cima,
justo mirando hacia el pequeño refugio que había allí. Caminamos con más
tranquilidad hacia el lugar y decidimos tomar el sol un rato de manera
tranquila.
Se estaba demasiado a gusto. El dolor de
cabeza y la pesadez de cuerpo que nos había causado la resaca habían
desaparecido, y el fresco aire nos hacía sentir bien y a gusto. Cuando nos
entro hambre de verdad, pues hasta que lo sentimos no quisimos levantarnos de
lo cómodos que estábamos, nos levantamos y despejamos un poco. Casi nos
habíamos quedado dormidos.
–¿Quieres quedarte un poco más o vamos
bajando? –le pregunte mientras descansábamos un poco más tumbados sobre dos
toallas diferentes. Se revolcó sobre si mismo pasando a mi toalla y hablo.
–Ve a buscar setas –ordeno con picardía–. Yo
te esperare aquí y luego volvemos ¿sí?
Estaba claro que Zhang Yixing no podía ser
perfecto. Iba a ladrarle, a gruñirle y a decirle de todo, pero me calle a
tiempo. Él se había encargado de mí durante la noche anterior, y parecía que hubiese sido un hueso duro de
roer. Además, últimamente le estaban pidiendo demasiado en la empresa que trabajaba y solía llegar agotado.
–Claro –acepte mientras sacaba la crema solar
de la mochila que había llevado yo y comenzaba a esparcírsela por la cara. Lay
se asusto ante el frío contacto de la crema.
–¿Qué haces? –pregunto con un tono muy
asustado mientras yo seguía extendiendo la crema y echándole más.
–No quiero que te quemes si te quedas dormido
–explique son suma simpleza–. Anda relájate y terminare en seguida –asegure
mientras pasaba mis dedos suavemente por los parpados de abajo mientras el
cerraba los ojos–. Ya esta –le informe mientras me limpiaba mis manos en mis
brazos pues me había quedado con una pequeña y pegajosa cantidad en ellas–.
Vuelvo en seguida –me levante y comencé a andar sin rumbo fijo.
Cuando volví otra vez, con toda la camiseta
llena de champiñones y setas pues la había utilizado para ir guardándola,
Yixing se había dormido mientras tomaba el sol. Menos mal que me había dejado
ponerle la crema solar, si no se hubiese quemado.
Saque todo lo que había en mi mochila y la
metí en la de Yixing, luego metí toda mi recolección en una bolsa de plástico
que habíamos llevado para esto mismo. Fui a despertarlo, pero se veía tan
apaciguado y tranquilo que me dio cosa.
El siguiente pensamiento que paso por mi
mente no me desagrado nada, pero me dio cierto miedo. Aclare mi garganta y
estire el cuello de la camiseta intentando dejar el repentino calor que se
había apoderado de mi cuerpo. Me di la vuelta y me abanique lentamente.
Cuando volví a mirarlo me aproxime a él
lentamente para no hacer ningún ruido que lo despertara. Lamí mis labios
nervioso y me agache sobre su rostro, quedando a escasos centímetros de él.
Pare en seco. Debía de pensármelo bien. Pero me moría de ganas por besar sus
labios. Solo un pequeño roce que me hiciese sentir sus calientes labios, nada
más.
Más de una vez los había tocado con mi mano,
u hombro cuando apoyaba ahí su cabeza pero… no era lo mismo. Volví a morderme
una vez más el labio, aun más nervioso que antes.
Reduje la distancia entre nosotros, y
lentamente junte mis labios con los suyos.
Se sentían realmente calientes y húmedos.
Pude notar un ligero sabor a la crema que le había puesto en la cara, pero
prácticamente lo ignore. Me encontraba tan feliz que aquel pequeño e
insignificante hecho me daba igual.
–Jongdae –suspiro él al separar mis labios de
los suyos.
Casi note como el balde de agua fría caía poco
a poco sobre mí. Ahora podía comprender como se había sentido Jongin cuando
pronuncie la palabra Kai al besarle
la primera vez. Me “limpie” los labios con la mano y le pegue una patada en la
parte lateral de la cadera.
–Despierta estúpido –le ordene de mala gana
mientras me levantaba y alejaba antes de que me pegase o algo.
–Toma.
Yixing había entrado a mi cuarto sin pedir
permiso ni nada, lo cual era extraño, ya que de normal solía ser muy educado y
respetaba mucho la privacidad de los demás. Le mire fijamente, después de
pegarle la patada nos habíamos perdido para bajar por mis prisas y nos habíamos
pasado casi una hora entera intentando encontrar el camino otra vez.
Desde entonces había estado risueño,
restregándome por la cara todo el rato mi error una y otra vez. Pero se le veía
tan decaído que me preocupe sin poder evitarlo, al igual que su tono de voz. Se
veía apagado.
Me aproxime a él lentamente para abrazarlo y
darle mi apoyo cuando vi que lo que tenía entre las manos era el traje que me
había desaparecido. Abrí los ojos de manera descomunal, me había vuelto loco
buscándolo. Lo cogí entre mis manos y me fije en que era exactamente ese antes
de decir nada.
–¿Por qué lo tenias tú? –fruncí el ceño al
hablar sin comprender lo tenía él. Antes de decir nada más me ofreció un bote
de ramen que llevaba en la mano derecha, quedándose el con el que tenía en la
mano derecha.
–Te lo cuento mientras cenamos –se sentó en
mi cama mientras yo hacía lo mismo pero en silencio–. Te lo cogí “prestado”
porque quería vengarme de Jongdae, el chico que me gusta. Digamos que pensaba
que yo lo utilizaba pero resulta ser que era al revés y… me dijo cosas tan feas
que… me llene de rabia por todas partes y decidí que aquello no podía quedar
así –aquello sonaba tan Yixing–. Te cogí el traje porque pretendía meterme en
Samsung y montarle el gran pollo delante de todos sus compañeros de trabajo.
Pero en vez de eso, me contrataron para trabajar allí y decidí no hacer nada.
Me pareció más importante conservar el trabajo que me había ganado de la nada a
querer dejarlo en ridículo.
››Pero volví a caer en sus redes. Me gustaba
demasiado y era el único al que después de engañarle y mostrarle como era en
realidad seguía a mi lado. Supongo que confundí sus sentimientos –se encogió de
hombros apenado–. Al principio solo quería su dinero, nada más pero… me da
rabia que no me vea de la misma manera que yo lo vi alguna vez. Poco a poco me
he ido desenganchando de él ¿sabes? –le acaricie el pelo para que viese que le
apoyaba y me sentía orgulloso de él.
››Cuando conseguí el valor para decírselo va
y… se ha ido a Corea –apoyo su cabeza sobre mi hombro–. Me siento culpable de
que se haya ido. Creo que es mi culpa… Me hace sentir como que se ha ido porque
pensaba que quería algo de él que no era.
Nada más terminar de hablar se metió los
palillos en la boca pesando que tenia comida entre ellos aunque no fuese así.
Deje mi ramen en la mesilla y cogí su bote con cuidado, y luego le quite los
palillos de la mano.
Sonreí de manera conciliadora y le di de
comer, así no hablaría mientras yo estaba hablando. Y podía encargarme de que
comiese de verdad y no lo dejase como había hecho Jongin antes.
–Jongdae –pronuncie su nombre muy a mi pesar–
no se ha ido porque piense algo que no es sobre ti. Le dejaste claro que había
sido muy importante en tu vida y por alguna razón que no está entre tus manos
–volví a meterle los dos palillos en la boca con cuidado– se ha ido. Ahora solo
tienes que encargarte de cuidar de ti mismo y no caer. Y yo voy a ayudarte con
eso ¿sabes? Al fin y al cabo si me hubieses escogido a mí en vez de a ese tal
Jongdae podrías haberme sacado dinero y todo lo que hubieses querido por mucho
tiempo –asegure mientras sonreía dulcemente dándome cuenta de que me estaba
declarando.
Yixing quiso responder a mi declaración pero
volví a meterle comida en la boca, cualquier cosa con tal de que no hablase.
–No tienes porque decir nada –agregue
rápidamente–. Sé que no sientes nada por mí, pero no te preocupes porque hare
que eso cambie –volví a sonreír–. Y de mientras te cuidare como tú te mereces
que te cuiden.
Seguí dándole de comer, sin que se quejase,
hasta que se termino lo que tenia. Decidí darle el bote para que él solo se
tomase el caldo, ya que podía manchar sin querer la colcha y luego era muy difícil
de lavarlo.
–¿Sabes? –pregunte antes de que terminase de
beber el caldo para que no empezásemos a hablar de mi declaración y esas cosas–.
Sé que no te va a gustar que te diga esto pero he seguido viendo a Jongin
durante este tiempo –frunció el ceño–. Me pidió perdón y se porto muy bien
conmigo –comencé yo esta vez a explicar–. Volvimos a hacernos amigos y cayó
enfermo. Le cuide y se puso fuerte otra vez. Ahora tiene una novia que le trae
loco –reí levemente pues solía llamarme casi todos los días para contarme lo
bueno y lo malo de su relación con ella.
–Nunca me cayó bien ese chico –aseguro
después de terminarse el caldo, ignorando el tema intencionadamente para no
alterarme–. Me miro muy mal cuando nos conocimos y decidí que no quería volver
a verle nunca. Luego cuando me entere de lo que te había hecho… Luhan, al
principio duele, pero luego es muy placentero –sonrió feliz comenzando a hablar
del sexo.
–Calla si no quieres que te eche de mi
habitación –le amenace con mis palabras y mirada.
–Te lo digo en serio –objeto él–. No quería
decirte esto porque era algo vergonzoso pero… –se mordió la lengua suavemente
antes de hablar–. Comencé a sentir valor para decirle a Jongdae –para mi él
solo escuchar su nombre era tremendamente molesto– todo lo que te he dicho
porque comenzaba a gustarme otra persona. Pensaba que no iba a conseguir
hacerle feliz de la misma manera que él me hacia feliz porque él no sentía lo
mismo por mi ¿sabes?
››Me gustas Luhan –¿De verdad había dicho
eso?–. Y con solo escuchar que estás enamorado de mí me haces mucho más feliz
de lo que Jongdae me ha hecho con tanto sexo.
Rodé los ojos por lo que le había agregado al
final. ¿De verdad era necesario hacerlo? Le di una colleja sin poder evitarlo,
aunque no hubiese sido muy fuerte.
–¿Quién dices que es un rompe momentos poco
romántico? –le acuse acordándome de que una vez me lo había llamado a mi sin
ningún escrúpulo.
El pequeño epilogo que tiene lo subiré la semana que viene. Gracias por leer <3
Tanto Yixing como su abuela son unas personas maravillosas que se hacen querer al instante.
ResponderEliminarVamos, que tratar y acoger tan bien a Luhan ha sido una bendición.
ㅋㅋㅋㅋㅋㅋ Como que debería preguntar mejor, no a la señora Zhang sino a Yixing. Él seguro sabe donde anda ese traje gris.
Es recordar la parte del LayChen y AAAAHH.
Espera que me cuadro, Jongin hablando con Luhan. No doy crédito. No.
WAIT. No se están peleando. Vale, eso significa que ¿Han madurado? Quizás. Aún no estoy con todas con Jongin. (Desconfía y por ello alza un zapato por si ha de atacar en cualquier momento).
Jongin anémico a tal grado que se desmaya dejando mis imaginaciones por los suelos.
El hermanastro de Luhan con parada cardiaca cual lo salva éste.
La vida de Luhan es bastante ajetreada...
Luhan estando borracho ¿puede dar sermones? Sorprendente la habilidad de este chico. Pero es que Yixing...dejarlo por media hora mientras disfrutaba con ChenChen. Ay que ver qué desconsiderado por tu parte, arrastrar a Luhan para dejarlo ahí plantado. JAJAJA
-Se lo toma con gracia-
WTF ¿Todo eso le lió Luhan a Yixing? ¿Dormir en pelotas? ¿Un bicho? Luhan...la bebida no es tu fuerte. JAJAJAJAJA Es una escena tan chistosa que es recrearla en la mente y no parar de reír.
Vale, lo del río ya, remata la escena de Yixing desnudo en la cama por petición de Luhan.
El beso que se atreve a darle Luhan a Yixing estando éste dormido, la confesión, el ser correspondido. Creo que ahora me quita el mal sabor de boca de que Jongin tenga pareja, que no sea Luhan. Que Yixing y Jongdae no hayan podido estar juntos.
Pero al menos, todos terminan bien.
OWO Epílogo. A esperar se ha dicho.
Un beso guapa! Me traes locas con los fics :D
Y tanto que lo son, porque vamos, hacen todo lo posible para que el se sienta cómodo entre ellos. Un amor que son *-*
EliminarYa, pero es normal que el no lo sepa e_e Aunque teniendo ellos más o menos la misma complexión y que le desaparezca de repente lo normal seria que le preguntase o algo la verdad XDDDD
Luhan se enfado y se cabreo mucho por Kai hizo, pero como ha pasado el tiempo se le ha ido un tanto el mosqueo y más de lo mismo (o algo parecido al menos) con Jongin. La verdad es que es bonito ver que no se pelean y que pueden seguir siendo buenos amigos. Haces bien en tener el zapato preparado e_e A saber quien puede acabar disgustandote... 8(
Es que ademas es policía y tiene que hacer ejercicio para ponerse/mantenerse en forma, por lo cual le es más fácil de que le pásese eso... D:
Lo que esta claro es que tendrá muchas anécdotas que contar a sus hijos y nietos si es que tiene descendencia con Lay, vamos que si adoptan o algo xDDDD
Es un ser todo poderoso e inteligente, puede hacer lo que quiera (???) Yo tengo amigos al menos que los dan mejor que sin haber bebido xDDDD Y tanto, porque es él quien se empeña en llevarlo. DURANTE TODO EL CURSO QUE LE HA ESTADO DANDO LA CHAPA PARA IR JUNTOS XDDD Y luego se va con Chen, que le entiendo en cierta manera pero... xDDDDDDDDD
Bueno, solo sin pantalones xDDD Pero bonita noche que le dio al pobre chico xDDD Esta claro que no lo volverá a emborrachar o a llevar de fiesta, tiene todas las de perder XDDD
JAJAJAJAJAJA El otro día me paso eso con una amiga (bueno, algo parecido) y me dije: Eso lo sumo E____E
Luhan no quería tener nada con Jongin otra vez, o sea que no te sientas tan mal por él. El caso de Jongin al principio era diferente, porque si que quería algo más pero sabia que no iba a conseguir nada (?) xDDD Y bueno el Chenlay... ellos tenían su propia historia más complicada... xDDDDDDD
Creo que lo subiré el miércoles, como no habrá Luminescent pues subo ese y el ultimo capitulo de Paranoiac xDDD
Nos vemos cosa bonita *3*