[EXOTP] Ambrosia Parte 3

Los siguientes días se volvieron una autentica tortura para Jongin. Tao no parecía cansarse nunca de pegar y de tener ganas de intimidarle. Había perdido el apetito por completo, cada vez que llegaba la hora de la comida le comenzaba a doler la boca, las llagas que tenía en ellas y los golpes que había recibido le escocían. Tampoco era agradable notar las miradas de la persona que abusaba de él día tras día mientras se reía entre dientes.

Baekhyun había insistido más de una vez que no se separase de él, que así estaría protegido, porque con él a su lado no se acercaría. El moreno simplemente asentía a lo que le decía, le daba las gracias y luego seguía su camino, haciendo caso omiso de lo que le acababa de decir. Puede que ese fuese su castigo por haber asesinado a su padre ¿no? Si era un castigo de Dios, ¿quién era el para oponerse? Nadie. Estaba claro que no le gustaba nada la idea de que le pegasen una paliza día tras día, pero tampoco tenía fuerzas para resistirse a que lo hiciera.

La cárcel le había vuelto en una persona callada y omisa. Nunca se imagino a sí mismo de aquella manera. Tampoco imagino que se iba a convertir en un asesino, aunque desde pequeño supo que no iba a poder vivir una vida normal, como los demás, por los traumas que podía haber tenido cuando era pequeño. Su padre siempre había tenido cuidado de no dejar ninguna marca en su cuerpo, y si la dejaba siempre era algún sitio que se pudiera esconder bien tras la ropa, sin dejar ningún rastro visible. Si hubiese sido más concienzudo puede que no le hubiesen pillado y que pudiera haber escapado fuera del país a tiempo, o al menos irse a un lugar donde nadie le conociese o pudiese reconocer.

Despertó una vez más en la enfermería. Los susurros que provenían del doctor Junmyeon y Baekhyun ya eran algo que le eran conocidos. Al abrir los ojos se encontró con la inclinada cara de Baekhyun sobre él, mirándolo atentamente mientras hablaba con una persona que no era el doctor. Volvió a cerrar los ojos sin acostumbrarse bien a la luz que había allí. Unas manos le ayudaron a incorporarse aun cuando el cuerpo le dolía una barbaridad.

-¿Te encuentras bien? –asintió aunque fuese mentira-. Menos mal que Naesang te encontró o podría haber sido mucho peor –la voz de Baekhyun siempre era reconfortadle de escuchar en los malos momentos. Abrió los ojos una vez más, poco a poco para que sus ojos no se quemasen con la luz. Pudo ver como a su lado estaba Baekhyun, quien acomodaba la almohada detrás de él para que estuviese más cómodo, también pudo ver como a su lado se encontraba aquel hombre, entrado ya en años, de expresión seria y al que había salvado una vez. No lo había vuelto a ver desde que el mayor había acudido a él para darle las gracias, pues luego había sido trasladado al hospital-. ¿Qué tal esta tu bazo? –pregunto omitiendo el hecho de que era él el que estaba en la enfermería por algo.

-Supongo que habrá sido comida de perros, por lo cual no creo que este muy bien –negó con la cabeza mientras esbozaba una pequeña sonrisa para tranquilizarlo.

-Os dejare a solas –se despidió Baekhyun al sentir que el sobraba en la conversación, si bien acababa de empezar, desde aquel momento ya sentía que no tenía nada que ver con lo que iban a hablar. Con cuidado de no molestar a nadie de la enfermería y con un saludo de manos se alejo y salió de la estancia.

-Creo que esta vez soy yo el que está en deuda contigo –murmuro el pequeño sin apartar la vista del adulto.

-Yo no creo que estés en deuda conmigo, hace no tanto fuiste tú el que me salvo de la muerte –aseguro mientras se llevaba una mano al costado sin apretar, al lugar donde tenía la cicatriz que le había dejado la operación en la que l había extirpado el órgano muerto.

-Sí, pero esa vez yo fui a ver cómo te pegaban, salvarte no era algo que fuese con ello –aseguro mientras se encogía de hombros.

-En cualquier caso, no quiero que te sientas en deuda conmigo –negó de una manera rotunda-. Tengo una hija de tu edad y al verte allí tirado en el suelo… Me sentí mal padre por no hacer nada –confeso-. Estoy seguro de que tu padre lo entendería.

-Por matar a mi padre es el crimen por el que me encarcelaron. Pero muerto o vivo, no se sentiría mal padre por dejar que pegaran a su hijo –le aseguro de una manera lenta.

-Entonces sabrás a lo que me refiero cuando tú seas padre –se acerco un poco más a él-. Fuera me esperan dos hijos estupendos, cuando salga de aquí y los viera día tras día no me podría perdonar el hecho de haber ignorado a un niño cuando lo necesitaba.

-Supongo que entonces debo de sentirme agradecido –murmuro algo azorado mientras bajaba la mirada-. En verdad aunque no me sienta exactamente en deuda contigo sí que me siento agradecido. Comenzaba a pensar que no iba a haber nadie que me ayudase o al que pudiera considerar amigo...

Se sintió tan tonto después de decir aquellas palabras que ni el mismo se creía ni remotamente lo que había dicho. Hasta hacia una semana había pensado que estaba solo. ¿Desde cuándo buscaba hacer amistades en la cárcel? ¿El último golpe lo había dejado atontado acaso?

-No seas tan duro contigo mismo –Naesang apoyo una de sus callosas manos encima de su hombro. El menor reprimió el gesto de dolor que debería de haber articulado-. Todos intentamos que nuestra estancia en la cárcel sea lo más cómoda o al menos pasajera posible. Algunos lo llevamos realmente mal, pero otros, como ese amigo tuyo tan alto, casi parece que se han metido por su propia voluntad.

-Si Chanyeol es “feliz” aquí es porque es un bobo con suerte –murmuro sin poder evitarlo pareciendo algo resentido. Y es que no podía evitar estarlo. El mayor le caía realmente bien, se había volcado con él desde el primer día y siempre hacia todo lo posible para que se encontrase cómodo con él; pero al moreno se le hacía difícil de soportar a alguien tan feliz en un lugar tan lúgubre, gris, deprimente y feo. Aquello no era una excursión que solo duraba un día, o como mucho una semana. No. Era la aterradora realidad, y desde siempre le habían disgustado el tipo de gente que se negaba a ver lo que tenía en frente de sus propias narices.

-Más me gustaría a mí tener la suerte que tiene el… Con tan solo el medio de lo que tiene el podría pasar desapercibido ante toda la cárcel. Me conformaría con eso, sin tener que caerle bien a nadie –tapo su labio superior bajo el inferior.

-¿Por qué estas tu aquí Ahjusshi? –le pregunto con algo de descaro y curiosidad. Naesang le miro detenidamente durante dos segundos antes de contestar.

-Por mala suerte. Yo tenía una compañía especializada en efectos especiales para películas y dramas. Una familia increíble. Una mujer hermosa y con carácter. Un hijo medianamente listo con un gran futuro como jugador de hockey ¿sabes? Y una hija más que hermosa que estudiaba en los Estados Unidos. Te juro que si tuviese una foto suya aquí mismo, quedarías prendada de ella al instante –bromeo mientras los dos dejaban salir una pequeña risa de entre sus dientes. La verdad era que  a Jongin se le hacía difícil de imaginarse algo tan magnífico si había acabado allí-. Pero mi socio –hizo una pequeña pausa bajando la mirada-. Invirtió el dinero en lugares equivocados y luego escapo del país, dejándome a mí y a mi familia en la bancarrota. No preguntes como porque es una historia muy endiablada, pero acabe viviendo durante seis meses con mis cuñados antes de entregarme por voluntad propia. Ver como tu familia sufre por tu culpa no es algo que merezca la pena ver.

-Ajusshi –intento llamar su atención con un tono directo de voz-. Las buenas familias como la tuya se lo perdonan todo –aseguro moviendo la cabeza lo mínimo posible para que no le hiciese daño-. Y tu socio acabara entre rejas, ya verás. Te prometo que en cuanto salga de aquí lo buscare y le hare la vida imposible –soltó una pequeña carcajada. Naesang le miro con una mirada agradable y llena de sorpresa, la cual hizo que Jongin pudiera llenarse de alegría por dentro.

Conocía a Naesang de haber hablado con el apenas dos veces, pero vaya dos veces que habían sido. Era difícil describir la manera en la que se sentía pues jamás había llegado a tener un referente masculino, pero estaba seguro de que si no fuese porque Naesang estaba en la cárcel y que si lo hubiese conocido antes habría intentado seguir sus pasos.

Según su versión él no tenía nada que ver con la deuda que tenía y por la que estaba ahí. Era alguien agradable de tratar y le era de lo más extraño el poder congeniar con una persona con madurez y sensatez dentro de la cárcel. Quizás esto fuese porque estar con Chanyeol había hecho que bajasen sus expectativas de gente cuerda en la cárcel. Fuese o no fuese eso, en aquel momento le daba exactamente igual.

-¿Tu mismo irías a por mi socio y le harías confesar todo lo que hizo? –aunque su tono tuviese pequeñas connotaciones de broma parecía que estuviese hablando muy en serio.

-La verdad es que si me pongo a pensar seriamente en eso pues… -alargo la última palabra sin creerse lo que iba a decir-. Lo haría. No me parece justo que tu, teniendo una familia tan magnífica e impresionante, tengas que pasar el resto de tus días aquí mientras alguien tan egoísta y sin nadie te este haciendo pagar a ti por ello. Si salgo pronto de aquí, te ayudare Naesang, te lo prometo.

El momento fue algo tenso, ese tipo de confesiones no eran normales y menos para alguien de su edad. Aunque si se lo pensaba bien, viniendo de un hogar tan poco organizado y macabro era normal que le gustase ver a una familia feliz, en la que todo podía llegar a hacerse realidad, una en la que las amenazas no fuesen el día a día.

-Niño… Te estás ganando poco a poco un lugar en mi pequeño corazón –le confesó el mayor antes de cruzarse de brazos y sonreír-. Esto sonara un poco extraño pero, quiero que sepas que cuando los dos estemos fuera, podrás contar con mi apoyo, como si fuese tu padre de verdad.

-No creo que eso sea necesario Ajusshi –negó con las manos haciendo que le doliesen-. Me he criado sin uno prácticamente, podre seguir vivo por ahora.

-Me da igual. Todo niño necesita un padre, y yo no soy el mejor de todos, pero he sabido cuidar y criar de dos hasta ahora. Uno que ya esta mayorcito y que ha aprendido por si solo en la cárcel, y que además me ha salvado la vida, no debería de ser un gran problema para mí.

Jongin no supo que mas hacer que sonreír de oreja a oreja. Le agradaba la idea de poder confiar en alguien mayor que él y que fuese a cuidar de él en cierta manera. Asintió levemente, sin mover mucho el cuerpo y con sumo cuidado.

-¡Eh, tú! –escucho una gran exclamación en el pasillo. Tao en seguida se aparto de él, dejando de agarrarlo por el cuello del mono. Hacía ya días que los intentos de agredir al moreno que tenía el chino quedaban frustrados por ciertos acontecimientos, en aquel caso el interviniendo de un guardia.

-Solo estábamos jugando Luhan –explico el agresor en un chino lo suficiente sencillo para que Jongin lo pudiera entender.

-¿En serio te crees que soy lo suficientemente estúpido como para creerme eso? –le pregunto el mayor alzando una ceja haciendo ver lo asqueado que estaba ya de las escusas tan estúpidas que se inventaba-. Que con Baekhyun cuelen no quiere decir que conmigo lo vayan a hacer.

Jongin se encontraba aun acurrucado sobre sí mismo a la espera de que le dijesen que era lo que debía de hacer, tentando al destino. Que el guardia nombrase a Baekhyun había llamado su atención estaba claro, pero más lo había hecho en Tao. Este dejo entre ver sus dientes en una despiadada sonrisa antes de irse sin decir ninguna palabra más.

-¿Estás bien? Siento haber tardado en llegar, pero es que me he entretenido confiscándole un yoyo a un preso –suspiro de una manera cansada.

-Gracias –pronuncio simplemente aunque en realidad quería decirle algo más que eso. Sentía que decir algo tan simple era como no decir nada en realidad, que era mejor estarse callado en todo caso, pero su boca no tenía intenciones de decir algo inteligente. Estaba demasiado cohibido para poder hacerlo.

-Ven –el mayor lo agarro por el brazo tirando de él para llevarlo a través de los pasillos a algún lado-. Te enseñare un lugar donde podrás estar a gusto, tranquilo y a salvo –le aseguro sin esperar a que el menor dijese algo.

Estaba ya acostumbrado a ese tipo de presos. Personas que en realidad no habían hecho grandes delitos o que no habían sido conscientes mientras los hacían o que los habían hecho para no manchar las manos de otros. En la cárcel e podías encontrar de todo. Estaba claro que el funcionario no podía saberse el historial y demases de todos los delincuentes que pasaban por ahí, demasiado para memorizar.

Le llevo a través de unos pasillos largos, los cuales poco a poco se iban ensanchando hasta llegar a una gran puerta en la cual ponía la palabra “Biblioteca” con letras negras sobre la pared blanca para que se viesen bien. Jongin jamás había estado allí, no sabía ni que había una en la cárcel, ni se lo hubiese imaginado.

El funcionario llamado Luhan no paro en la puerta, aun tirando de él se metió dentro de la gran sala llena de estanterías llenas de libros, conduciéndolo hasta la mesa principal o recepción en la cual se encontraba un muchacho más o menos de su edad, aburrido. Este nada más ver al funcionario sonrió de oreja a oreja feliz de verlo allí. Se pararon exactamente delante de él.

-Te presento a Oh Sehun. El cuidara bien de ti.

Kris hizo una pequeña seña a Chanyeol para que se reunieran donde siempre. El castaño entendió en seguida lo que el más alto quería y camino detrás de él hasta el baño de la tercera planta. Baño al que nadie solía entrar puesto que tenía mala fama, la fama de ser el rincón donde los más temerarios presos se reunían para pactar entre ellos y hacer encargos. Era todo una farsa. Un rumor que se habían inventado para poder hacer trapicheos en un lugar tranquilo, sin la vigilancia de nadie. Y ya de paso, un lugar para divertirse y pelearse. De ahí los gritos que solían escucharse al pasar por ahí y que mantenía a todos los presos normales lejos.

Al entrar no vieron a nadie, aunque estaba claro que hacía poco alguien había estado allí. El olor a mariguana era grande, y aun el humo se estaba disipando.

-Tú me dirás. ¿Qué es lo que quieres ahora? –Chanyeol se recostó sobre uno de los grifos-. ¿Papel? ¿O quizás una pequeña joya? –inquirió mientras con los ojos bien abiertos esperaba a que el mayor le dijera algo.

Dos segundos enteros de completo silencio.

-Te dije que te estuvieses quieto. Que no te metieras Chanyeol.

-¿Eh? ¿Meterme en qué? Hace mucho tiempo que estoy muy tranquilo Kris.

-Tranquilísimo ¿verdad? –Kris dio un paso hacia donde se encontraba el menor-. Ya no tienes que preocuparte del puto negro porque lo has escondido por ahí ¿verdad? –volvió a dar un paso más grande esta vez acortando la distancia que había entre ellos.

-¿Negro? ¿Hablas de Jongin? –alzo las cejas sin comprender-. Ni yo sé donde se mete últimamente. ¿Cómo quieres que me meta? Si no fuese porque vuelve todas las noches pensaría que Tao ya lo ha matado.

-No intentes jugar conmigo Chanyeol. Si no aprecias tu vida puedo jugar con la de tu más querido amigo –la sonrisa que salió de sus labios fue macabra, al igual que estaba pasando por su cabeza en ese momento.

-Me he mantenido al margen en todo momento Kris… -llego a vocalizar al darse cuenta de que al hablar de “su más querido amigo” estaba hablando de Baekhyun-. No metas a Baekhyun en esto, el no tiene la culpa de nada. Nos ha ayudado y protegido y…

-No te vuelvas a meter Chanyeol –le corto repentinamente-. No te vuelvas a meter si no quieres que él lo pague.

-¡Te estoy diciendo que no tengo nada que ver con sus últimos movimientos! ¡No soy yo quien está haciendo nada! –golpeo con fuerza el lavabo.

-¿Tengo cara de que me importe? No eres tu quien sufre por los caprichos de Tao o sea que cállate –pregunto con absoluta indiferencia antes de salir del baño dejando al menor ahí mismo, sin nada que hacer.