Título: Quiet Walk.
Autora: Pitolicious.
Pareja(s): Layhan, Kailu y Laychen (solo mención).
Rated: 13+.
Genero: AU, Angts.
Nota: Digamos que de alguna manera este fic seria como un complemento de Coaxed. No es que sea una historia completamente fiel a la principal (Coaxed) porque en principio no pensé en hacerle un complemente. Pero me inspire y... bueno que la verdad es que la historia es ciertamente autobiografica, hasta cierto punto al menos si y puede que por esta razón me sienta orgullosa de mi creación. I don't know XDD
Espero que lo disfrutéis mucho ♥
Espero que lo disfrutéis mucho ♥
–Fuera de mi casa.
Mis ojos se abrieron como platos al escuchar
esas palabras salir de la boca de mi padre. Después de todo lo que había pasado
y de todo lo que habíamos vivido se daba por vencido por aquella maldita zorra. Parecía que mis amenazas no habían
surgido efecto en él.
Al parecer prefería quedarse solo con ella a
tenerme a mí, a su hijo, con él. El resto de la familia le había dado la
espalda por estar con esa persona a la que yo tanto odiaba. Le había comido
tanto la cabeza que él único que aun le era fiel era yo. Mi madre, mis
hermanos, mis abuelos y tíos paternos, todos, le habían dado la espalda.
–Sabes que si haces eso no volverás a verme
en la vida ¿verdad? –le pregunte sin poder aparentar estar dolido–. No te
volveré a dirigir la palabra en mi vida –asegure está vez de una manera
cortante.
–Tienes dos días para hacer las maletas
–declaro dándome a entender que le daba igual todo lo que yo le dijese.
Asentí lentamente a sus palabras, me di la
vuelta y salí corriendo de aquella monstruosa casa. No quería pasar aquel día
allí. Encontraría algo que pudiese hacer, seguro. Al fin y al cabo siempre
había sido una persona fácil de distraer, fácil de ser feliz. Me conformaba con
tan poco que de la nada podía sacarme algo con lo que ser feliz por mucho
tiempo.
Todo estaba completamente oscuro y comenzaba
a tener mucho frío. No en vano acababa de empezar la primavera pero las
temperaturas aun no eran nada agradables para pasar la noche a la intemperie.
Abroche del todo mi chaqueta, hasta el cuello, pero aun así seguía sintiendo
mucho frío.
Suspire pensando que ya era hora de volver a
casa. Comenzar a hacer las maletas y encontrar rápido un sitio donde quedarme.
Mi madrastra me había amenazado tantas veces con echarme ni que ni las podía
contar con todos los dedos de mi cuerpo. Una vez incluso lo hizo con un
cuchillo en la mano. Jamás le había dado importancia porque esa señora para mí
no era nada. Solo una cara que tenía que ver todos los días.
Aun así que fuese mi padre el que me ordenase
irme de casa, a mis dieciocho años, era otra cosa muy diferente. Comprendía
hasta cierto punto que no quisiera verme discutir con su ahora esposa, pero de
ahí a escogerla a ella y echarme a mi…
Metí el código de casa. Pero dio error. Volví
a meterlo pensando que mi dedo se habría resbalado y que le había dado a otro
botón. El que no era. Pero volvió a sonar aquel ruido que mostraba mi
equivocación. Lo intente por tercera vez, pero no hubo manera.
Golpee la puerta varias veces. Era tarde y
puede que no me escuchase pero algo tenía que intentar. No podía quedarme allí
parado sin hacer nada. Escuche como alguien se acercaba a la puerta, con un
pesado andar. Debía de haberse levantado de la cama y las pocas ganas que tenia
para caminar era algo muy fácil de notar.
–Vete de aquí Luhan –me ordeno la voz de
aquella zorra–. Ni tu padre ni yo te
queremos aquí.
La rabia me inundo por dentro. Aporre la
puerta con toda la fuerza que pude. Le grite que me dejara entrar. No estaba
bien que me dejase ahí tirado. En medio de la calle sin nada que me
perteneciese.
Pero acabe por cansarme. Me deje caer al
suelo agotado. Mi cuerpo temblaba del frío que sentía, al igual que de la rabia
e impotencia. Sentí como las lágrimas caían por mis ojos al ver que no podía
hacer nada por entrar en casa.
Nunca me había sentido tan infeliz. En toda
mi vida. Había pasado por cosas malas. Las cuales no se las había contado a
nadie porque era más fácil sonreír y mostrar a los demás que eras feliz, pasase
lo que pasase. Aunque ellos no supieran nada. Aunque el resto de la gente me
contase sus estúpidos problemas, haciéndolos parecer más graves de lo que eran,
y yo solo pudiese escuchar y sonreír. Nunca contar nada.
Intente tranquilizarme. Apoye la cabeza
contra la puerta y respire repetidas veces de manera profunda. Me seque las
lagrimas con la manga de la chaqueta que llevaba y alcé el móvil. Cerré los
ojos antes de marcar el único teléfono al que podía recurrir en ese momento.
La policía.
Por suerte no tardaron mucho en responder a
mi llamada.
–Departamento
de policía de Haidian. ¿En qué puedo ayudarle? –se escucho una voz femenina
al otro lado de la línea.
–Es… estoy en la calle –suspire intentando
controlar un sollozo–. Hay una señora que no me deja entrar en mi casa
–explique todo lo rápido que pude.
–Bien…
–la voz de la mujer simpatizo con la mía al ver que lo estaba pasando realmente
mal. Yo al fin y al cabo no era más que un crío. Un niño al que habían echado
de casa y no le dejaban entrar–. Mandare
una patrulla para que te dejen entrar a casa. ¿Quieres denunciar lo ocurrido?
Mi mente se despertó. ¿Realmente me merecía
la pena ponerle una denuncia? Yo solo había llamado con el objetivo de que me
ayudasen y que me dejasen entrar en casa. No quería quedarme en la calle. Me
quede bloqueado. Poner una denuncia me parecía demasiado.
–¿Quieres
poner una denuncia? –pregunto otra vez la voz femenina al otro lado al ver
que no respondía.
–Sí –dije al fin volviendo a llorar otra vez–.
Es lo mejor que puedo hacer ¿verdad? –pregunte esperando que alguien me ayudase
con el problema. Necesitaba escuchar la opinión de otra persona para no
sentirme desgraciado por lo que iba a hacer.
–Es lo
mejor que puedes hacer –reafirmo ella–. Dime
donde estas. Enviare ahora mismo una patrulla allí para que te recojan y pongamos
en trámite la denuncia. Sé que no es lo mejor del mundo pero podrás dormir aquí
en comisaría por esta noche.
–¿Tenéis algo cómodo y algo con lo que pueda
taparme? –pregunte de manera retorica. Una pequeña exclamación de afirmación
fue lo que obtuve por respuesta–. Eso ya es mejor que quedarme en la calle toda
la noche. Gracias… –agradecí antes de darle los datos y la calle de donde me
encontraba.
Uno de los agentes nada más verme me ofreció
su abrigo. Debía de estar temblando de una manera muy exagerada al parecer. El
entrar en el coche patrulla me vino genial. No es que hubiese mucha diferencia
de temperatura, pero al menos no había viento dentro.
La comisaria era un lugar humilde. Una
señora, por la voz supuse que era la telefonista, me recibió con un chocolate
caliente en la mano. Dispuesto para que yo lo consumiera. Aunque el chocolate
líquido jamás había sido de mi agrado no lo rechace y me lo tome casi de un
sorbo.
–En poco tendrás que prestar declaración –me
explico mientras pasaba su mano por mi espalda de manera tierna–. Lo
guardaremos tanto por escrito como con video para que no tengas que repetirlo
pero no puedo prometerte que no tengas que volver a repetir lo que te paso. Hay
algunos jueces y abogados que prefieren escucharlo de primera mano.
Asentí a lo que me decía. Me gustase o no, lo
comprendía. Aquella señora se quedo conmigo todo el tiempo que tuve que esperar
hasta que me metieron en un cuarto con otro policía. Este era más joven, puede
que incluso tuviese mi edad, y estaba justo en frente de un antiguo ordenador.
Me ofreció asiento con una sonrisa, el cual acepte de buena gana. Estar de pies
pudiendo sentarme no era algo que se me pasase por la cabeza.
–Supongo que no se te hará agradable pensar o
hablar sobre lo ocurrido pero tengo que hacerte unas cuantas de preguntas
–volví a asentir nuevamente con la cabeza. Yo había decidido poner una
denuncia, tenía que asumir las consecuencias. Aunque supiese que no iba a ser
agradable–. Eres menor ¿verdad?
–Sí, aun me quedan unas semanas para cumplir
los diecinueve incluso.
–¿Es la primera vez que tienes un incidente
como este con tu madrastra? –fruncí el ceño al escuchar como la había llamado.
Para mi ella no era una madrastra ni era nada. Era una señora que me había
robado a mi padre. No más.
–Es la primera vez que me deja en la calle
–respondí–. Pero desde antes me ha amenazado decenas de veces con que lo iba a
hacer. Me ha amenazado con pegarme otras tantas, incluso una vez lo hizo con un
cuchillo en la mano –agregue antes de que pudiese preguntar nada más–. No es
agradable que una señora te diga y haga ese tipo de cosas ¿sabes? Pero yo no
tengo otro sitio al que ir –atine a decir–. Lo he estado soportando durante
seis años porque no he tenido otra alternativa. De su parte solo he recibido
insultos y desprecio, nada más.
–Tranquilo Luhan –me pasó un pañuelo al ver
que comenzaba a llorar nuevamente–. Supongo que no ha sido agradable para ti
–alce los ojos del pañuelo en respuesta–. Y recordarlo debe de ser duro pero…
–¿Sabes? Yo quiero ser médico –le interrumpí
sin darme cuenta–. Pero mi padre no va a poder pagarme la universidad porque le
va a pagar unas tetas nuevas. No solo me ha quitado la casa, a mi padre, mi
dignidad y mi tiempo. También me ha quitado mi educación y mi oportunidad de ser
alguien gran dé en la vida –solloce con fuerza–. Yo… yo no quiero mandar a
alguien a la cárcel ¿vale? No creo ser capaz de poder hacer eso pero… es lo que
tengo que hacer ¿no? Los padres pueden castigar a los niños pero… ¿quién
castiga a los padres?
–Para eso está la justicia –respondió el
joven que tenía delante al estar de acuerdo conmigo–. Saber que alguien va a ir
a la cárcel no ha de ser agradable, lo sé. Pero es tu obligación como
ciudadano. Ella ha cometido un crimen, ha ido en contra del código penal
incluso.
–¡¡No quiero que mi padre me odie por
llevarla a la cárcel…!! –estalle llorando sin poder evitarlo–. Mi padre trabaja
fuera la mayor parte de la semana. Ella tiene un hijo pequeño del que cuidar…
pe–pero…
Mi voz se rompió. No quería seguir hablando
de ello. Me estaba haciendo sentir culpable a mi mismo de algo que no tenía
remedio. Me encogí sobre mí mismo. Quería desaparecer. Que se crease un agujero
debajo de mí y que me tragase.
Sentí que un cuerpo caliente se abrazaba al
mío, con fuerza. Tenía que ser de aquel policía, pues no había nadie más en la
sala. Solo él y yo. Intente tranquilizarme pero no pude. Volví a llorar, esta
vez de una manera más fuerte que la anterior. Me agarre como pude al cálido
cuerpo que me abrazaba e hice lo mismo pero con más fuerza aún.
Hacía tanto tiempo que alguien no me abrazaba
de verdad que lo había olvidado por completo. Porque aquellos seis años
viviendo con mi padre jamás hubo cariño. Al principio no dudaba de que mi padre
me quisiese, aunque no mostrase cariño ya que él era así, pero a estas alturas…
ya todo era diferente. Estaba claro que ni me soportaba ni me quería volver a
ver otra vez con vida.
–Seré un hombre de provecho –le asegure al
desconocido sin separarme tan solo un poco de él–. Seré medico y ayudare a que
la gente se cure. Seré independiente y jamás le hare pasar por algo parecido a
ningún hijo mío –parecía que mi cuerpo se había tranquilizado aunque siguiese
hipando–. Solo quiero una oportunidad –mi voz tembló mientras de mis ojos
volvían a salir incontables lagrimas, esta vez sin descanso.
–Tendrás tu oportunidad. Seguro –palmeo mi
espalda varias veces mientras me seguía pronunciando palabras de ánimo. Una
tras otra, sin parar.
Me desperté a la mañana siguiente encima de
una colchoneta verde oscura. Una manta de color rosa salmón me tapaba el cuerpo
entero haciendo que mi cuerpo no se enfriase y mi cabeza estaba apoyada sobre
una dura almohada. Me dolían los ojos, los tenia irritados de tanto secarme las
lagrimas. Al igual que la nariz.
A duras penas abrí los ojos por culpa de las
legañas. Me las fui quitando poco a poco con ayuda de las manos mientras me iba
incorporando sobre mi cuerpo. Después de lo que había llorado la noche anterior
me sentía mucho mejor, como si me hubiese deshecho de muchas cosas que no
necesitaba y que había estado guardando durante demasiado tiempo. Mire
alrededor y comprobé que estaba solo. Estire mi cuerpo para despejarme del todo
y me levante de manera pesada. Doble la manta que me habían prestado y lo deje
todo ordenado sobre la colchoneta.
Salí de aquella habitación y tanto la mujer
como el joven que me habían atendido aquella noche me recibieron con una grata
sonrisa.
–¿Estás bien cariño? –me pregunto la mujer
mientras me volvía a ofrecer un caliente chocolate una vez más. Asentí a
regañadientes pues no sabía cómo me encontraba exactamente.
–No te preocupes, la denuncia ya esta
tramitada. Ahora solo toca esperar –pronuncio el chico con un acento extraño
que ayer a la noche no fui capaz de notar. Apoyo una mano sobre mi hombro y
siguió hablando mientras su compañera iba a hacer otra cosa–. Aun estas
temblando –observo. Lo mire curioso. ¿De verdad temblaba? No me había dado
cuenta–. Vamos, te invito a desayunar algo contundente –me sonrío abiertamente.
Accedí sin decir palabra aunque no tuviese
mucha hambre. Mientras él le comentaba a su jefe lo que iba a hacer yo pude
fijarme un poco en él. Ayer a la noche no lo había hecho por el puro nervio que
tenia y porque las lagrimas no me dejaron ver nada. Lo único que recordaba bien
era que su cuerpo era cálido y que sabía abrazar muy fuertemente.
La piel del chico era oscura, del tono que a
la gente por lo normal le solía desagradar pero que a mí ni me iba ni me venía. Y más teniendo en
cuenta que él y su compañera me habían ayudado tanto. Sus ojos eran oscuros
pero amables, llenos de energía que desbordaba por todas partes. Y su sonrisa
hacia que mi cuerpo no se sintiese tan pesado.
Le seguí hasta una pequeña cafetería que
había al lado de la comisaria y me ofreció coger lo que más quisiera. Negué con
la cabeza al no tener mucha hambre y le pedí que fuese desayunando el primero.
–Cuando tenga hambre te avisare, en serio –le
asegure pues parecía preocupado–. No soy estúpido, sé que tengo que comer algo.
Sonrió ante mis palabras y asintió sin decir
nada mientras lo hacía. Tomo un poco de su café, después del turno de noche
debía de estar totalmente agotado, y volvió a mirarme.
–Vale, quiero un sándwich –decline al notar
como de repente mis tripas pedían algo de comer. El chico que tenía delante
sonrió y se lo pidió a la camarera. Casi nada más tenerlo delante de los ojos
lo devore con ansia, dejando del sándwich
los cachos que se caían pues no tenía tiempo para recogerlos y comer a
la vez.
–¿Quieres otro más? –me pregunto sonriente al
ver mi mordacidad. Lo mire aun inclinado sobre el plato y asentí–. Y ¿algo para
beber? Se te va a secar la boca si no paras de comer pan –me señalo con la
barbilla.
–Con un vaso de agua estaré bien –le asegure–.
Gracias de verdad. Hacía mucho tiempo que alguien no era así de amable conmigo
–note como los ojos se me humedecían, pero no lo suficiente como para ponerme a
llorar.
–Eso me pareció ayer a la noche cuando no me
quisiste soltar –agrego él haciendo que sonriese tímidamente en consecuencia–.
Aunque no lo dejemos ver, para la gente de nuestra edad la familia es muy
importante ¿verdad?
–No tanto si este acostumbrado a que te
defrauden una y otra vez –pronuncie apenado–. Me gustaría decir que el
incidente de ayer era aislado y que no es algo que se suela repetir a menudo,
pero no era la primera vez que me intentaban dejar atrás. Una vez intentaron
deshacerse de mí pero conseguí que no lo hicieran.
Nos miramos fijamente a los ojos. Trague
saliva al ver el nuevo sándwich que me traían. Aun ahora se me hacia la boca
agua con solo verlo.
–Y ¿por qué seguir con ellos? ¿No tienes otro
lugar al que ir? –se inclino sobre la mesa para hablar, apoyando sus antebrazos
en la mesa–. No es sano para ti vivir con esa gente.
–Si fuese así de fácil no seguiría allí ¿no
crees? –sonreí de manera cansada–. Todos tenemos un punto de aguante; el mío es
mayor que el de la mayoría y no me importa sufrir porque al final seré feliz
¿sabes? –me mordí el labio suavemente–. Encontrare la manera.
Comencé a comer nuevamente la comida que
tenia encima de la mesa. Intentando no hablar durante un rato. Temía que
volviese a sonar débil y herida. No quería montar un espectáculo en medio de
una cafetería. Al fin y al cabo parecía que él la solía frecuentar mucho y no
quería que se muriese de la vergüenza cada vez que entrase en ella.
–Puede que no quieras saber esto ahora pero… –comenzó
a hablar otra vez– creo que tendrías que saberlo. Puede que esa señora acabe en
la cárcel o puede que no. Puede que el juez en vez de condenarla a prisión la
condene a trabajo social o le ponga una multa, pero me inclino más por el
trabajo social –explico–. También hemos puesto en trámite una orden de
alejamiento para que no te pueda poner la mano encima y en cuanto a tu padre
–hizo una pequeña pausa, muy larga para mí gusto– tendrá que proporcionarte una
pensión mensual. No sé de cuanto, eso depende del juez que lleve el caso.
Le mire impresionado. Puede que se supiese ya
el procedimiento de memoria o que se lo hubiese ensayado, pero a mí me había dejado
anonadado con tanta información junta.
–Eres… –me quede callado al darme cuenta de
que no sabía que decirle–. ¿Cómo puedo agradecértelo? –mi labio inferior tembló
de la emoción.
–Es mi trabajo, no tienes que agradecer nada
–contesto el cogiendo una hoja de lechuga que sobresalía de mi comida.
–Ya pero… –mis mejillas comenzaron a
enrojecerse y a arder–. Creo que tu compañera y tú me habéis hecho más felices
en una sola noche que cualquier otra persona en mi vida entera.
Observe como sonreía orgulloso de sí mismo a
lo que había dicho, y luego hacia un pequeño gesto con la mano para quitarle
importancia.
–Primero empieza por llamarme por mi nombre
Kim Jongin –me pidió al ver que no me sabia su nombre–. Esto no es algo que
suela hacer pero… si quieres puedes quedarte en mi casa hasta que encuentre
algo –me ofreció–. No es que sea gran cosa pero es mejor que nada. Y no creo
que te agrade acabar en una casa de acogida.
La convivencia con Jongin era sencilla. Lo
malo era lo poco que coincidíamos en la casa. Al final con la pensión que me
tenía que dar mi padre pude pagarme la matricula de la universidad, y aunque
entre tarde no me costó mucho ponerme a la altura de los demás. Mis clases eran
por la mañana y casi todos los turnos de Jongin en el trabajo eran de noche,
por lo cual solo teníamos la tarde para hablar un rato, y casi siempre los dos
solíamos estar ocupados.
Algún que otro fin de semana, solía acompañar
a Jongin a la comisaria para hacerle compañía y ver a su compañera de guardia.
La mujer de vez en cuando solía traernos algo de comida casera, ambos lo
agradecíamos pues comíamos bastante mal.
La verdad es que no era una vida tan mala. Al
final acabe pagando el alquiler de la pequeña casa en la que vivía Jongin a
medias con él. Y lo mismo con la luz y con el gas. Como la casa era muy pequeña
solo tenía una habitación, por eso yo dormía en el sofá cuando Jongin estaba en
casa, si no solía utilizar su cama. Era una tontería no utilizarla si él no
estaba en casa. Y cuando se lo comente no pareció importarle.
–Mañana y pasado no tendré clase, es el día
internacional de la medicina y luego harán puente porque sé qué razón –le
informe mientras servía el café en dos tazas pequeñas–. He mirado tu calendario
y tú tampoco tienes que trabajar. ¿Quieres hacer algo especial? –pregunte
mientras le tendía la taza para que la tomase.
–Si no te importa que duerma a la mañana no
veo por qué no –respondió antes de quemarse con el café la punta de la lengua–.
Ughs… –exclamo de dolor antes de que
le pasase una botella de agua fría. Este en vez de beber de este objeto poso su
lengua para que se enfriase. Sonreí divertido al verlo.
–Mi padre nunca me llevo al zoológico, ¿te
gustaría ir?
Como respuesta se encogió de hombros, estaba
más concentrado en el dolor de su lengua que en lo que yo le pudiese decir. Lo
cual era normal.
–Deja que mire –más que un ofrecimiento mis
palabras parecieron una orden.
Lo agarre de la barbilla y moví toda su
cabeza, para que su lengua quedase justo delante de mí. Se la mire
detenidamente. No parecía que fuese nada grave, aunque igual no podría saborear
nada con esa parte de la lengua durante una semana.
–Iré a la farmacia a por un apósito frío –le
informe mientras me daba la vuelta–. No es nada pero así se te curara más
rápido –asegure. Debía de admitir que vivir con Jongin era genial. Cada dos por
tres se hacía algo nuevo y cada dos por tres yo tenía que prestarle los
conocimientos que aprendía en la universidad. Era como tener una práctica
diaria.
Volví rápido de la calle, la farmacia apenas
estaba a dos manzanas. A primera vista no pude ver a Jongin, algo extraño ya
que desde la entrada se podía ver casi toda la casa. Camine por esta llamándolo
y este me respondió desde su cuarto. Entre sin permiso ya que la puerta estaba
abierta de par en par.
Le había pillado cambiándose. El chico no
tenía el menor temor a enseñar su cuerpo, no al menos delante de mí. Entre en
la habitación a la vez que se daba la vuelta y me sonreía. Se acerco a mí y sin
decir nada cogió la pequeña bolsa que tenía en mis manos, dejándola
delicadamente sobre la mesa de estudio que había al lado.
–Gracias, es muy amable por tu parte –sonrió
antes de besar momentáneamente mis labios. Me quede de piedra. Paralizado.
Intente reaccionar rápidamente, para que no se viera mi desconcierto pero mi
cuerpo solo supo agarrarlo de la muñeca.
Me miro interrogante, igual hasta preocupado
por mí.
–No te preocupes Luhan –comenzó a hablar–. No
voy a hacerte nada –sonrió de medio lado, de manera ciertamente seductora, lo
cual no encajaba con lo que había dicho. Fue a zafarse de mi agarre pero mi
cuerpo no le dejo.
Tire de él, hacia mi cuerpo, y lo bese yo
esta vez en los labios. Simplemente quería probar si el cosquilleo que había
sentido en la tripa iba a volver a repetirse si le besaba. Y así fue. Ninguno
de los dos dudo al profundizar el beso. El cuerpo de Jongin estaba caliente y
era agradable al tacto de mis dedos.
–Kai… –pronuncie en un suspiro al separarnos.
No sabía porque había pronunciado aquella palabra la verdad.
–Me acabas de cortar todo el rollo –se quejo
él un tanto molesto–. No puedes nombrar a ex pareja después de haberte besado
conmigo. Debería de estar prohibido.
Se separo de mí, pero le volví a agarrar por
los brazos esta vez para que siguiese a mi lado. Le mire preocupado. No comprendía
bien sus palabras porque la sangre no me llegaba bien a la cabeza, me sentía
mareado; y las palabras que pronuncie a continuación tampoco las llegue a
comprender nunca del todo.
–Hace tiempo leí en una revista que en algún
idioma viejo “Kai” o “Kaia” significaba puerto –¿Por qué le contaba aquello sí
ni para mi tenía sentido?–. Tú eres mi puerto. Tu eres el que me alejo y salvo
de aquella inestabilidad en la que yo vivía y me llevo a tierra firme –le
asegure–. Tú eres el tipo de persona que me puede volver inestable también
porque al fin y al cabo eres Kai. Creo que… creo que si te separas de mi
volveré a caer al agua y… –trague saliva antes de terminar la frase– tu eres el
único que podría llevarme a flote. Kai
–susurre sobre sus labios.
Se quedo callado ante mis palabras. Creo que
jamás había dicho tanta tontería junta. Se soltó de mi mano y agarro mi cabeza
con fuerza antes de besarme de una manera más apasionada que la que había hecho
antes. Nos besamos hasta quedar sin aliento, nos miramos y nos sonreímos
mutuamente de la manera más tonta. Junte mis labios con los suyos esta vez de
una manera más suave. Él seguía teniendo sus manos sobre mi cabeza y las mías
habían viajado por toda su espalda, acercando nuestros cuerpos aun más el uno
al otro. Dejando que a través de mi camiseta pudiese sentir todo el descubierto
y caliente pecho de Jongin.
Nuestros días pasaban tranquilamente, sin
ningún tipo de problema. Nos habíamos declarado pareja aunque nadie más lo
supiese. Tampoco es que hubiese muchas personas a las que les pudiésemos contar
nada, de ahí que no lo hiciéramos. Tampoco es que hubiese habido un momento
para declararle al mundo entero que estábamos juntos.
Yo había pasado de dormir en el sofá a dormir
en la cama de Jongin todos los días, estuviese o no. Había veces en las que el
llegaba antes de trabajar, se acurrucaba a mi lado y me abrazaba fuerte
haciendo que a mí no me diesen ganas de ir a estudiar.
–Se te ve muy feliz últimamente –observo mi
amigo Yixing mientras tomábamos algo en un bar cerca de su casa–. ¿Ha pasado
algo bueno?
Le mire con sorpresa mientras removía el
hielo de mi refresco con el dedo. Ni me había dado cuenta de haber metido mi
extensión allí dentro y ahora que lo veía me parecía extraño.
–¿Eh? –le pregunte distraído mientras mis
mejillas se sonrojaban al recordar tan solo el rostro de Jongin–. Llevo una
temporada en la que estoy más que feliz. No me puedo quejar de nada de lo que
pasa en mi vida –le asegure.
–Tú nunca te quejas de nada Luhan –me recordó
antes de cogerme la mano y sacármela del refresco–. Deja eso –me ordeno con un
tono borde– y cuéntamelo todo. Hacía mucho que no sonreías de esa manera
–sonrió el también para ir acorde conmigo.
Le mire fijamente. ¿Qué debía de contarle?
Por lo general no sabía hablar de mí mismo, jamás había tenido la costumbre de
hacerlo. Nunca me había gustado la verdad. Todo el mundo recurría a mí para
hablar sobre los problemas propios. A la única persona a la que me había
abierto había sido Jongin, y porque cuando nos conocimos yo no era yo mismo,
solo un saco de piel lleno de huesos, órganos y poco más.
–No es nada. Solo he conocido a una persona
que me hace feliz –le explique dándole un trago al refresco sin acordarme de
que mi dedo había estado ahí. Tampoco era tan malo, era mi propio dedo y no el
de otro.
–¿A eso le llamas nada? –me pregunto
inclinándose sobre la mesa. Simplemente atine a encogerme de hombros–. Esa
persona debe de ser la primera novia de verdad que tienes Luhan –sonrió con
felicidad.
–Ya bueno pero…
–¡Ni peros ni nada! –me corto agarrándome de
las manos y alzándolas–. Pensé que eras asexual o algo –río ligeramente–. Debe
de ser una autentica belleza para que te hayas fijado en ella.
–Bueno Kai es… –tome un respiro para saber
cómo responder a la pregunta que no me había formulado en realidad–. Es una
persona… exótica, no encontraras una persona como Kai en tu vida.
Note como mi móvil vibraba dentro de mi
pantalón, saque el teléfono móvil y con una pequeña disculpa leí el mensaje que
me había llegado. Claramente era de Jongin, diciéndome que volviese sobre las
diez a casa, había conseguido salir antes de su turno de tarde del trabajo y
quería que cenásemos juntos en casa. Acepte rápidamente su oferta y deje el
teléfono en paz.
–Sonríes como un idiota –me informo mi amigo
mientras me miraba medio divertido ante mi reacción–. ¿Te ha enviado un mensaje
cursi y te ha levantado el ánimo? –comenzó a chinchar.
–No –respondí casi tajante–. Solo me ha dicho
que ha terminado de trabajar y que me espera para cenar. Pero no te preocupes,
puedo llegar un poco tarde.
Yixing me miro fijamente sin estar muy
convencido de eso de llegar tarde. Seguro que quería que llegase lo antes
posible para cualquier cosa que pasase por su retorcida cabeza. No es que fuese
mala persona, justo al contrario, pero de vez en cuando solía pensar de una
manera un tanto extraña incluso poco moral.
–Levanta y vamos para allí –me ordeno. No le
hice caso. Si Jongin me había dicho que no fuese a casa hasta las diez era por
algo. Mire interrogante a mi amigo el cual seguía pidiéndome con los ojos que
le hiciese caso–. Vamos a comprarle un regalo. No querrás aparecer allí con las
manos vacías ¿verdad?
Incline la cabeza hacia adelante, pensando en
ello. La verdad es que no era justo que Jongin se fuese a tomar el trabajo para
hacer algo mientras yo me quedaba quieto esperando por la sorpresa que él me
quisiese dar. Termine de beberme todo el refresco y asentí firmemente.
Mi amigo sonrió feliz al ver que le hacía
caso. Salimos del bar siendo acogidos por un frío viento. Me arrope mejor en mi
abrigo temiendo coger un resfriado si no lo hacía. Seguimos hablando durante
todo el camino y acabo por convencerme para comprar una botella de champagne.
En realidad la compro él con su carnet falso en el que decía ser mayor de edad.
–¿Seguro que no quieres que compremos
condones? –me pregunto mientras me abrazaba con un brazo. Suspire, ya era la
quinta vez que me preguntaba lo mismo. Alce la mirada al cielo, dejando que el
viento diese contra mis mejillas y ojos, haciendo que mi cara se enfriase.
Pero en seguida algo llamo mi atención. Una
pequeña ardilla, la cual parecía una cría por el pequeño tamaño. Estaba claro
que se encontraba fuera de su madriguera, allí donde tendría que estar
invernando. No parecía estar tranquila pues movía la cabeza de lado a lado,
girando sin parar. Observe mejor y vi que tenia la pata atrapada entre dos
pequeñas ramas que se juntaban.
–Toma esto –le di el alcohol a Lay sin mirarle. En cuanto
note que el peso que suponía para mi mano bajaba solté la bolsa. Escuche que me
preguntaba cosas pero las ignore. No porque no quisiese responder a sus
preguntas o porque quisiese parecer maleducado, simplemente quería salvar a
aquella pequeña criatura cuanto antes.
El árbol tenía nieve y hielo, resbalaba. Me
tuve que quitar los guantes que llevaba para poder agarrarme bien al tronco.
Lay se acerco más a mí para pararme, pero yo ya había comenzado a subir, sin
mirar abajo. No tarde mucho en llegar hasta donde me proponía, lo cual me lleno
de orgullo. Eso sí, tuve que hacer un gran esfuerzo para poder estabilizarme y
coger impulso. Una vez me coloque en una posición relativamente cómoda, agarre
con una mano la pequeña criatura. Esta me mordió uno de los dedos, pero intente
ignorarlo. Me había hecho una pequeña herida y sangraba ligeramente, pero nada
que se viese grave. Con delicadeza pude sacar al pequeño animal de aquel
prisionero agarre al que estaba sometido.
Sonreí feliz al ver que había podido hacerlo.
La ardilla se tranquilizo un poco en mis manos, pues la había agarrado con las
dos para que se calentase un poco.
–¡Yixing! ¡Mira! –exclame feliz mirando hacia
abajo. El me miro con sorpresa al ver porque había subido hasta allí.
–Muy bien Luhan –respondió el intentando no
parecer tan contento como yo si no un poco cabreado por haberle ignorado–.
Ahora baja rápido –me apremio.
Asentí con entusiasmo y metí a la pequeña
cría dentro d mi bolsillo, dejándole huecos por los cuales podría respirar.
Baje la fuerza con la que agarraba la rama y apoye mejor los pies. Subir había
sido fácil pero bajar no parecía que fuese a serlo. Intente convencerme a mí
mismo de que podía hacerlo, pero el resbalón que di justo después me quito toda
esperanza. Baje en picado hasta el suelo, cayendo de pies antes de caer
nuevamente contra el suelo.
La ardilla se revolvió nerviosa dentro de mi
bolsillo y Yixing corrió preocupado hasta donde me encontraba yo, gritando.
Comencé a ver las cosas borrosas, nada estaba claro. Sentí que alguien me
levantaba la cabeza, la cual me dolía mucho. Deje de escuchar la voz de mi
amigo, ni pude escuchar la mía propia cuando hable antes de dormirme.
Desperté en una cama de hospital. Podía
reconocer el olor gracias a todas las prácticas que había hecho. La cama era un
fino colchón mullido que no se encontraba totalmente recto, si no que tenía la
parte de arriba incorporada. Todo estaba en silencio si no fuese por el goteo
que tenía al lado y un medidor de constantes que hacía un ruido infernal. Fuera
de la habitación podía escuchar a las enfermeras y a los médicos hablar entre
ellos tanto sobre temas importantes como de temas triviales.
Abrí los ojos poco a poco notando como la luz
entraba por ellos dejándome ver lo que había alrededor. Yixing estaba sentado
en la silla que había al lado de la cama mientras agarraba mi mano y acariciaba
mis dedos nervioso. Parecía que le había comprado una pequeña jaula a la
ardilla que había rescatado pues estaba durmiendo plácidamente en ella.
–¿Luhan? –la voz de Lay se alzo en la
habitación, al igual que él ya que se puso de pies. Vi como me sonreía
tiernamente y me acariciaba el pelo y la mejilla sin soltar mi mano–. Estaba
muy preocupado por ti –me informo–. ¡No vuelvas a hacer eso delante de mí!
¿Vale? No te dejare subirte a un árbol nunca más –no pude evitar sonreír cuando
dijo aquello. Parecía que de verdad lo había pasado mal por mi culpa.
–¿Cuánto tiempo llevo desmayado? –pregunte
con pereza y dificultad.
–Como unas tres horas –respondió él un poco
más tranquilo–. Tu novia estará a punto de llegar. Hace poco se ha puesto en
contacto conmigo y me ha dicho que le quedaban unos cinco minutos –asentí sin
ganas de hablar. Debería de decirle que Jongin era un chico, pero sentía mi
cuerpo muy cansado.
Yixing decidió darme una pequeña tregua y que
descansara un poco, pero en ningún momento dejo mi mano. Sonreía intentando
verse tranquilo, pero no lo estaba.
Unos minutos más tarde se escucho un revuelo
fuera de la habitación. Yo apenas me di cuenta de ello pero note como alguien
entraba en la habitación deprisa y corriendo.
–¿¡Luhan!? –exclamo la voz de Jongin
totalmente agotada. Sentí como se tiraba encima de mí y me llenaba toda la cara
de besos. Besos rápidos que me dejaron un pequeño camino de su saliva–. ¿¡Que
te ha pasado!? –dijo cuando dejo de besarme aunque luego siguió haciéndolo–.
¿Casi muero al saber que te habían ingresado en el hospital con urgencia?
–¿Tu eres Kai? –pregunto Yixing sin entender
nada–. ¡Oh, lo siento! Pensé que serias una chica me ha extrañado –se disculpo.
Seguro que Jongin le había lanzado una mirada matadora por haber interrumpido
sus besos.
–Jongin, te presento a Yixing –dije
incorporándome mejor en la cama al sentirme más despierto–. Es un amigo de la
infancia. Yixing este es Jongin, mi novio.
Ambos se saludaron con una pequeña
inclinación, sin dejar de mirarse a los ojos. Lay le sonrió ligeramente y él
intento mostrarle el mismo gesto aunque se encontrase muy nervioso.
–Supongo que tú has sido el que me ha enviado
los mensajes –concluyo Jongin. Yixing asintió con un pequeño puchero en sus
labios haciéndole parecer más inocente de lo que era–. Gracias –suspiro
sintiéndose aliviado–. ¿Qué tal estás tú? –me pregunto a mí.
Sonreí y le explique que en ese momento me
encontraba bien, algo mareado pero que debía de ser por la anestesia que tenía
en el cuerpo. Al menos servía de algo estudiar medicina, podía comprender que
pasaba dentro de mi cuerpo cuando muchas otras personas serian incapaces de
verlo. Hacía que no me preocupase pues si me pasase algo grave no estaría allí.
–¿Este es el causante de tanto mal? –pregunto
mientras miraba la pequeña ardilla. Yixing se había ido a comer algo ahora que
tenía compañía y había alguien que podía vigilarme.
–No es causante de ningún mal, casi la
aplasto al caerme –enfoque la situación desde otro punto de vista–. Puede que
le llame Kai, así no sabrás a quien estoy llamando –bromee.
–Deberías de llamarlo Luhan –respondió el–.
Es tan kamikaze como la persona que le ha rescatado –sonrió mientras me miraba
fijamente. Dejo a la ardilla en paz y se sentó a mi lado, cogiéndome de la mano
con fuerza.
–Iba a decirle a Yixing que salía contigo,
que eres un chico –comencé a hablar–. Pero se emociono al saber que salía con
alguien y no me dejo corregirle.
Acaricio mi pelo con un gesto pensativo.
Había visto en su cara que le había molestado el que no le contase a mi amigo
que salía con un chico. Puede incluso que se lo hubiese tomado como insulto o
como algo incluso peor. No quería que pensase que lo despreciaba a él o a sus sentimientos.
Había sido la única persona que había creído
en mí y me había ayudado de verdad, aunque fuese su obligación. Me había
demostrado que era el cariño y tratar a alguien bien después de los incontables
años en los que nadie me había tocado con ese sentimiento.
Definitivamente me daba igual si Jongin era
chica o era chico. Era Jongin. Y no necesitaba nada más para ser feliz porque
él me hacia lo más feliz que podía ser.
–No te preocupes por eso ahora –me contesto
con una pequeña sonrisa antes de besar ligeramente mis labios–. Tu solo ponte
bien ¿sí? Es mi único deseo ahora.
Sonreí tiernamente mientras agarraba su mano
con fuerza y asentía con la cabeza. Me había tocado el premio gordo. Nadie
podría encontrar jamás otra persona como mi novio, porque era único en el
planeta y era mío.
–¿Ya estás bien, Luhan? –pregunto una voz
masculina y adulta. Corte el contacto visual que tenia con Jongin y mire al
Doctor Kim. Él entre otros estaba siendo uno mis mentores de prácticas–. Cuando
me han dicho que estabas en el hospital pensé que te habías equivocado de día
–sonrió antes de mirar los papeles médicos.
–Jongin. Este es el Doctor Kim, uno de mis
profesores –se lo presente. Los dos se dedicaron una reverencia, la del moreno
más profunda que la del doctor–. ¿Cuándo podre ir a casa? –pregunte sin perder
el tiempo, deseoso de salir de allí cuanto antes.
–Umh… Mañana –respondió anotando algo después
de mirar mis constantes–. Te haremos una pequeña intervención en la rodilla
porque se te está derramando el líquido sinovial –me explico a mi más que a
Jongin–. No es una intervención peligrosa como ya sabrás y al ser una operación
de DÍA cuando la anestesia de la operación desaparezca podrás irte a casa.
Suspire lentamente. Lo último en lo que había
pensado al subir al árbol era en tener que operarme después. No me hacía
ninguna gracia la verdad, pero era lo mejor que podía hacer ya que si seguía
derramando liquido podría quedarme sin andar, o si lo hacía sufriendo grandes
dolores.
Asentí y agradecí su trabajo al doctor. Este
nos volvió a dejar a solas.
–Había preparado una cena espectacular para
los dos ¿sabes? –me informo Jongin–. Una pena que se vaya a echar a perder –se
incorporo y apoyo su trasero en la cama–. ¿Crees que será más cómodo que duerma
aquí contigo o en el sillón?
Al principio me costó un poco hacerme otra
vez al ritmo de todo. Como me habían operado de la rodilla tenía que guardar
reposo durante un tiempo, y aunque por dentro me comiesen las ganas de andar y
corretear por ahí, me tuve que aguantar. Siempre había alguien para ayudarme a
subir las escaleras o para hacer cualquier otra cosa, o sea que tuve una
recuperación lenta pero fructífera. En casa Jongin no me dejaba hacer nada de
nada. Siempre era él el que hacia las compras o el que limpiaba e incluso el
que me cuidaba como si fuese un niño pequeño.
Era agradable que alguien se preocupase por
ti y que te cuidase, algo de lo que antes no había podido disfrutar. Mi padre
siempre estaba ocupado con el trabajo y la zorra
de la señora siempre estaba preocupada de sí misma en vez de mirar por los
demás. Eso sí, cuando ella caía enferma yo tenía que cuidarle. Vaya broncas que
me echaban si no lo hacía. Como odiaba a esa mujer.
Cuando por fin me quitaron la escayola y me
hicieron las curas Jongin y yo decidimos hacer una pequeña fiesta para los dos
solos. Así podríamos disfrutar de un poco de tiempo a solas y disfrutarlo sin
hacer grandes esfuerzos, ya que yo aun tenía que ir a rehabilitación.
Llegamos a casa y nos despojamos rápidamente
de los abrigos, allí dentro hacia mucho más calor que fuera. Fuimos a la cocina
donde habíamos dejado una pequeña tarta, suficiente para los dos. En realidad
se lo iba a comer él ya que a mí el dulce no es que me hiciese mucha gracia.
–¿Quieres pedir un deseo? –me pregunto antes
de comenzar a cortar la tarta–. Sé que no hay velas pero…
–Tengo todo lo que he podido desear –le corte
antes de besarle los labios con fuerza aunque no profundizásemos más–. Jamás
había sido tan feliz –asegure antes de besarlo otra vez con más fuerza.
Jongin agarro mi nuca para que no pudiese
escapar de sus labios esta vez. No me quede, y abrí la boca de buena gana al
notar como su lengua pedía acceso a mi boca. Lo agarre de los hombros,
pegándolo más a mi cuerpo a la vez que el me hacia sentarme encima suyo. Así
los dos podíamos estar apoyados en algo ya que él estaba sentado en una silla.
Los dos sentimos como nuestros miembros se
rozaban, tal y como lo habían hecho muchas otras veces. Hasta ahora habíamos
llegado bastante lejos, yo lo consideraba así por la situación en la que nos
encontrábamos. Pero no estaba seguro de cuanto más podríamos resistirnos él uno
al otro. Podía notar la pasión con la que me tocaba, podía sentir aquellas
ganas que tenia de mí.
–Es… –no pude seguir hablando porque comenzó
a acariciar mi miembro–. Espera Jon–Jongin –le pedí esperando que me hiciese
caso. Tardo un poco en hacerme caso pero aun así paro, dejando mi miembro medio
despierto.
–¿Te duele la pierna? –pregunto preocupado al
ver cómo me levantaba.
Negué con la cabeza antes de salir de la
cocina e ir a la habitación a por algo. Escuche como soltaba un pequeño
quejido, no le había gustado que interrumpiese el acto que estábamos llevando a
cabo. Volví rápidamente, todo lo que podía sin forzar la pierna y le tendí un tocho
de papeles para que los viese. Extrañado, por su expresión, abrió el pequeño
informe que tenía delante y pasó los ojos mirándolo en general.
–¿Qué quieres decirme con esto? –pregunto sin
comprender a que venía. La verdad es que aquel informe lo había hecho rápido y
corriendo y no lo había profundizado mucho. Me había dado un tanto de vergüenza
escribirlo ya que iba sobre la penetración anal–. Te da miedo lo que pueda
pasar ¿verdad? –sonrió al entender mi reacción. Se levanto de la silla y me
abrazo de la cintura mientras posaba sus labios sobre mi cuello–. No tienes que
tener miedo Luhan.
–No quiero romperte ningún esfínter ¿sabes?
–lo abrace con fuerza–. Incluso penetrándote yo sufro riesgos de quedarme sin
mi… ya sabes.
–Espera… ¿crees que vas a ser tu quien me
penetre? –pregunto esta vez incrédulo separándose un poco de mí–. Luhan, en
este caso tú serias el penetrado.
–¿¡Qué!? –exclame sin poder creérmelo. ¿En
serio creía que me iba a dejar destrozar los intestinos y los esfínteres del
ano? Me miro con seriedad, sin un atisbo de broma en su expresión–. No
–recalque con fuerza–. No me vas a penetrar. Es peligroso… para mi… para ti…
para… –deje de hablar ya que me encontraba de lo más contrariado. Es que aun
incluso de que penetrándome él no hubiese peligro le dejaría hacerlo.
–Luhan. Tranquilízate –me zarandeo por los
hombros al ver que me estaba dejando comer por mis pensamientos totalmente
racionales. Cuando volví del todo en mi me cruce otra vez con su seria mirada–.
No haremos nada pero piénsatelo ¿sí?
Asentí a mi pesar, aunque dudaba que fuese a
cambiar de opinión.
Lo quisiese ver o no, la relación que
mantenía con Jongin se había enfriado desde aquel día. Yo no podía hacer otra
cosa que leer y releer el corto informe que había escrito yo mismo. Era algo
que no podía evitar, me daba miedo y no servía de nada ya que sentía que perdía
a mi novio rápidamente.
Mis sospechas se hicieron reales cuando me
pidió un tiempo. Ya ni siquiera dormíamos en la misma cama o comíamos juntos.
Las pocas noches que tenia libres no las pasaba en casa, me dejaba a mi
solo en aquella pequeña casa.
Supongo que yo mismo me lo había buscado por
confiar en alguien a quien apenas conocía. Me había confiado porque me había
dado cariño, algo que necesitaba desesperadamente cuando le conocí. Supongo que
él haber sido el dulce policía que cuidaba de un ciudadano con tanto cariño
hacía que fuese mi perdición.
Notaba que yo le necesitaba mucho más de lo
que él me necesitaba a mí. Mientras que él era capaz de rehacer su vida, o
simplemente seguir con ella sin mí, yo estaba estancado. Comencé a estudiar más
ya que no tenía nada que me distrajese, y mis notas mejoraron mucho. Seguí
manteniendo mi relación con mis amigos de siempre, sobre todo con Yixing, ya
que siempre podía contar con él. Pero Jongin había pasado a ser secundario,
aunque sentimentalmente no fuese así.
Pero aquella noche fue la peor. Me encontraba
en el sofá, intentando dormir. Jongin había salido ya que no se encontraba en
casa. No le había visto en todo el día, pero hacía apenas cuatro horas que yo
había llegado a casa y ya era de noche cuando había llegado. No tenía que
trabajar o sea que o se había quedado a dormir en casa de alguien para no verme
o se había ido de fiesta.
Eran las tres de la mañana cuando escuche la
puerta abrirse. De ella entraron dos personas, una chica y Jongin. Rieron al
entrar pero en seguida se escucho como alguien chocaba contra la pared, y luego
el sonido de unos labios besándose. Se arrastraron por el pasillo hasta llegar
a la habitación y sin cerrar la puerta comenzaron a desvestirse y a acariciarse
con fuerza. Pude notarlo por el sonido que hacían los dos.
No tarde mucho en escuchar gemidos mientras
yo me encogía entre las mantas, escondiéndome dentro de ellas para no escuchar
lo que estaba pasando en la casa. Note como las lágrimas corrían por mí mis
mejillas sin control alguno. Me dolía que buscase en otra persona aquel tipo de
relación. Me hacía plantear que solo había estado conmigo por llegar a ese
momento, ya que cuando me negué me dio de lado. Y ahí estaba, dándole ese tipo
de amor a otra persona que no era yo.
A la mañana siguiente me levante temprano e
hice mi maleta de manera rápida. No quería pasar más tiempo bajo el mismo techo
que él. Puede que los dos actuásemos por despecho pero no me sentía capaz de
estar viviendo con alguien que tan fácilmente me remplazaba por otra persona.
Tampoco tenía muchas cosas que recoger o sea
que no me costó nada de nada salir de allí. Decidí dejarle una nota ya que
desaparecer así sin más no era algo que se debía de hacer. Sabía que en
realidad no le importaría, aunque esperaba que llorase mi perdida tanto como
había llorado yo la suya.
Me quede en un pequeño motel cerca de la
universidad, comenzando a buscar un sitio en el que quedarme. Uno que fuese mío,
aunque fuese solitario y enano. Para lo poco que pasaba en casa, y ahora en el
motel, no necesitaba más.
Pensé en ello hasta que me acorde de Yixing.
El vivía con su abuela, pero tenía que tener una habitación libre, la que
perteneció a sus padres antes de morir en aquel dichoso accidente. Por lo tanto
me plante en su casa, toque el timbre y espere con mi maleta a que abriese la
puerta.
Cuando abrió la puerta me sonrió
abiertamente. Normalmente no solía visitarlo en su casa o sea que aquello le
había descolocado un poco.
–¡Luhan! –saludo con energía–. Raro verte por
aquí. ¿Puedo hacer algo por ti? –pregunto con cortesía.
–La verdad es que… –dude antes de seguir
hablando, no quería parecer un cara dura–. Tienes una habitación libre ¿verdad?
–asintió ante mi pregunta–. La necesito –me miro extrañado–. Podría…. ya sabes,
¿quedarme contigo durante un tiempo?
El dudo antes de responder. Vivía con su
abuela enferma y no debía de tenerse en cuenta solamente a él. Pero yo
necesitaba vivir con alguien conocido. No podría soportar irme a vivir a un
motel solo, durante más tiempo del que podría soportar.
–Yixing, si te lo pido es porque realmente lo
necesito –comencé a hablar esperando que si le tocaba la fibra sensible–. Estoy
viviendo en un motel. No puedo seguir viviendo con Jongin; me ha dejado y
además se lleva a otras personas a casa para… –me callé para no seguir hablando
sobre eso–. Te pagare un alquiler si quieres, lo que sea. Pero no me dejes en
la calle. Por favor.
Mis palabras sonaban como si fuese una
súplica. En realidad le estaba suplicando. Y no me importaba admitirlo. Después
de todo lo que había vivido en los últimos meses mi orgullo me daba exactamente
igual.
–Estoy destrozado. Llevo unos meses en los
que ni yo mismo me pudo reconocer por lo que he cambiado. Ahora parece que me
gustan los chicos ¿sabes? Y me confunde. Por desgracia eso es de lo mejor que
me ha pasado últimamente, porque todo lo demás es una mierda. Al menos he
conseguido que los estudios me vayan bien, si ignoro toda mi vida y me centro
en ello, pero quiero poder seguir teniendo una vida más allá del estudio y…
solo en un motel de por vida yo…
–Puedes quedarte –hablo lentamente mientras
me abrazaba–. Pero deja de llorar, por favor –me pidió. ¿En serio estaba
llorando? Ni me había dado cuenta de que lo estaba haciendo. Supongo que mi
sufrimiento había llegado a tal punto que ni me enteraba de lo que pasaba fuera
de mi cuerpo–. Entra por favor, no te quedes ahí fuera.
Yixing se pasó todo el día conmigo, se negó a
separarse de mi lado. Era la primera vez que me veía llorar y se había
preocupado. No me gustaba que se preocupase tanto por mí, me hacía sentir mal
por él. Tener que encargarse de mi no debía de ser nada cómodo.
Hablo con su abuela y ninguno de los dos tuvo
ningún problema en dejarme vivir con ellos. En la habitación de los padres de
mi amigo. Desde que ellos habían muerto no habían dejado que nadie ocupase la
habitación y que me dejasen hacerlo a mi fue algo que me conmovió. ¿Cómo podía
ser una familia tan agradable?
Decidí por mí mismo, sin que me pidiesen
nada, que lo mejor era dejar la habitación tal y como estaba. No moví nada de
su sitio, ni las fotos ni la ropa que estaba en el armario. Yixing y su abuela
se pasaron como media hora delante de la cama, rezando antes de que cambiase
las sabanas. Querían tener la memoria de las dos personas bien cercana, y a mí
no me molesto tener que esperar.
“¿Dónde estás?” o “Te echo de menos, vuelve”. Eran mensajes que esperaba recibir por parte
de Jongin, pero no recibí ninguno. Luego recordé que le había bloqueado y que
era normal que no pudiese enviarme nada pero aunque estuviese muriéndome de las
ganas por saber si se había acordado de mí no lo desbloquee. No me encontraba
seguro de que quisiera hacerlo. Y lo mejor ante la duda era no hacerlo.
–¿Te sientes cómodo? –me pregunto Yixing una
tarde mientras yo estaba haciendo mi tarea diaria. Le mire curioso. Se acababa
de duchar, pues llevaba un albornoz y tenía el pelo mojado, y parecía que estuviese
preparándose para salir pues se había hecho cosas raras en el pelo.
–Sí –respondí brevemente–. No pensé que
pudiera adaptarme tan fácilmente a las costumbres que tenéis aquí pero… lo he
logrado –sonreí orgulloso de mí mismo. Correspondió mi sonrisa mientras se
metía en la habitación y se sentaba en la cama mirándome fijamente.
–Deberías de darte un respiro y venir conmigo
de fiesta, te lo mereces –opino el aunque supiese que iba a rechazar su
propuesta–. Te lo digo en serio. ¿Hace cuanto que no te diviertes como una
persona joven?
–Ni lo sé, ni me importa –le conteste yo–.
Aunque sea joven y tenga que disfrutar de mis años quiero concentrarme en mis
estudios, acabarlos cuanto antes. Ya sabes –me levante de la silla en la que me
encontraba y camine hasta la cama, sentándome a su lado–. Deberás de divertirte
por los dos. ¿No crees?
Sonrió abiertamente y asintió. Aun así su
expresión me decía claramente que se guardaba algo bajo la manga, no quería
dejarme las cosas fáciles.
–Cuando termines el cuatrimestre vendrás
conmigo –declaró, sin pedir permiso ni nada–. Te mostrare lo que es divertirse
de verdad y luego te arrepentirás de haber sido tan casto toda tu vida –aseguro
con aquella traviesa sonrisa que solía mostrar.
–Puede que tengas razón –sonreí antes de
abrazarlo con fuerza. Simplemente sentí que debía hacerlo porque era bueno
conmigo. Había decidido que después de lo que había hecho aquella familia por
mi se lo iba a devolver todo como pudiera–. Tú ve, yo cuidare de tu abuela.
La abuela de Lay era una señora muy amable y
trabajadora aunque su médico le hubiese prohibido hacer grandes esfuerzos.
Hacía todo lo que estaba en su mano por su sobrino y yo le ayudaba con eso. Me
hizo gracia que aun con la edad que tenía mi amigo su abuela tuviese que hacerle
un reconocimiento completo todos los días. Más de una vez se olvido incluso de
ponerse la ropa interior. Entonces ella le echaba la bronca y le obligaba a
arreglarse mejor. Incluso le solía castigar de vez en cuando.
–Eres muy buen chico –me aseguro mientras un
día le estaba poniendo la inyección de la diabetes. Había cogido la costumbre
de encargarme de sus medicinas, al fin y al
cabo entendía del tema y tenía la capacidad para hacerlo–. Es bueno que
Yixing tenga amigos como tú, hace que no me preocupe tanto.
Sonreí a la anciana amablemente y con cuidado
metí la aguja dentro de su piel. Me mantuve en silencio, pues aun no tenía la
confianza para hablar mientras lo hacía, e introduje la hormona dentro de su
cuerpo.
–Yixing tiene suerte de tener una abuela como
usted señora Zhang –asegure devolviéndole el cumplido–. Ha conseguido que se
crie en un ambiente más que bueno. Me da envidia ver como tiene a alguien que
se preocupe tanto por el –admití de manera tímida–. Estoy seguro de que jamás
la dejara sola y que le devolverá todo lo que ha hecho por él. Y lo mismo
conmigo –saque la aguja lentamente–. Le estoy tan agradecido que jamás podría
olvidarlo.
–Yo creo que estás haciendo suficiente por mi
y por mi nieto –repuso ella–. Gracias por tener toda esa paciencia –sonrió de
manera maternal antes de besar mi frente.
Sentí como me emocionaba y de mis ojos
comenzaban a salir lágrimas de repente. No las había notado llegar, pero ahí
estaban siendo derramadas sin descanso. La vieja señora me abrazo con fuerza y
me meció entre sus brazos y cuerpo. Me abrace a ella sin pensármelo dos veces.
Hacía tiempo que no me sentía cuidado de una manera tan maternal y agradable.
Había olvidado lo que se sentía cuando alguien se preocupaba por mis
sentimientos y por darme el cariño que tanto sentía que necesitaba. Aunque no
lo expresase.
–Ya paso pequeño. Ahora estas a salvo
–aseguro mientras me apretaba más tiernamente contra su cuerpo.
Me encontraba tirado en la cama, mirando una
vieja película en la televisión. Incluso estaba en blanco y negro. No le estaba
prestando mucha atención pero mi cabeza no era capaz de seguir estudiando en
ese momento. Simplemente no era capaz de leer una palabra médica más. Quería
sentirme tonto por un momento y pensar que no iba a necesitar los estudios para
poder ser feliz de mayor. Pero yo no conocía ese mundo.
Alguien golpeo mi puerta y de esta entro Lay.
Parecía estar cansado y querer meterse en la cama cuanto antes. Le mire y
sonreí, bajando el volumen de la televisión para que pudiese decirme lo que más
desease.
–¿Qué estás viendo? –me pregunto mientras se
metía el también entre las mantas y se acercaba a mí para entrar en calor pues
el único cacho del mueble que estaba caliente era el que mi propio cuerpo había
calentado. Me aparte un poco hacia un lado para que pudiese disfrutar del
pequeño hueco de calor que había creado.
–Una película americana de hace tiempo. Doce hombres sin piedad –concrete–. La
puedo cambiar si quieres…
–No tranquilo –rechazo mi ofrecimiento–.
Cuando era pequeño me metía en esta cama con mis padres a ver películas
antiguas –sonrió con nostalgia–. Siento que vuelvo a mis años de joven ahora
mismo.
Pase mi brazo por su cuerpo y lo abrace
torpemente mientras acariciaba suavemente su cuerpo por encima del pijama que
llevaba. Era raro que no saliese de fiesta. Hacia unas semanas que salía casi
todas las noches, luego volvía temprano y cansado, pero no con la misma cara
con la que volvía cuando salía a divertirse por ahí. No le había dicho nada
porque no quería que pensase que se estaba volviendo poco atractivo. A un joven
como Lay seguro que le preocupaba mucho el cómo le veían, y él se veía bien
aunque hubiese cambiado. En mi opinión el cambio había sido para mal pero eso
no quitaba la chispa que tenia. Aquella chispa que solo Zhang Yixing, alias
Lay, podía tener.
–He conocido a alguien –corto el pequeño
silencio que se había creado mientras veíamos la película–. No es nada serio,
es más como que me esconde ¿sabes? Pero a mí me gusta su manera de ser, aunque
a veces parezca que no le importo nada.
Me sorprendí de manera grata al ver que
quería compartir aquellas palabras conmigo. Era agradable pensar que confiaba
en mí para contarme aquello.
–Hay personas que tardan más que otras en
darse cuenta de lo que de verdad sienten.
–Pero no es el caso. No necesita de una
persona que le de cariño o que le de amor. Está acostumbrado a que no se lo den
y todo lo demás le da igual –suspiro suavemente–. Pero es una persona centrada,
sabe lo que quiere y… tiene grandes cualidades. Cosas que te gustaría que tu
futura pareja tuviese. ¿Comprendes?
Me mantuve en silencio sin saber que decirle
exactamente. No eran cosas que me hubiese planteado durante mi vida.
Simplemente el tiempo que pase junto a Jongin fue genial, precioso. Era feliz y
no me planteaba más cosas a mí mismo.
–El amor es una mierda –murmure con desgana–.
Simplemente te puede hacer sentir genial un día y al siguiente te lo quita
todo. Si esa persona no te hace sentir bien todo el rato debe de ser bueno,
porque te acostumbras y luego la caída no es tan fuerte. Supongo que si te
gusta de verdad y ya sabes que es lo peor que te puede pasar no es tan malo.
–Luhan… –susurro después de un rato de
silencio. Su voz sonaba como si fuese a dormirse en segundos–. Nunca jamás me
des consejos de amor –rio casi nada más hablar haciendo que yo también soltase
una pequeña risa.
–No vengas a mí a pedirlo entonces –volvimos
a reír los dos a la vez–. Pero en serio, si tanto te gusta inténtalo. Hay pocas
personas que se muestran tal y como son desde un principio.
Vale a ver.... Quiero que sepas que lo he pasado muy muy mal leyendo este fic. La razón es que me he sentido identificada con Luhan al 100% por la situación... Podria incluso decirte que te has basado en mi vida desde hace exactamente 6 años atras (aunq la situacón sea un poco diferente xD)!! Es que incluso el tiempo es el mismo ( la verdad que flipé mucho en serio.... Me ha echo recordar cosas que prefiero tenerlas enterradas por que cuando las recuerdo duele y mucho... en fin que aunque me haya pasado esto el fic está muy bien, simplemente me da pena no haberlo podido disfrutar T_T... Vale y ya dejo de escribir xq al final me voy a poner a llorar ^^...
ResponderEliminarSiento que lo hayas pasado tan mal, de verdad... DD: En tu vida no me he basado precisamente, más bien en la mía y luego le he sumado cosas de la de mi novio (como lo de la ardilla lol) y de alguna amiga más.
EliminarAnimo ¿si? Que las personas que lo pasan mal durante mucho tiempo luego son capaces de ver cosas que muchas otras personas no y ser felices con menos ~ Si te sirve de consuelo el segundo capitulo es más "feliz" por decirlo de alguna manera XDDDDD
fasdfad Quiero que sonrías ¿si? TT
Al fin con tiempo de poder leer el ficu <3
ResponderEliminarGood, he aquí mi comentario amoroso *^*
¿Cómo le echa de su casa así como así? -Espero que haya una buena explicación y no solo por querer estar con una mujer que ni es familia ni nada-
Encima le han dejado sin nada. Me los cargo. >__< Que se pasa muy mal. Fu.
Que agradables los policias. Me gusta el trato que le da tanto como la mujer como el hombre a Luhan. Y bueno, aunque la comisaría no es un bonito lugar, es mejor que pasar la noche en la calle. T-T
AAAH Que Jongin le ha propuesto que viva con él. De verdad que es un gran policía.
“–Me acabas de cortar todo el rollo –se quejo él un tanto molesto–. No puedes nombrar a ex pareja después de haberte besado conmigo. Debería de estar prohibido.”
LOL Jamás imaginé esto, bueno, quizá un poquito si. (?)
Lo que si no me imaginaba era que Luhan fuera a subirse a un árbol, vale que quiera salvar a una pequeña ardilla. Pero ha acabado en el hospital. TORPE lol
Todo iba bien, ¿Por qué se distancia Jongin así como así? ¡Debería ser paciente! Eso de buscarse a otra no ha sido lo mejor. La verdad. -AHORA SI, UN ZAPATO EN LA BOCA, A VER SI BESA A MÁS CHICAS-
;_______________;
Maldito Jongin, que Luhan tenga que pasar por un segundo abandono, por su maldita manera de ser. ARG.
Ahora es cuando sé que Yixing le ‘pide prestado’ un traje a Luhan. (?)
¿Qué Yixing a veces se va sin la ropa interior? Ay la madre...
Tener de fondo una canción melancólica, en el momento en qué la abuela de Yixing abraza a Luhan es...es...;__;
Que lloro.
“Hay pocas personas que se muestran tal y como son desde un principio.”
Cuanta razón Luhan. Cuanta razón.
Cabe decir que es triste, la trama en sí. Pues...ves que la vida no es de color de rosas y que bueno, algunas personas tienen tantos problemas que no ven más allá, ni siquiera cuando alguien sufre. Como Luhan.
Pero que éste haya ‘encontrado’ a alguien que le quiera y poder contar con Yixing. Suerte de este último.
Aunque le daré una pequeña oportunidad a Jongin, a pesar de que lo que ha echo es para tirarlo ventana abajo. Sabiendo lo que pasó Luhan y le hace eso. En fin. De momento, dejaré lo de tirarlo por la ventana y le doy una pequeña oportunidad, espero que la sepa aprovechar (?)
Esperaré por la continuación, para saber que hacer al fin con Jongin.
Miiiil gracias por estas creaciones tristes/bonitas. Haces que desconecte del mundo por un rato. <33 Fighting amore~!