[Hunhan] Luminescent II Parte 35

Siento que esta semana no haya podido actualizar, pero estaba en el extranjero y entonces era imposible conectarme o hacer cualquier cosa ;; Esta semana podre actualizar normal, pero no se si la siguiente podre ya que me voy de viaje. Intentare actualizar en mi pagina, a ver si me las apaño para poder hacerlo desde el móvil.
Espero que os guste y nos vemos *3* Y los comentarios responderé cuando pueda ;;

Vuelta al pueblo (Luhan).

Sehun me había recogido en un coche, de esos que son muy caros y de los cuales no te puedes imaginar lo que pueden llegar a costar. Uno de esos que en el precio se coleccionan ceros. Se había sacado ya el carnet de conducir y quería presumir un poco de sus nuevas habilidades, supongo. Hacía seis años era yo quien lo llevaba a todas partes y era extraño dejarse llevar.

Tiarn se había quedado jugando con los demás, Yixing aun no se podía mover mucho y me dijo que supervisaría que no hiciesen nada raro pero bueno. Confiaba en que no fuese a pasar nada malo. No iba a ser la primera vez que se quedase con los chicos o a solas con uno. Eran adultos en los cuales se podía confiar. Yo confiaba en ellos y a todos se les caía la baba desde siempre con mi preciosa hija.

El camino que habíamos tomado me sonaba de algo. Sehun me había prometido que íbamos a un lugar prometedor y yo confiaba en él. Desde la ventana se podía ver como la nieve caía desde el cielo y se posaba en todas partes. El 24 de diciembre mostraba un paisaje invernal. Menos mal que le había hecho caso y había llevado un buen abrigo, si no hubiese muerto de frío incluso dentro del coche. Este para variar (y para presumir) tenía calefacción en los asientes y me mantenía el cuerpo completamente caliente.

-No… -me gire para mirarlo cuando vi el nombre del pueblo de sus abuelos biológicos comprendiendo perfectamente a dónde íbamos-. Da la vuelta, ya sabes que no me gustan nada de nada los pueblos –durante todo el camino había tenido la fe de que aunque nos estuviésemos alejando de la ciudad fuésemos a otra, no a un maldito pueblo perdido de la mano de Dios. Claro que iba a ser memorable aquel día, este niño quería matarme del frío y del asco.

-Solo espera a que lleguemos, te aseguro que va a ser genial y que volveremos pronto a Seúl –aseguró el con la voz calmada. Parecía estar muy seguro de sus posibilidades de agradarme-. Mi abuelo murió hace un par de años y desde entonces mi abuela vive en una residencia cerca de mi piso –explicó-. Voy a visitarla todos los días y hace tiempo le prometí que me pasaría cada dos semanas por ahí para mantener limpia la casa. Solo estaremos tú y yo.

-Siento lo de tú abuelo –la verdad es que me había quedado más con la muerte que con el resto de la historia. Aquel señor era alguien muy amable, según mis recuerdos, y su abuela aunque la mayor parte del tiempo ignorase mis palabras y tuviese sus cosas no era para nada una mala persona.

-No te preocupes, fue duro pero aprendí a superarlo –me aseguro mientras aparcaba el coche-. La casa estará fría por dentro pero no creo que nos demore mucho tiempo.

Salimos del coche lo cual no me pareció buena idea teniendo en cuenta lo bien que se estaba dentro. Deprisa me puse el abrigo por encima pero el frío y la humedad ya me había calado por dentro. Seguí las indicaciones de Sehun para entrar dentro de la casa la cual claramente estaba también helada por dentro. No era capaz ni de atreverme a quitarme nada de lo que llevaba. Mira que había llegado unos guantes solo por si acaso pero no pude evitar sacarlos del bolsillo en el que los había metido para taparme las temblorosas manos.

Menos mal que Tiarn no había insistido en venir, si hubiese sido así se me habría convertido en un pequeño cubito de hielo y era algo que me daba mucho miedo.

-Ven por aquí –me indico mientras me guiaba por la oscuridad de la casa. Había cogido una linterna en una mesilla del recibidor y era lo único que alumbraba la casa además de la oscura y tenue luz que entraba por las contraventanas. Supongo que era una estupidez pagar luz, gas, electricidad o agua caliente en una casa que no se utilizaba-. ¿Te acuerdas de esta habitación? –me preguntó mientras veía como el vahó salía de su boca. Mire alrededor pero no fui capaz de reconocerla. Los recuerdos de hacia seis años los tenía muy borrosos y al menos los recordaba así pues hasta que me empecé a obligar a recordarlos era incapaz de hacerlo. Negué con la cabeza mientras lo volvía a mirar-. Esta es la habitación en la que por primera vez deje que me penetraras.

No pude evitar llenarme de ternura por dentro. A mí no se me habría ocurrido llevarle a la misma habitación en la que perdió la virginidad conmigo, pero es que el proceso que hubo desde esa primera vez a aquella noche que pasamos en la habitación que nos encontrábamos ahora había sido muy largo y entretenido.

-Y te he traído aquí para –eso era lo que quería saber yo, porque no entendía tanto secretismo para llevarme allí solo para enseñarme la habitación- decirte que he estado pensando y bueno… lo he pensado largo y tendido y… -agacho la cabeza avergonzado-. Ya sabes a lo que me refiero.

Y sabía perfectamente a que se refería pero me quede en silencio y seguí mirándole fijamente. Este me devolvió la mirada inseguro. Le hice un gesto con la cabeza para que siguiese hablando.

-Cuando tengamos sexo tu serás el macho –dijo rápido y bajito-. Pero por cada diez polvos que echemos yo seré el…

-¿A qué te refieres con polvos? –le interrumpí haciéndome el enfadado-. Sexo o hacer el amor, nada de polvos –sonreí mientras me echaba a abrazarle. De manera tímida el acabo por corresponder mi abrazo aunque le costó dar el paso-. ¿Cuándo decías que podíamos empezar? –bromee antes de besarle la parte de debajo de la oreja.

Escondió la cabeza entre la mía y mi propio hombro. Se encogió y me abrazo con fuerza sin querer moverse de esa posición tan adorable que había adoptado. Era realmente encantador verlo de esa guisa y me hacía ver que en realidad no había cambiado tanto como yo creía que lo había hecho.

-¿Qué tal esta Yixing? –pregunto sin moverse ningún ápice. Fui a responderle pero antes de que pudiera hacerlo agrego-: ayer compre lubricante.