[Hunhan] Luminescent II Parte 3

Siento haber tardado en actualizar, pero ayer me quede dormida XDD Los comentarios los responderé después, que ahora me voy al monte porque soy muy sana yo (???) Ok no pero si xDD Nos vemos *3*

Recuerdos II (Sehun).

Y allí nos encontrábamos, los dos encerrados en aquella sala vacía. Dudaba que la puerta estuviese cerrada con pestillo y me habría gustado salir corriendo pero después de haberme armado de tanto valor, lo correcto me pareció que debía de seguir allí.

-¿Mentir? ¿Qué mentira debería de soltar si has sido tú quien se ha olvidado de mí? –le acuse sin dudarlo un solo segundo. Se quedo callado y me miro de manera severa, cruzando los brazos con elegancia por debajo del pecho-. ¡Me abandonaste! ¡Te fuiste y me dejaste atrás!

-¿¡No se te ha ocurrido pensar que lo hice para que no acabar mal!? –casi grito el entonces aun sin perder aquel porte que había adquirido-. ¿Crees que lo he pasado bien durante estos seis años? ¿Crees que no me he preguntado en cada momento dónde y cómo estabas?

No respondí porque estaba claro que no podía saber nada de lo que él había pasado. ¿Cómo iba a saberlo si había desaparecido sin dejar huella? Me había pasado cuatro años intentando buscarlo y ahora mira… después de rendirme y dejar que el tiempo pasase ahí lo tenía. Justo en frente de mí.

Suspire e intente relajarme. Saque una silla de su sitio y me senté en ella sin mirarle a los ojos fijamente, mirando a un punto no definido en el frente comencé a hablar.

-Cuando te fuiste…

Yo a penas debía de ser un niño cuando paso. Me sentía así por lo vulnerable que era. Intente levantarme varias veces pero me era muy difícil. Pase una temporada con la familia de Chanyeol, la cual me acogió de buena gana. Creo que aun no saben lo mucho que les agradeceré durante toda mi vida. Pero los problemas llegaron pronto.

Una asistenta social llamo un día a la puerta para hablar conmigo. Amenazo a la familia Park con denunciarles porque no podían tenerme allí. Acabe en un orfanato, con montones de niños. Deje de tener lo que se llamaba intimidad pues tenía que compartir la habitación con otras tres personas. Mis padres me habían dejado cierto dinero, con el cual podría emanciparme fácilmente, pero no me dejaron tocar un solo won. Al parecer aquella cuenta tenía sus clausulas especiales.

Pero aquel pequeño suplicio duro poco. Al mes y medio vino a verme una familia, la familia Lee. Era un matrimonio que había entrado ya en una edad avanzada y buscaban un chico al que adoptar. Un chico responsable y que no se metiese en problemas. Al parecer yo era idóneo para aquel puesto pues era uno de los chicos más tranquilos del lugar. Yo nunca me había considerado una persona tranquila pero la verdad es que así me volví después de la muerte de mis padres y de que mi novio desapareciese de la faz de la tierra.

Así es como acabe con la familia Lee, siendo su heredero al no tener ellos hijos. Según les entendí se les había hecho tarde para pensar en procrear y en cuanto se dieron cuenta ya no podían tener hijos. Siendo sinceros, a mi eso era algo que no me importaba mucho. Ellos me habían sacado de aquel lugar y estaban dispuestos a ofrecerme una nueva oportunidad. ¿Qué más podía pedir? Jamás me pidieron que les llamase Appa y Omma, pero siempre lo hice encantado pues sin saber muy bien él porque me sentía en continua deuda con ellos.

Los primeros meses fueron de lo más difícil. Mi vida cambio por completo. Comenzaron a llevarme a una escuela nueva, para gente rica y que me enseñasen todo lo que debía de saber sobre comportamiento. La casa que a mi parecer era demasiado grande estaba llena de sirvientes que a todas horas me ofrecían algo, yo nunca quería nada.

-¿Eres el nuevo hijo de los Lee? –una voz femenina interrumpió mis pensamientos. Alce la mirada, sin mostrar ninguna emoción, y asentí lentamente. La vi coger una silla y sentarse cerca de mí-. ¿Cómo murieron tus padres? –pregunto sin vacilar.

La mire sorprendido, parpadee varias veces y entrecerré los ojos al contestar.

-Fueron asesinados por la mafia china porque eran camellos de la coreana –respondí no sin darme cuenta de que aquello parecía tan absurdo (aun siendo la verdad) que ella no se lo creería.

-Interesante –comento pareciendo interesada de verdad en la historia-. No me extraña que los señores Lee te hayan adoptado entonces. Son buena gente.

Me fije más en ella. Era una chica guapa, con el pelo negro suelto y liso. Su expresión era seria, haciendo ver que estaba hablando en serio. La primera impresión que me dio no fue buena, aunque luego le pille mucho cariño a aquella chica.

-Soy Jung Soojeong, la gente me llama Krystal pero no me gusta –repuso-. Voy a estudiar ciencias forenses o sea que me gustaría que me contaras todo lo que pudieras. Todos los demás son unos aburridos.

Solté una pequeña risa entre dentada y sonreí sin saber por qué. Aquellas palabras me habían gustado. No eran como las miles de palabras que me habían dedicado para darme el pésame y animarme, sacarme del agujero.

Me era difícil adaptarme al entorno en el que me encontraba. No me gustaban los caprichos, no los quería. Tampoco me gustaba que me siguiesen a todas partes preguntándome que quería o recordándome mis nuevas obligaciones. Pero acabe por acostumbrarme. Y tuve ayuda, mucha ayuda. Mis amigos siempre estuvieron ahí para apoyarme. Aunque me hubiese vuelto un burgués siguieron tratándome igual y… Soojeong siempre estaba ahí con sus neutras palabras, dispuesta sonsacarme cualquier cosa que me estuviese matando lentamente por dentro.

Junmyeon se enfado conmigo, cuando un mes después le conté lo que había descubierto. Me había costado la vida abrirme a él en aquel sentido. Sabía que el mayor confiaba en mi y que no quería presionarme. Pero yo le había prometido a Luhan que jamás diría nada de nada. No a la policía al menos. Por lo cual cuando me mandaron a testificar después de no-sé-cuantas-veces mentí.

Mentí por el chico que conocí una vez y que no volvió atrás por mí.

Aquella vez perdí a uno de mis mejores amigos por él. Estaba claro que no me lo perdonaría en la vida. O eso pensé yo. No había tenido en cuenta la compasiva personalidad de Suho-Hyung. No había tenido en cuenta lo poco que le gustaba estar enfadado con la gente y por supuesto no había tenido en cuenta que por mucho que en cierto momento lo defraudase siempre me querría como a un hijo. Siempre estaría ahí para apoyarme y para secar mis lágrimas.

Difícilmente podías encontrar a un amigo tan fiel.

-Se lo contaste… -me acuso con aquella mirada llena de… ¿de qué estaba llena exactamente? ¿Con que derecho se creía a mirarme de esa manera?

-Desapareciste del mapa, poco te tenía que importar –le espete yo sin cortarme un pelo. Durante todo ese tiempo no solo había aprendido a tener una educación y modales superiores a los de la gente en general, ahora sabia defenderme solo. Era decidido y lo iba a demostrar-. Ahora cuéntamelo tomo a mi –exigí sin siquiera inmutarme.