Rated: +13.
Genero: AU.
Grupo: EXO.
Advertencia: Incesto.
Pairing: Hunhan (Luhan + Sehun).
Nota de la autora: En fines mi bonita Karina. Este fic es para ti. Un Hunhan incestioso que espero que te guste *3* Muchas gracias por todo tu apoyo porque es que eres super adoradora. Ademas es una pareja que me inspira bastante... *-* En fines, espero que lo disfrutéis todas.
Luhan pico la puerta de su nuevo hermano. No
es que fuese un niño recién nacido, es que simplemente la familia acababa de
enterarse de que su padre era la misma persona. Efectivamente. El señor Oh le
había puesto los cuernos a la señora Oh de recién casados, y de aquella
infidelidad nació el pequeño Luhan.
Habían sido días muy difíciles para la
familia entera, pero después de la muerte de la madre de Luhan, se decidió que
el chico tenía que vivir con su padre y la familia de este. A ninguno de los
miembros les había hecho mucha gracia. ¿Cómo les iba a gustar aquella decisión?
Pero lo dictaminado por el juez se tenía que llevar a cabo.
La señora Oh, directamente, ignoraba al
chico. Decía que le dolía por dentro verlo en persona pues le hacía recordar que
su matrimonio en su día tuvo problemas. Aunque hacía años que se hubiesen
solucionado.
El señor Oh intentaba tratarle con cariño y
recuperar todos los años que había perdido como padre para aquel chico. Pero le
era difícil ya que tenía que hacer horas extras en el trabajo para poder
alimentar una boca más.
Y luego estaba el pequeño de los Oh: Sehun.
Había cuatro años de diferencia de edad entre ellos y siempre se habían llevado
bien. Habían sido amigos de la infancia, se habían pasado horas, días, semanas
y meses juntos. De pequeños jugaban juntos en el parque, se protegían el uno al
otro, iban de colonias juntos etc. Todo lo que una persona pudiese imaginar de
hacer, pero juntos.
Pero, ¿cómo iban a imaginar que eran hermanos
en realidad? Nadie les había preparado para ese duro golpe.
Y cuando se dice duro golpe es que fue un
duro golpe de verdad. Meses antes de que la madre de Luhan muriese habían
decidido explorar. No de una manera intrusiva o intensa, simplemente explorar.
Tenían la suficiente confianza para poder hacerlo sin sentirse extraños
después. Y aunque al principio no les agradase del todo acabo volviéndose un
ritual haciendo que de verdad comenzasen a disfrutar de las caricias, besos o
mordiscos que el otro le podía aportar.
Y cuando se enteraron de que eran hermanos: a
Sehun pareció darle todo igual mientras que Luhan tenía recelo a la hora
incluso de tener un poco de contacto visual o físico. Le parecía enfermizo que
siendo hermanos (aun sin saberlo) ambos hubiesen osado a llegar a hacer tales
cosas. A su propio hermano.
–Pasa –la puerta atenuó la voz de su hermano.
Dudo antes de agarrar el pomo y girarlo hacia un lado para después empujar la
puerta y entrar.
El menor estaba tirado sobre su cama boca
arriba leyendo el libro que tenia entre las manos, bueno más bien se veía como
un manual de un videojuego. Al ver que era Luhan la persona que había llamado a
la puerta sonrió débilmente feliz de verle allí pero sin querer espantarlo.
Dejo el libreto que estaba leyendo a un lado y se incorporo de medio cuerpo en
la cama. Se peinó un poco por encima el alborotado pelo que se le había quedado
por estar tumbado en la cama y luego lo miro fijamente esperando una
explicación para su presencia.
–Echo de menos tu compañía –admitió por fin
con un pequeño puchero lleno de pena en la boca.
El menor le hizo un pequeño hueco en su cama
para que se sentase y le indico, con palmadas sobre el colchón, que se acercase
y se pusiese cómodo a su lado. El mayor acepto antes de caminar lentamente
hasta su cama. Había dejado la puerta cerrada para que nadie supiese que
estaban juntos. Al fin y al cabo nadie se pasaba por su “habitación” jamás.
El señor Oh había habilitado el pequeño
trastero que tenían para que él tuviera un pequeño hueco de intimidad. No tenia
puerta pero prácticamente todo el hueco quedaba tapado por la pared y se
necesitaban escaleras para poder subir. Normalmente solía quitar las escaleras
para que nadie le molestase, sobre todo cuando no estaba de ánimo para hablar o
ver a las dos personas que habitaban la casa por lo general.
Al principio Sehun había insistido en que le
dejase pasar a su habitación para poder hablar y estar un tiempo a solas, pero
se había negado rotundamente. Aun incluso cuando este le había asegurado que no
le iba a tocar, no de esa manera al menos.
–Este lugar no ha cambiado nada –observo sin
saber que decir. Estaba claro que no había cambiado nada, solo había dado
esquinazo al menor durante dos semanas.
–He cambiado alguno de los posters que había
en el techo.
Ambos dirigieron directamente su mirada hacia
arriba, a los posters que había cambiado. Rieron a la vez al ver que el único
poster que había cambiado había sido uno. Había pasado de ser el de una actriz
porno a una de los dos juntos de cuando eran pequeños.
Luhan conocía bien el truco de Sehun. Si sus
padres se metían en su habitación nunca miraban al techo, nunca, y por eso
tenía lo que le interesaba que no viesen en aquel lugar. Además de que tumbado
en la cama podía verlos sin que le doliese el cuello o la espalda.
–Esa foto es del día en el que fuimos al
jardín botánico y queríamos hacer una cabaña ¿verdad? –el menor asintió
mientras sonreía–. Tu… papá –se autocorrigió– nos prometió que nos haría una
para nosotros, pero ninguno de los dos teníamos un jardín suficiente grande
para ello y aun así nos lo creímos completamente –volvimos a reír a la vez.
–Éramos niños pequeños, tampoco era tan
difícil engañarnos.
–Tú eras un niño pequeño, yo ya tenía edad de
saber que me estaban tomando el pelo –siguió hablando sin poder evitarlo.
–¿Recuerdas que como nunca tuvimos nuestra
casa del árbol decidimos encerrarnos en sótano de tu casa? –Luhan asintió
mostrando que si se acordaba de ello–. No duramos ni dos horas allí dentro
pensando que tú antiguo peluche de la pantera rosa era un fantasma.
–Definitivamente éramos unos niños muy
crédulos.
Ambos echaron a reír nuevamente, esta vez de
una manera más alegre que la anterior. Habían pasado por tantas cosas cuando
eran pequeños que era imposible no reírse con la mayoría, ya que habían sido
unos niños de lo más curiosos y movidos. Difícilmente los habían parado cuando
eran pequeños y para el bien de sus padres con el tiempo habían madurado e
incluso se podía llegar a razonar con aquellos dos niños. Cuando llegaron a la
adolescencia volvieron a convertirse en personas difíciles de tratar. Eso sí,
esta etapa la pasaron en diferentes tiempos, lo cual ayudo mucho a todo el
mundo que los rodeaba.
–Tengo un cupón para comer pizza. ¿Te
interesa? –le ofreció el chico rubio mientras se dejaba caer de espaldas sobre
el colchón.
El pequeño imito su gesto justo después, lo
miro y asintió con la cabeza. Se quedaron en silencio unos cortos segundos y se
sonrieron ampliamente. Sehun se atrevió a cogerle de la mano, entrelazar sus
dedos y apretársela con fuerza. Al ver que no se separaba sonrió más
ampliamente. Había dado un gran paso con ello.
Cada día de su vida había seguido a su amigo
a todas partes. Era como ver a una mamá pato y a sus pequeños patitos, solo que
en este caso solo había un patito. Cuando Luhan decidió ignorarlo, dejando
aparte los momentos íntimos de los que habían disfrutado anteriormente, sin
pretenderlo dejo al pequeño sin su mamá pato y se quedo perdido durante el
tiempo suficiente para que las cosas pudiesen cambiar, mucho.
–Yo también tengo uno de esos –le informo–.
Había quedado con Jongin para ir, pero podemos ir los tres juntos ¿no?
Tendremos cuatro pizzas para los tres de esta manera.
Luhan asintió con una sonrisa, sin verle en
un principio el problema a aquello. Jongin y Sehun eran buenos amigos desde
siempre también. Había tenido que aprender a compartirlo con él, pero ahora que
eran hermanos de sangre puede que le
viniese bien verse con Sehun con alguien más.
–Sehun–ah –Jongin cogió una servilleta y
doblando una esquina la pasó por la comisura derecha de su amigo–. Tenías un
pegote de algo –le informo.
Sehun le dio las gracias y siguió comiendo
como si nada, debía de ser que aquel tipo de trato entre ellos era algo de lo
más corriente y rutinario. Algo que el mayor de todos vio extraño. Durante
todos los años que llevaba con Sehun jamás había actuado con él de esa manera.
Los habría hecho parecer una pareja o algo y eso sería como ponerse un cartel
de neón que gritaba: ¡HOLA, NOS QUEREMOS!
–Te has vuelto a manchar –le indicó mientras
esta vez pasaba el dedo índice y le metía los restos de la comida dentro de la
boca y luego se limpiaba el dedo.
–Entonces… has dicho que bailabas ¿no? –Luhan
se entrometió para que el moreno fijase su atención en él y dejase de hacer
tanto caso a su hermano. “Maldito momento
en el que le he dejado sentarse a su lado” murmuro entre sus pensamientos
intentando no poner mala cara.
–No, Jongin baila sexo directamente –rio
entre dientes Sehun antes de que su amigo se le uniese de una manera más
tímida. Luhan casi escupió lo que tenía en la boca, y se dedico a mirarlos. De
un lado a otro, como si estuviese viendo un partido de tenis. Ambos amigos
siguieron riéndose mientras se miraban fijamente a los ojos antes de volver a
comer–. Unas chicas de la otra clase nos vieron bailar a los dos y gritaron
eso. “Kai es la máquina de follar
bailando” –volví a escuchar sus risas al compas–. La gente comenzó a
llamarlo “Sexnce machine”.
–Desde entonces nos encargamos de bailar en
un lugar cerrado y sin que puedan vernos –siguió hablando el moreno al ver que
el menor de los tres no podía seguir haciéndolo pues no paraba de reírse–. Al
parecer me he ganado ese apodo de por vida en el instituto, menos mal que solo
nos queda este año –dejo entre ver su maravillosa sonrisa–. Pero no fui el
único que se gano un apodo aquel día –volvió a mirar a Sehun con una expresión
de completa diversión en su rostro.
En silencio Sehun le rogo porque no lo dijera
en alto, no quería que Luhan se enterase de aquello. La verdad era que el apodo
que se había ganado él no era nada del otro mundo comparando con el que se
había ganado Jongin.
–La baba Sehun–ah –rio el moreno mientras le
limpiaba los labios con la misma servilleta que antes–. Oruga –pronuncio por fin el apodo que le habían puesto, parecía ser
que la maniobra de distracción del pequeño había servido más bien de poco.
–¿Oruga? –pregunto el mayor sin llegar a
comprender.
–Justo se encontraba en el suelo intentando
hacer un paso de baile que se llama el gusano –se tapo la boca para que no le
saliese nada de la boca–, pero el parecía más bien una oruga intentando
avanzar.
Reí sin poder evitarlo al imaginármelo. Sehun
tendido en el suelo moviendo su cuerpo como una oruga con aquella mirada de
concentración que solía poner cuando quería hacer algo de verdad.
–No tiene gracia –regañó el pequeño al mayor
mientras le pegaba en el brazo para que parara de reírse–. Incluso el profesor
de gimnasia me llama así –se quejó.
–No te preocupes Sehun –se dio el lujo de
acariciar el cabello de su hermano con la mano aun sonriendo–. Te queda algo de
tiempo para intentar deshacerte de ese mote, pero en nada saldrás del instituto
y cuando entres en la universidad nadie te volverá a llamar así.
–Cofcof –Jongin tosió queriendo pues de
manera inesperada la conversación lo había dejado totalmente fuera.
–A ti tampoco te volverán a llamar… ¿sex
machine? –pregunto sin acordarse bien del apodo.
–Casi. Sexnce machine –le recordó Sehun antes
de meterse un trozo de pizza más en la boca.
Por lo general aquella cena se podía recordar
como algo bueno. Se lo pasaron bien e incluso podía decirse que Jongin y Luhan
habían pasado de ser meros conocidos a colegas. No estaban en el punto de
intercambiar teléfonos o datos personales pero si en el punto en el que podían
quedar juntos siempre y cuando Sehun fuese.
Luhan debía de admitir que no le había hecho
mucha gracia el hecho de que Jongin fuese tan cercano a su hermano y que le tratase
como si fuese su pequeña novia o algo por el estilo. No le agradaba porque
hacía que los celos le carcomiesen por dentro y se sentía molesto. Durante años
él había sido el único en poder disfrutar de Sehun de esa manera y no le
agradaba para nada tener que compartirlo con nadie. Aunque ya no fuesen tan
íntimos.
–Luhan –Sehun agarro a su hermano mayor de la
manga, este se dio la vuelta y le sonrió con amabilidad, esperando a que dijese
algo–. Jongin y yo vamos a salir esta noche –le informo. ¿Iba a invitarle a ir
con ellos?–. ¿Podrías comprarnos el alcohol? –pidió avergonzado–. Solo algo que
tenga una pequeña cantidad de alcohol, nada más –aseguro para intentar
convencerlo.
La respuesta del mayor se hizo demorar mucho.
¿Debía de comprarle alcohol a su hermano pequeño? Era diferente a cuando solo
eran amigos. Ahora se suponía que se debía más de él, y comprarle el alcohol
para salir de fiesta ¿no era demasiado?
Miro fijamente a los dos chicos, Jongin se
había quedado atrás para poder pagar la cena (claramente los tres habían
contribuido de manera económica).
–Puedo, pero tienes que ser responsable ¿sí?
–le miro de manera firme y autoritaria. Al principio Sehun sonrió y dio un
pequeño salto de felicidad, pero luego se calmo y asintió varias veces haciendo
muchas promesas–. ¿Tú madre sabe que vas a salir hoy? –el menor asintió–. Pero
no llegues tarde a casa ¿vale?
–Hay una fiesta muy importante en el centro
hoy, es raro que no vayas a ir –comentó mientras fruncía el ceño.
–Esta noche he quedado con Minseok y Jongdae,
puede que este nos lo quiera tener como sorpresa –se encogió de hombros.
Por lo general a Luhan no le agradaba mucho
salir de fiesta, solamente lo hacía en días indicados, si no prefería quedarse
tranquilo en casa. Al igual que su amigo Minseok. En cambio Jongdae, aun siendo
un muchacho bastante tranquilo y que a veces se le podía denominar de vago y
soso solía ser el alma de la fiesta y procuraba no perderse ninguna aunque sus
dos mejores amigos se opusiesen a casi todos sus planes de noche.
Efectivamente. Jongdae había decidido darles
la gran sorpresa de llevarlos de fiesta. Según sus palabras “es una fiesta modesta con unas cuantas
personas esparcidas por aquí y por allá”. Bien pues la percepción de
Jongdae estaba totalmente atrofiada. La fiesta se había organizado en un
pabellón que se utilizaba para dar conciertos. Había un DJ sobre un gran
escenario que ponía música de todo tipo. El lugar estaba abarrotado de
personas, tanto que era imposible andar un paso sin que te pisaran. Y luego
decían que a los asiáticos no nos gustaban los espacios no personales. De verlo
Luhan y Minseok ya se agobiaban, pero un empujón de Chen los obligo a ambos a
meterse entre la multitud.
Por toda la muchedumbre que había no tardaron
en separarse. Luhan intento volver a encontrarse con sus amigos y le costó
mucho encontrarse con Minseok después de perderlo de vista cinco veces.
Acabaron por salir a un lugar apartado en un rincón del local para poder estar
más seguros al menos. Les dolía los pies de tanto pisotón que les había dado.
¿Es que la gente no se podía estar quieta?
–¡Ei, chicos! –apenas pudieron escuchar aquel
grito–. Os presento a mi nuevo amigo. Es una maquina, como yo.
Esas palabras las dijo lo suficientemente
cerca como para que sus amigos pudiesen escucharlo, al igual que la risa tonta
que les había dado a ambos chicos los cuales de repente eran amigos.
–Es el compañero idóneo para una maquina del
baile como yo –aseguro Jongdae sin perder el tiempo para hablar una palabra
tras otra–. Báilales el baile del sexo Kaichine
–Jongdae le había deformado hasta el mote al pobre chaval, menos mal que no
había bebido ni una sola gota de alcohol. Los dos mayores siempre se llegaron a
preguntar qué pasaría el día en el que el menor se pillase una buena cogorza;
habían llegado a la conclusión de que preferían no saberlo.
Luhan y Minseok, con curiosidad pura y dura,
se fijaron más en el chico que no era otro que Kim Jongin, el buen amigo de
Sehun. Claramente el único que llego a reconocerle fue Luhan, el único de los
amigos que le conocía desde antes.
Jongin ajeno a mayor comenzó a mover las
caderas de adelante atrás en un movimiento precioso y corto, como si de verdad
estuviese metiéndosela a alguien, mientras que había levantado sus brazos
juntándolas en un puño a la altura de su cara. ¿Qué coño enseñaban en los
colegios de Seúl? Porque ver a aquel muchacho, y a Jongdae que se le había
sumado, bailando aquel baile tan… ¿Cómo definirlo? ¿Porno? Definitivamente, era
algo fuera de lo normal. Puede que muchas quisiesen pagar por ver algo como
aquello, pero a los dos mayores les pareció demasiado. ¿Demasiado chapados a la
antigua quizás?
–¿Dónde está Sehun? –Luhan agarro al pequeño
del brazo, pero este siguió con su sexual movimiento, algo que no le hizo mucha
gracia al mayor la verdad.
–¡¡LUHAAAN!! –exclamó a la vez que lo dejaba
de hacer y se tiraba sobre los brazos de su nuevo compañero para abrazarlo con
fuerza–. ¿Sehun, Sehun, Sehun… Sehun? –repitió una y otra vez el nombre, como
si necesitase aquello para poder recordar a su amigo–. Hace como una hora que
le he perdido el rastro. No te preocupes, en cuando esto termine me encontrare
con él y lo llevare a casa sano y salvo.
Pero no parecía ni que Jongin pudiese
cuidarse de sí mismo, ¿cómo iba a cuidar de Sehun entonces? Porque con aquella
apariencia que daban los dos podía asegurar que la tolerancia al alcohol que
tenia Sehun debía de ser mínima comprada con la que debía de tener Jongin. Y si
Jongin se encontraba de aquella manera (una en la que se ponía a bailar el
baile del sexo con un extraño para amigos que ni conocía) ni quería imaginarse
como estaría su hermano pequeño.
Soltó el brazo de Jongin y volvió a meterse
dentro de la multitud. Todo el mundo le empujaba, oprimía y pisaba, incluso
alguien le llego a derramar la bebida encima. Pero no paró, quería encontrar a
su hermano cuanto antes y así poder saber que se encontraba a salvo. Suponía
que como hermano mayor debía de ser su obligación.
Se había pateado ya medio local cuando por
fin pudo ver la (para él) inconfundible figura de Oh Sehun…. bailando la mar de
pegado a otras dos personas. Se podía distinguir perfectamente que no era capaz
de controlar bien todos sus movimientos, más bien no podía controlar ninguno.
El chico se adentro a la aventura, recibiendo
más y más golpes, e incluso ahora se le habían sumado los codazos. Llego prácticamente lo que se dice agotado a su
objetivo, y este ni se había dado cuenta de su presencia. Claro, ¿cómo iba a
fijarse en quien tenía detrás si cada dos segundos era alguien distinto?
–¡Sehun–ah! –exclamo intentando hacerse oír.
Este no le hizo mucho caso, mostro signos de que parecía haber escuchado su
nombre pero nada más. Le cogió del brazo y le obligo a darse la vuelta, con
fuerza. El chico se desequilibro un momento, pero luego volvió a recuperarse y
en cuanto vio quien era la persona que lo había agarrado sonrió como un bobo
borracho.
–¡Hyungege!
–pronuncio en un lenguaje no muy claro. Lo abrazó con fuerza y le obligo a
acercarse a él–. Estos son Baekhyun y Chanyeol –gritó para poder presentarles a
los dos chicos.
Intentando ser cortes los saludo a ambos con
una pequeña reverencia de cabeza y luego, sin perder el tiempo, agarró otra vez
a su hermano y le obligó a salir de aquel tumulto de gente. Le costó bastante
más que entrar, pues esta vez tenía que tirar de un peso muerto. No comprendía
cómo había acabado así. El alcohol que les había comprado no era como para que
se pillaran tal cogorza. Claro, eso si no se les había ocurrido tomarse toda la
botella entre los dos. Se odio a sí mismo por no haberlos controlado mejor y
haber sido un irresponsable.
–¡Luhan! ¡Menos mal que has vuelto! –la mano
amiga de Minseok lo agarró del brazo que tenia libre–. Jongdae decidió
descontrolarse de repente y… bueno, Jongin le siguió –explicó mientras llevaba
la mirada a una de las tarimas en donde los dos chicos le habían quitado
prácticamente todo el protagonismo a una de las gogos. Un hombre grande de
seguridad al parecer les estaba gritando que se bajasen de allí, pero estos le
estaban haciendo caso omiso. Luhan se quedó boquiabierto y más cuando vio
a su hermano pequeño intentar subir a la tarima, pero el hombre grande (que
debía de ser uno de los de seguridad) lo había agarrado y no lo dejaba ir.
¿Cuándo se había separado de él? Porque no lo había notado, es más aun seguía
sintiendo el peso del cuerpo de su hermano sobre el brazo del que se había agarrado.
Miró justamente a ese lado para ver qué era
lo que realmente tenia y vio a una pobre chica con la cabeza gacha, no tenia
buena cara o sea que antes de poder ir a por los locos de la fiesta decidió
dejarla a buen recaudo en uno de los pocos bancos del lugar.
Con la ayuda de Xiumin consiguió que no les
multaran, estaban borrachos y no sabían lo que hacían. Bueno Jongdae no lo
estaba, pero podía pasar como uno y este hizo lo posible para no meterse en
problemas o sea que no fue del todo difícil.
–No deberías de haber bebido tanto –le regaño
el mayor al menor.
Se habían tenido que parar en un banco de
camino a casa porque al menor le habían dado ganas de vomitar y para nada se
encontraba bien. Se desmoronaba fácilmente y esto hacia que el camino a su casa
fuese mucho más largo de lo que ya era. Y menos mal que lo había sacado de
aquella fiesta en la que al final se habían quedado Jongdae y Jongin solos. Su
hermano se había vuelto loco perdido.
No había sido pues que a petición de unas
extrañas Sehun se había besado largo y tendido con Jongin y este ni se había
quejado ni nada. Incluso llego a parecer que no era la primera vez que lo
hacían. Esa complicidad y confianza era algo que daba a entender otra cosa.
Minseok fue el primero en excusarse diciendo que al día siguiente tenía que
trabajar o sea que al menos no vio el espectáculo que dieron aquellos dos
muchachos.
–¡Déjame Hyungege! Soy mayor para hacer lo
que quiero –alargaba las silabas todo lo que quería y retorcía las palabras
unas con otras haciendo que lo que intentaba decir dejase de tener sentido. Dio
dos pasos en falso al levantarse antes de caerse al suelo.
–Oh, sí –respondió el dándole la razón como a
los locos a la vez que se agachaba para ayudarle por enésima vez–. Tus andares
dejan ver eso –frunció el ceño enfadado con su Dongsaeng.
Sehun convulsiono varias veces, se levanto de
prisa y corrió malamente hasta la primera basura que encontró para vomitar en
ella. Luhan se aproximo a él y le aparto el pelo de la cara para que no se
manchara y le fuese más fácil recobrarse.
–Todo es culpa tuya –logró incriminarle antes
de volver a vomitar otra vez más.
–Yo no tengo la culpa de que Jongin y tú
fueseis estúpidos y os bebieseis la botella entera –se defendió el intentando
buscar un pañuelo de papel en su bolsillo.
–Pero eres tu quien tiene la culpa de haberme
dejado sin Mamá Pato –“¿Mamá pato?”
pensó Luhan para sí mismo. “Este tan
borracho que no sabe ni lo que dice”–. Me dejaste solo y tuve que buscarme
yo mismo a alguien para seguir fielmente –siguió hablando de manera atropellada
entre arcada y arcada mientras se abrazaba a la papelera–. Y Jongin ha sido muy
bueno conmigo –siguió a la vez que Luhan sentía un pinchazo en el pecho–. Por
tú culpa me sentí como el cisne del “Patito
Feo”.
–Sehun, solo tranquilízate un poco –le pidió
el mayor aunque sabía que iba a ser muy difícil. Solo quería llegar a casa,
echarse en la cama y dormir cómodamente. ¿Tan difícil le iba a ser?
–¡No quiero! –exclamo deshaciéndose del
contacto que mantenían–. Eres cruel y te odio por ello. No quiero que me
vuelvas a dejar por ahí tirado otra vez más solo porque a ti no te parezca bien
tener una relación conmigo.
–¡SOMOS HERMANOS SEHUN! –alzó la voz–. ¿CREES
QUE ESTO ES FACIL PARA MI? Llevo las dos últimas semanas intentando convencerme
de que no pasa nada porque sienta cosas por ti. Si fue difícil para los dos
meternos en una relación cuando los dos éramos hombres ¿no te parece que siendo
HERMANOS debe de ser aun más difícil?
–¡NO! No lo es porque ya habíamos superado
esa fase de duda eterna. ¿Acaso sientes asco al recordar los momentos que has
pasado conmigo? –hizo una pequeña pausa intentando poner sus ideas en orden, lo
cual era sumamente difícil teniendo en cuenta el estado en el que estaba–. ¿Te
da asco recordar nuestros besos, caricias o momentos? ¿Te arrepientes acaso de
haber dormido conmigo o estar abrazados en la cama?
Luhan no supo que responderle. Se había
quedado prácticamente sin palabras. No se había planteado en ningún momento
mirarlo desde esa perspectiva. Claro que no se arrepentía de los momentos que
había pasado con su… HERMANO, porque es lo que eran. ¿Era el único de los dos
que lo recordaba?
–Como te atrevas a decirme que te doy asco
–le aviso con voz temblorosa mientras lloraba ligeramente el menor– te juro que
jamás volveré a ser nada más para ti que un hermano que no te quiere como tal.
¿Es eso lo que quieres, eh? ¿Solo hermanos? –habló con fuerza.
–N–… –la voz le tembló al hablar. ¿De verdad
quería decidir ahora? ¿Sehun le dejaría decidir en otro momento? Lo dudaba ya
que el joven podía ser de lo más cabezota cuando se lo proponía–. No… –logro
decir la palabra al completo–. No quiero ser solo tu hermano pero… tampoco
quiero precipitarme y…
Sehun cayó al suelo de lo agotado que estaba.
No había logrado ni escuchar las palabras que le había respondido su mayor.
Simplemente estaba cansado y tenía ganas de dormir. Discutir era algo que le
agotaba mucho y no quería escuchar una mala noticia.
Luhan acabo cargándolo a la espalda todo el
trayecto que le fue posible. Cuando eran pequeños le había sido algo fácil
cargar con el peso de su Dongsaeng cuando este se hacia una herida en las
piernas (algo que pasaba todas las semanas), pero ahora que había crecido y que
estaba dormido el peso muerto del chico estaba agotando toda su fuerza y
energía, la cual había mermado después de la fiesta.
Una hora después cuando llego a casa, ya
siendo las cinco de la mañana, metió a su hermano en la cama. Le limpio un poco
la cara y la nuca para que no amaneciese muy mal e intento desvestirlo para que
no pasase mucho calor y pudiese hacerlo limpio. El rostro de Sehun dormido era
eternamente tierno. Había olvidado ya como sus labios quedaban entreabiertos y
como su respiración pausada salía de su boca lentamente.
Sonrió para sí mismo y decidió meterse con él
bajo las sabanas. Si a la siguiente mañana lograban hablar de lo suyo de una
manera tranquila, podían estar seguros de que les acabaría yendo bien.
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