[Kaihan] Rescue

Titulo: Rescue.

Rated: +7.

Genero: AU.

Pairing: Kaihan.

Grupo: EXO.

N/A: Dedicado a Keimmy, que fue la primera en dejarme un encargo. No se si es lo que te esperabas o no y es un poco corto pero si tengo algo de tiempo y no me bloqueo esta vez lo alargare un poco más. Pero como hoy es mi cumpleaños me ha parecido un bonito día para publicar el primer pedido *-* (Aleatorious no vale(????)). Pues eso, que espero que lo disfrutes mucho :)

Resumen: Todo ha cambiado. De manera repentina los adultos han desaparecido, solo quedan niños y adolescentes. Ademas algunos han comenzado a desarrollar poderes. ¿Como reaccionan los que no los han desarrollado?

La casa se encontraba demasiado tranquila, al igual que la calle. Luhan miro a través de la ventana con sumo cuidado de que no le viesen desde fuera. No había ni una sola alma por ella. Puede que fuese algo normal ya que eran las cuatro de la noche, pero no se sentía tranquilo. Se había descubierto delante de todo el mundo. Ni más ni menos que delante de todas las personas con quien había convivido durante años, desde la infancia.

De por si no era fácil ser el amigo chino. Todos lo conocían por esa marca, tan desagradable para él que siempre había intentado no hacer distinciones entre nacionalidades. Comprendía perfectamente que a la gente le llamase la atención el que fuese de un país extranjero, pero después de años debía de haber pasado a otro rango. Al fin y al cabo siempre lo presentarían como: “Este es Luhan. Es chino pero habla coreano”. Palabras que por cierto se sabía más que de memoria.

La casa en la que se encontraba no era suya, jamás se había planteado el siquiera meterse en una casa de un desconocido, pero las circunstancias le habían llevado a hacerlo. ¿Por qué? Por el chico moreno al que casi ejecutaban delante suyo.

Él estaba dando un paseo por su barrio cuando vio una gran multitud en uno de los parques. Con curiosidad se había acercado hasta el lugar y al preguntar qué pasaba allí le respondieron que acababan de ejecutar a uno de los raros. ¿Desde cuándo mataban a gente? ¿A quién le podía caber eso en la cabeza?

-Nos ofrecen comida si les apoyamos y si les ayudamos a ejecutarlos –me explicó una de las chicas de mi clase. Desde que todo en la ciudad había cambiado la pobre había adelgazado mucho al no haber comida suficiente para todos y ahora estaba casi en los huesos-. Es un raro –comenzó a autojustificarse-. ¡Un raro!

El rubio sabía bien cuál era el significado de aquella palabra. La conocía demasiado bien porque el mismo era un “raro”. Lo había tenido que ocultar, lo cual a veces le costaba mucho, para que no fuese además del extranjero el raro al que iban a matar a cambio de comida.

Aquel tipo de espectáculos no le gustaban nada de nada o sea que decidió irse de allí. Si pudiese hacerse cargo de otra persona tan solo, o salvar a las personas de su misma condición se lo hubiese parado a pensar, pero el pensar que no tenía ninguna probabilidad en lograr nada le hacía rendirse antes de intentar algo. Al fin y al cabo intentarlo significaba morir en aquellos tiempos.

Solo supo que lo que estaba haciendo estaba mal cuando sus ojos se cruzaron con los miedosos ojos del que ahora sabía que se llamaba Jongin. Lo había visto más de una vez por las calles y era imposible no fijarse en él porque era una persona que llamaba mucho la atención. Se fijo en que tenía los ojos húmedos y que miraba hacia una dirección en concreto, donde yacía el inerte cuerpo de la persona a la que acababan de matar. Era todo tan cruel. Pero él no podía hacer nada de nada.

Eso pensó hasta que sintió como un cumulo de rabia crecía dentro de él. Simplemente le molestaba que tratasen la vida humana como si no fuese nada. También que los niños y jóvenes se creyesen capaces de decidir quién era el que podía vivir en aquel mundo y quien, según sus criterios, no se merecía si quiera vivir. Podía comprender que el miedo pudiese hacer que la gente cometiese estupideces grandes, pero nunca podría asimilar que por un irracional miedo alguien matase a sus semejantes.

Había escuchado que en otros barrios ciertas personas con poderes, los raros, habían conseguido hacerse con él poder y que daban preferencia a sus semejantes. Pero era algo que ahí no pasaba y por lo tanto matar a gente era algo innecesario.

Levanto la mano sin ser consciente de lo que estaba haciendo en realidad y de una manera demasiado brusca la aparto hacia un lado. De esta manera provoco que gran parte de las personas que había en la plaza se apartasen hacia el lado derecho, dejando un camino fácil de ver entre él prisionero y él.

Todo el mundo que se encontraba a la derecha dirigió una asombrada mirada hacia los que aun se encontraban a la derecha, Luhan entre ellos. Todo el mundo se sentía confuso por lo que acababa de ocurrir aunque nadie lo comprendiese. Solo significaba que un raro había actuado. El brazo de Luhan y su expresión de asombro hicieron ver a los de alrededor que intentaba llamar la atención de alguien que tenía a su derecha, nada más.

Pareció ser que el prisionero aprovecho esa ocasión para escapar pues en un abrir y cerrar de ojos desapareció de la plataforma de la plataforma en la que se había encontrado momentos antes.

La plaza se volvió algo confusa y Luhan aprovecho para salir corriendo lo más rápido que le era posible. Era lo mejor que podía hacer. Escuchaba a la gente gritar, asustada. Alguno de los matones intentaban buscar a la persona que había causado aquel alboroto pegando a la gente e intimidándola, pero no lograrían nada. Luhan solo podía pensar en correr y correr hasta estar lo suficientemente lejos de todo aquel calvario.

No fue hasta tres manzanas más adelante que se tranquilizo y dejo de correr tan rápido. Suspiro varias veces mientras se pasaba la muñeca por la boca intentando que sus humedecidos labios se secasen.

Alguien lo agarro por detrás y lo escondió en un pequeño y oscuro callejón. Intento gritar y llamar la atención de alguien, pero no le fue posible. Pataleo intensamente sin poder llegar a darle a un fijo objetivo.

-Tranquilo –susurro una ronca voz que también respiraba con cierta dificultad-. No te haré nada solo quiero… -su opresor se mordió el labio rápidamente al ver que la gente pasaba por la calle. Dio un paso hacia atrás escondiéndose más-. Te llevare a un lugar seguro.

Arrastro al muchacho por oscuras calles hasta que entro dentro de un portal. Allí, con algo de luz, pudo comprobar que la persona que le había retenido y llevado en contra de su voluntad era el mismo chico al que acababa de salvar la vida. En cierta manera pudo sentirse aliviado. No iba a hacerle daño ¿verdad?

Y así, de esta misma manera, es como llegaron a la complicada situación en la que estaban. Jongin, el chico moreno, había dado una y otra vez las gracias a Luhan por haberle salvado. Después de eso decidió irse a dormir sin dar ninguna explicación más. Alego que era tarde y que tenía sueño. Al parecer llevaba casi dos días sin dormir por culpa de sus perseguidores y necesitaba dormir al menos unas pocas horas para volver a ser una persona normal, dentro de lo que  cabía claro.

-Pensé que te habrías ido –la voz de Jongin resonó en la cocina. El chico rubio se sobresalto sin poder evitarlo, dando un bote sobre si mismo antes de girarse-. Este edificio lleva meses sin ser habitada, puedes tranquilizarte un poco –me recomendó mientras se sentaba en una de las sillas de la mesa.

Luhan le siguió detenidamente con la mirada, intentando entender el porqué estaba ahí concretamente. Mirase por donde lo mirase no era capaz de comprender nada. Al parecer Jongin supo desde el principio que él había sido su salvador, de ahí todas las disculpas que había recibido, pero ¿por qué “secuestrarlo”? ¿Había preferido morir y quería una especie de venganza?

-Sigo sin comprenderte –declaro mientras apartaba otra silla de la mesa para sentarse él-. Deberías de haber escapado lejos. ¿De qué sirve que te haya salvado la vida si luego te pones en peligro otra vez?

-Está claro lo que quiero –opinó él mientras miraba a su interlocutor profundamente con aquellos oscuros ojos que tenia-. Quiero salvarte a ti.

La cocina se quedo en silencio. Aunque la expresión de Jongin siguiese siendo igual la de Luhan mostro un gran asombro.

-No estás seguro en este barrio –aseguro después de un par de minutos de miradas constantes-. Es una realidad. Quiero que Luhan, el chico que me ha salvado, pueda vivir a salvo, sin tener miedo de nada.

-Te agradezco tu interés pero… -se mordió el labio antes de seguir hablando-. Estoy bien aquí –cambio ligeramente de tema-. Yo no tengo problemas con mí… con mí mutación –confesé no muy seguro de lo que estaba diciendo-. Se vivir con ello y no tienes por qué preocuparte por mí.

-Yah… -pronuncio de manera lánguida el moreno, no parecía creerse ni una sola palabra-. Te han descerebrado –suspiro mientras se apoyaba despreocupadamente sobre el respaldo de la silla. Luhan lo miro aun más sorprendido por lo que le acababa de llamar, no parecía muy contento ante las palabras de aquel chico-. NO eres un mutante. Yo NO soy un mutante –remarco mucho la palabra “no” las dos veces-. Y si lo somos, no en el mal sentido como tú te crees. ¿Qué tiene de malo eso de tener una ayuda para subsistir en este mundo? ¿Eh? –el rubio se mordió el labio inferior sin saber que contestar, las palabras del otro chico no eran algo que pudiese compartir pero como jamás había tenido aquella discusión con nadie no estaba preparado para ello-. Mi amigo, al que ayer mataron –especifico mientras por su rostro pasaba un rayo de dolor momentáneo-, podía controlar el aire. Podía hacer daño a quien quisiera, supongo que habrás visto miles de veces en la televisión lo que pueden provocar los tornados o huracanes. Pero el solo quería vivir tranquilo, al igual que todos. ¿Crees que eso le importo a alguien de los que se encontraban en la plaza? Sehun no quería hacerle daño a nadie y ellos le mataron porque…

-¡Tienen hambre! –exclamo cortándole mientras golpeaba la mesa sobresaltando esta vez a Jongin-. Son niños y tienen hambre, no puedes pedirles que actúen de manera correcta. ¿Sabe que es lo último que comí? –hizo una pausa un tanto dramática-. Medio bote de judías porque solo nos dan una por día. Y…

-Muy bien –le cortó esta vez él moreno sin levantar la voz ni nada-. Entonces dejemos que los niños coman cuando te hayan matado a ti y como recompensa les den comida.

Ambos se quedaron en silencio. Las palabras de aquel chico eran fuertes y muy desagradables. Algo que nadie querría creer pero que Luhan había podido ver con sus propios ojos horas atrás. El mundo se estaba volviendo completamente loco y ellos no eran más que simples marionetas.

El mayor de los dos relajo el cuerpo y suspiro. Cerró los ojos esperando que aquel día no llegase jamás. No podía negar que había tenido miedo de ello pero se las había apañado bien y había decidido no utilizar aquel poder que se le había concedido. Simplemente quería ser un chico normal, como lo era el resto.

-Hay una escapatoria –dijo entonces el pequeño-. En un barrio cercano ayudan a personas como nosotros –comenzó a explicar-. Dan casa y también comida, además de protección. Los que no han desarrollado poderes y los que si viven más o menos en tranquilidad, siempre habrá algún desacuerdo pero nada grave. Es la tierra prometida –sentenció alto y claro-. Quiero que vengas conmigo.

-Y ¿cómo pretendes hacerlo? Todo el barrio conoce tu cara y…

-Yo puedo –desapareció de la silla en la que estaba sentado- aparecerme –escucho detrás de él. Luhan se dio la vuelta rápidamente pero solo logro ver su sombra- y desaparecerme –apareció a un costado suyo-. Te seguiré de cerca y te protegeré hasta que llegues a un lugar seguro –prometió de manera muy seria.

-No gracias.

Se levanto de la silla, mirando al lado contrario al que se encontraba aquel chalado (así lo había calificado al menos) y camino hasta llegar a la puerta, pero para cuando quiso coger el pomo y girarlo el otro chico lo agarro por la muñeca y tiro de él para separarle de la puerta.

-¿Qué crees que estás haciendo? –exclamo con fuerza a la vez que una mueca de dolor se gesticulaba en su cara al golpear contra una vidriera-. Auchs… Quiero irme –le dejo bien claro.

-No. Quédate conmigo, por favor.

Sus palabras fueron tan suplicantes que Luhan no pudo decir nada en contra de ellas. Asintió y cuando el menor se separo de él se dejo caer sobre el gran sofá que había en la sala. Necesitaba dormir, aunque solo fuese un poco.

Y Jongin le dejo hacerlo sin ningún problema. Se dedicó a vigilar el lugar y a protegerlo mientras intentaba descansar adecuadamente. Aunque las imágenes en las que los niños estaban dispuestos a matar a alguien con tal de comer no dejaban de aparecerse en su cabeza.

Era algo realmente horroroso. Llegar a tal extremo. Si se hubiesen planteado bien el asunto desde un principio ahora no tendrían esos problemas. La comida escaseaba, y la culpa era de la persona que se había puesto al mando y no se había encargado de hacer huertos o de pescar o de cualquier cosa. Daba igual que. Pero dejar que los niños se muriesen de hambre no era algo adecuado.

Los sollozos de un muchacho lo despertaron. Cuando volvió a abrir los ojos ya estaba algo oscuro pues el sol comenzaba a caer. El rubio miro hacia los lados en busca de aquel triste sonido. Al principio pensó que provenía de fuera pero se dio cuenta de que no era así. Entro en la habitación encontrándose con Jongin hecho un pequeño ovillo. Sollozaba con fuerza y de vez en cuando hipaba.

-¿Sehun era tu mejor amigo? –pasó sus brazos alrededor del cuerpo del menor, intentando consolarlo de esta manera-. Yo perdí a mi mejor amigo cuando los adultos desaparecieron –comenzó a explicarle-. Solo me quedan unos meses, menos de un año, para desaparecer ¿sabes? Sehun… -así se llamaba el chico ¿no?- esta muerto, pero tú no. Yo cuidare de ti esta vez –prometió-. Si se acercan a ti… los haré volar por los aires.

Luhan no podía estar seguro si sería capaz de hacer tal cosa la verdad. Siempre había tenido una empatía tan grande que pocos poseían. Cuando aun estudiaba en China sus compañeros de clase disfrutaban torturando a los bichos y haciéndoles cuantos cosas querían y el pobre chico prácticamente ni podía mirar aquello.

Pero aquella situación era diferente ¿no? Se trataba de la vida de una persona que había sufrido sin necesidad. Casi moría el día anterior y era normal que no estuviese  de humor para nada ni para nadie.

Teniendo en cuenta que el viaje no lo hacer en transporte público o en un auto porque se había gastado hace tiempo ya la gasolina tuvieron que hacer todo el recorrido a pie. En realidad fue Luhan quien tuvo que hacerlo de esta manera, ya que Jongin al menos podía aparecerse y desaparecerse de los lugares. Más de una vez intento desaparecerse con algo pesado, algo que pudiese simular un cuerpo humano, pero no había forma.

Casi todos sus intentos eran con pequeños ladrillos y estos caían al suelo como si nada, rompiéndose en pedazos claramente. Aquel hecho frustraba al pequeño, se creía que se estaban retrasando por su culpa, pero en realidad el rubio sabía que la culpa la  tenía totalmente él. Si no fuese por él, el moreno hacía tiempo que podría haber escapado y llegado a su destino.

-¿Nunca te has preguntado por qué ha sucedido todo esto? –pregunto una noche acalorada Jongin mientras se tendía sobre el césped. Hacia tan buen tiempo que habían decidido pasarlo al aire libre.

-Una compañera de clase tenía unas cuantas teorías sobre lo que nos ha pasado a casi todos y lo de los adultos… -fue bajando poco a poco la voz-. La mataron porque decían que era una hereje al justificar nuestros… dones –con el tiempo había aprendido a no llamarlo mutación o rareza y desde que lo había dejado de hacer se sentía mejor.

-Dicen que hay una manera de sobrevivir al Día –comenzó a contar Jongin-. Lo siento, me cuesta creer que nos llevamos cuatro años y que vaya a ser yo quien te vea desaparecer –admitió-. Al principio me pareciste un completo idiota pero creo que ahora soy capaz de comprenderte un poco.

-¿Yo el perfecto idiota? –sonrió el rubio sin tenerle en cuenta lo que le acababa de llamar-. Cuando alguien te secuestre porque le ha dado la gana y además quiera que te comportes como el más quieres te comportaras también como un perfecto idiota –le aseguró mientras le golpeaba el brazo de manera amistosa.

Aun mientras se reían se quedaron un momento en silencio. Todo estaba muy tranquilo alrededor. Se notaba que era una de las zonas en las que los niños no solían jugar ya que anteriormente sus padres y madres les habían prohibido pasar por ahí. Justo el prado donde se encontraban había sido durante largos años el descampado de los drogadictos. Daba igual que hiciesen las autoridades, los drogadictos y los camellos siempre volverían a aquel barrio.

-Creo que debería de darte las gracias de alguna manera –volvió a interrumpir el moreno el silencio que se había creado-. Puedo decir que en apariencia te pareces un tanto a Sehun y eso me ha ayudado a seguir adelante, aunque eres más bajo –agregó para que sus palabras no tuviesen un toque tan ñoño.

-Deberías de arrodillarte ante mí y darme las gracias por ser tan bueno contigo –concretó sin darse cuenta de que su amigo se había puesto un tanto sentimental-.  Cualquiera en mi lugar te hubiese tomado como loco o te hubiese vendido o… a saber qué cosas te habrían podido llegar a pasar.

Jongin se aproximo al cuerpo de mayor, y lo abrazo lentamente.

-¿Eh? ¿Qué te pasa? –pregunto el afectado sin comprender la reacción que había tenido el pequeño. Aun así este no contesto. Simplemente se quedo tumbado, intentado de alguna manera corresponder a su abrazo sin sentirse incomodo y que a la mañana siguiente le fuese a doler la espalda.

Aun les quedaba un largo camino. Jongin había oído hablar de aquel lugar en el que todos los seres humanos podían convivir con normalidad, pero aun así no sabía dónde se encontraba exactamente y aquello hacia la busca mucho más difícil.

La vida se había hecho muy difícil para los jóvenes, vivir sin adultos era bastante difícil. Sin orden, sin electricidad, sin educación. Una total anarquía.