[ChenLay] Coaxed out Surreptitiously Parte 5 FINAL

POW Lay:

Aunque al principio me hubiese negado a seguir esa relación por todos mis medios no pude evitar caer en la tentación nuevamente. Hasta hacia no mucho había estado reprimido, sobre todo sexualmente. ¿Qué otra opción tenia al vivir con mi abuela, la cual era una anciana chapada a la antigua? Dijesen lo que dijesen comenzaba a pensar que un polvo al día no hacía daño a nadie, cosa que antes me parecía un disparate. Era la manera más sencilla que se me había ocurrido para hacerle frente al estrés que poco a poco se me iba acumulando en mi delgado cuerpo.

Normalmente después de comer me solía colar en su despacho porque tenía más intimidad que el mío. Procurábamos no hacer mucho ruido pues aunque nosotros nos lo estuviésemos pasando bien aun había gente en la oficina la cual había ido a trabajar.

Ya no sabía si las bastas exigencias sexuales de Jongdae habían cambiado o era mi cuerpo el que se había hecho al dolor o que en vez de follarme ahora como si no le importara lo hacía con delicadeza, pero acabo por gustarme más el tipo de sexo que teníamos ahora que el de antes.

Porque eso es lo que había entre los dos, sexo y nada más, por su parte. De vez en cuando me parecía que había algo de humanidad en sus actos o costumbres pero poco tiempo pasaba para que cambiara y me tratase a veces incluso como a un animal. Aquello dolía, porque yo que era un joven chico con apenas tiempo para él mismo y sus amigos, que la única persona en la que podía confiar en la oficina, donde se pasaba la mayor parte del tiempo, lo tratase como si fuese ganado le hacía que pensar.

Lo había intentado dejado pasar por alto mayoritariamente fue a Xiumin y me fue posible hasta el día en el que vi a Chen tonteando con su secretaria Xiumin, a la cual había traído desde Corea porque no le gustaba la ejecución que hacia la que le habían asignado en China.

Nunca me había fijado en ellos, ya que anteriormente no me había parecido que tuviesen una gran relación fuera de lo profesional pero aquel día… ¡Ogh! Parecía ser que con la escusa de los altos tacones, yo le había visto llevar mayores pero bueno, se permitía tomarse todas las confianzas posibles para apoyarse en el mayor y este le sonreía de manera amable, riendo a todo lo que salía de la boca de la secretaria. Yo siempre la había visto un tanto estirada y coqueta con la gente, como si fuese su gracia natural pero jamás la había visto hacerlo de una manera tan exagerada.

Volví a mi trabajo intentando de olvidar lo que acababa de ver cuando Chen soltó una carcajada más alta de lo habitual. Me di la vuelta, lo mire con cierta expresión de asco y me aleje.

Aquel día fue el primero que no fui a su despacho después de comer.

Y a ese le siguieron una semana completa pues mirase donde mirase cuando salía de mi cubículo los veía a los dos dedicándose amplias sonrisas. ¡Dios! ¿Es que acaso no tenían trabajo que hacer? Porque si así era podía darles el que yo tenía, sin ningún tipo de problema ya que estaba saturado.

-Hace mucho tiempo que no venias a verme –Jongdae esbozo una pequeña sonrisa al verme entrar por la puerta. Dejo lo que estaba haciendo casi al momento y me miro con cierto interés.

-He estado muy ocupado últimamente –mentí mientras me acercaba a su mesa y ponía por delante el montón de papeles que llevaba en brazos-. Tu tío me ha pedido que te de esto en persona. Quería encargarse de que los recibieras y supieses que son de máxima importancia.

Con un serio y delicado gesto cogió todos los papeles que le tendía y se puso las gafas que utilizaba para leer con la mano que le quedaba libre. Miro la primera pagina de arriba abajo unas cuantas veces y luego paso las paginas con delicadeza de no doblarlas y las siguió mirando.

-¿Puedo decirle al señor Kim entonces que te encararas de ello cuanto antes? –cuestione con urgencia queriendo salir de aquella habitación cuanto antes.

-Claro, puedes decirle también que ha llamado mi padre por este mismo asunto ¿por favor? –levanto la mirada del informe para mirarme. Asentí cerrando ligeramente los ojos, sintiéndome como si fuese el secretario de ambos. Me di la vuelta parar irme cuando escuche que seguía hablando-. ¿No te vas a quedar un rato aquí? –pregunto mientras se quitaba las gafas

He de admitir que aquella pregunta no me la esperaba. No veía que le importase lo que yo pudiera hacer o no, aunque hubiese placer de por medio. Gire mi cabeza y sonreí de una manera tan forzada que él lo noto en seguida.

-No, tengo demasiado trabajo y necesito todo mi tiempo para llevarlo bien acabo –volví mi cuerpo también pues la postura me era bien incomoda.

-Se me había olvidado que eras un chico trabajado –sonrió ignorando mi forzada sonrisa-. Pero antes aun así te solías tomar… “descansos” conmigo…

-Ya, pero es que me he cansado de ese tipo de relación –sabía que mi voz sonaba con desgana pero es que no quería tener aquella conversación, no estando tan cansado como estaba-. No quiero volver a dar un paso atrás porque lo que yo quiero es tener una relación con alguien que sepa lo que es un sentimiento –me sorprendí tanto de mis propias palabras, porque yo no había calculado que fuesen a salir de mis labios, que mi cuerpo tembló durante segundos hasta que escuche su respuesta.

-Hablas de que yo soy un insentimental, y lo soy, pero luego no te paras a pensar que es culpa tuya que yo no me haya volcado en lo que es nuestra relación –parpadee varias veces volviendo a notar como mi pulso volvía a temblar. Trague saliva lentamente, intentando buscar la manera de seguir la conversación.

-¿Qué culpa he podido tener yo si he hecho todo lo posible por tenerte a mi lado?

Esperaba que me gritara que saliese de su despacho después de tal acusación que le había lanzado, pero siguió tranquilo en su sitio. Tan jodidamente tranquilo que me ponía nervioso. No me podía negar cuando le decía que era un insentimental y que no sabía demostrar nada hacia las personas que le rodeaban porque el mismo me lo estaba mostrando.

-¿Cómo esperas que confié en alguien que anteriormente intento engañarme? Lo siento, debo de ser absolutamente estúpido por no hacerlo –su tono de voz fue duro y cortante, como si le doliese que le echara en cara las cosas.

-Supongo que ya no es necesario que te preocupes por eso –encogí mis hombros y esboce una triste sonrisa-. Este joven timador no va a volver a molestarte nunca más.

Me gire nuevamente y antes de que pudiese decir algo salí de su despacho. Al menos yo no las escuche. Seguidamente, después de coger aire y tranquilizarme un poco del nervio que llevaba me dirigí al despacho del señor Kim a darle el recado que Jongdae me había mandado. El hombre me vio algo demacrado y me propuso irme a casa antes, pero me negué. Seguro que con eso me quitarían horas y mi paga se vería reducida.

Al día siguiente, me entere por dos de los empleados que hablaban entre ellos, que el señorito Kim se había vuelto a Corea de improviso para poder ayudar allí a su padre. Al principio pensé que era una mala broma que me estaba gastando con tal de que me sintiese culpable, pero cuando fui a comprobarlo no quedaba nada en su despacho que fuese suyo.

-¿De verdad se ha ido? –le pregunte a Xiumin la cual parecía que empaqueta sus cosas. Asintió sin hacerme mucho caso.

-El señorito Kim ayer recibió una llamada importante de su padre a altas horas de la noche y volvió a Corea –respondió de manera desinteresada.

-Ah…

Volví a mirar el despacho del señorito Kim por última vez y me volví a mi trabajo diario. Para bien o para mal, la ida del menor me había afectado y lo hizo aun más cuando entre en mi cubículo y pude observar el gran montón de trabajo que tenia para ese día. Al parecer me habían pasado todo lo que hacia Chen. Suspire hondamente, intentando llenarme de paciencia así y me senté en mi silla. Volví a mirar el montón de papeles y con otra larga exasperación cogí el primer documento y me dispuse a leerlo y esperar a poder darle el visto bueno directamente.

Todo, absolutamente todo me iba de maravilla. Mi abuela seguía viva, que ya era decir mucho con todas las pastilla que tenía que tomarse la pobre; me habían ascendido en el trabajo, ocupando ahora el puesto de mi antiguo amante del cual no supe nada más; el dinero era algo que comenzaba a sobrarme pues nunca había sabido gastármelo y se iba acumulando en mi cuenta de ahorros; y por fin había encontrado el apoyo amoroso que necesitaba en mi amigo Luhan.

Había sido una historia graciosa, ya que una noche me había preguntado porque le había cogido prestado sin permiso aquel traje y como había conseguido acabar trabajando en Samsung. Como respuesta se lo acabe contando todo, todo, todo.

Al principio pareció estar molesto por la historia en general, pero luego sonrió con esa perfecta sonrisa que solo el tenia y me dijo: “Si lo hubieras intentado conmigo habrías estado llevándote todo mi dinero y vienes durante años”. Al principio no comprendí que quiso decirme pero con el paso del tiempo y al ver como nuestra relación iba mutando a algo más íntimo lo llegue a comprender.

No me podía queja de nada en mi vida. ¿Acaso no era perfecta?

Lo era hasta que volví a ver a Jongdae en mi ahora nuevo despacho. El mundo se me cayó encima. Seguía igual que siempre, al menos físicamente hablando. Esperaba con ansia que al menos hubiese madurado un poco en el tiempo que llevábamos sin vernos y no se dedicase a decir tonterías como antaño.

-Te veo feliz –sonrió de una manera alegre al darse cuenta que estaba allí-. Y sano.

-Llevo una buena vida desde hace un buen tiempo –comente casi como si fuese un murmuro.

-Ya veo… Mira, sé que no quieres verme –comenzó a hablar de manera atropellada, cosa extremadamente rara en él.

-Tienes razón –le corte de manera autoritaria intentando imponerme por encima de él-. Lo siento, pero esa época paso hace tiempo y no miento al decir que nos va mejor separados –intente seguir impasible. Sabia de primera mano que Jongdae había progresado mucho más en Corea que en China, pues en mi planta sobraba mucho tiempo para andar con rumores.

-Solo he venido a darte esto –se levanto del asiento en el que estaba sentado y saco algo blanco del bolsillo del traje. Me lo tendió a la mano y con cierta duda lo acepte. Casi me había olvidado de aquella servilleta, aquella que había firmado y luego entregado al menor como una simple broma. Fije mi mirada en el, interrogante-. Quería que supieras, que por muy insensible que fuera para mí fue algo más que una aventura.

Volví a fijar mi mirada en la ya gastada servilleta y solo pude sonreír radiantemente.

-Yo… yo… -no sabía que debía de decir. No podía creer que aun guardase ese cacho de papel que le debería de haber salido moho hace tiempo. Levante la cabeza, aun sonriendo aunque estuviese confuso, lo agarre de la corbata y estampe mis labios contra los suyos sin que me importase lo abierta que estaba la puerta del despacho-. Gracias, lo necesitaba –sonrió y su sonrisa se me contagio a mí. Solté el agarre que tenia sobre él, pues le estaba arrugando la corbata y haciendo daño en el cuello al estirar de esta. Poso su mano sobre mi cabeza y dio ligeros toques sobre esta aun sin despegarse de su elfica sonrisa. Agarro mi mano y me quito el cacho de papel que aun estaba en ella, volviendo a guardarla con cuidado.

-Adiós Zhang Yixing –dio un golpe más largo acariciándome el pelo y se dio la vuelta para irse nuevamente. Esa era la última vez que vi a Kim Jongdae, porque solo había acudido a China para dejarme ver aquella servilleta.