Krystal camino lentamente, como si estuviese
agotada, arrastrándose por el camino que le llevaba hasta el baño. Cerró la
puerta detrás de ella, desganada. Encendió el grifo de la ducha y se sentó
sobre la tapa del retrete con la mirada baja. Odiaba su propia vida y no sabía
que es lo que había hecho para acabar tan mal como lo había hecho. Sus padres
la habían echado de casa por llevar la vida que llevaba: una sin control, con
una actitud rebelde y las temporadas que ni siquiera pasaba por casa. No habían
aguantado más, y después de haberle dado un ultimátum aquella noche, cuando
volvía a casa se encontró con que no podía entrar. Llamo a la puerta varias
veces, incluso suplico a sus padres que le abriesen la puerta, pero no lo
habían hecho.
Había pensado también en acudir a su hermana
mayor pero hacía tiempo que se había mudado a otra casa con unas amigas cuando
empezó la universidad. La echaba de menos cada día de su vida, siempre habían
sido muy cercanas y la separación había sido muy fuerte para ella. Poco había
hablado con ella desde entonces y el carecer de una hermana mayor la cual la
podía cuidar poco a poco había hecho de ella una chica rebelde de la cual sus
padres no podían controlar. Una hija que se pasaba las noches fuera, de fiesta
y saliendo con chicos que poco le convenían.
Debía de hablar con Sulli, su mejor amiga,
cuanto antes. Estaba segura de que ella podría encontrar una solución o que la
acogería y no dejaría que pasase los días que le quedaban como una vagabunda en
la calle. Le había enviado ya una docena de mensajes y spameado en el twitter,
pero aun no había recibido ninguna respuesta. Había pensado que era lo normal,
al fin y al cabo era domingo y las personas normales acostumbrábamos a dormir
hasta las tantas los pocos días que teníamos de fiesta.
Volvió a levantarse y puso su mano en el
dentro del chorro que caía de la alcachofa de la ducha para ver si el agua ya
se había calentado lo suficiente para que ella se pudiese duchar. Aun no estaba
tan caliente como le gustaba a en ella pero supuso que en nada lo estaría, en
cuanto el agua comenzaba a calentarse poco solía quedar después para que
hirviera. Miro antes a ver donde se encontraban tanto el champú como el gel
para poder asearse del todo. Acto seguido, se desnudo y se metió en la ducha
con tranquilidad, esperando que el agua se llevase sus penas y no la molestasen
más.
Aquella pareja tan extraña acabo separándose
ese mismo día. Myungsoo realmente se alegro de sacarse de la vista a aquella
chica tan descarada para poder tener una vida normal otra vez después de tanto
tiempo. Y ella… ella simplemente tenía la cabeza llena de cosas mucho más
importantes y complicadas en las que pensar antes que en aquel muchacho con
cara de póker. No se despidieron el uno del otro. Simplemente cuando ella salió
del baño, aun con el pelo mojado, se encamino directa a la puerta y salió por
ella a penas sin hacer ruido aunque el mayor no le quitase la vista de encima.
La siguiente semana, le pareció la más
tranquila de su vida. A penas tuvo percances y por fin podía atender como debía
y quería en las clases de la universidad. Hasta el momento se le estaba
haciendo todo bastante complicado por el hecho de tener otras cosas, como su
vida, en mente en vez de estar estudiando o haciendo aquellos ejercicios que a
la gente tanto le costaba hacer; pero que el con solo aplicarse un poco
conseguía hacerlos con gran facilidad.
Pensó que ya podía olvidarse de ella y hacer
como que no había existido, hasta que una tarde, que volvía de la biblioteca
después de una intensa tarde de completo estudio, encontró a la morena sentada
en las escaleras que estaban en frente de la puerta de su piso. Tenía la cabeza
apoyada en la pared, los ojos cerrados y mala cara. Casi daba la impresión de
que no había comido durante los últimos días que no la había visto. Estaba
encogida sobre sí misma como si tuviese frio o… o miedo, como si se estuviese
protegiendo de algo invisible que él no era capaz de ver. Cuando ella se
percato de que el moreno le estaba mirando, de que allí había alguien, abrió
los ojos rápidamente y de par en par encontrándose con los de él.
En aquella ocasión había algo diferente, o
eso le pareció a él. La expresión de su cara ya no denotaba superioridad y no
parecía tener ganas de discutir o de soltar estupideces en contra de él. Al
fijarse mejor pudo observar como la menor tenía los ojos rojos y adormilados,
con unas grandes ojeras, dándole un toque desvalido e inocente por extraño que
fuese. Sin aun articular ninguna palabra, observo como con la ayuda de sus
propias manos, las cuales apoyo sobre la pared, se levantaba algo torpemente,
aunque los andamios que llevaba por tacones hiciesen que perdiese el equilibrio
y se balanceara de un lado a otro.
Instintivamente, el intento ayudarla. Aunque
luego, después de habérselo pensado mejor, se arrepintió alegando que lo mejor
era no tener nada que ver con ella. El poco contacto que había tenido con la
menor no había sido agradable ni tampoco le había traído nada bueno, e
involucrarse más con ella era una horrenda idea.
-Ne…necesito ayuda –musito con un suave hilo
de voz, apenas audible para cualquier persona. Sin casi pensárselo dos veces Myungsoo
abrió la puerta de su piso, con dificultad al tener que ayudar a la menor a
estar de pies. Con no tanta dificultad, logro llevar a la muchacha que se
encontraba como casi inconsciente hasta el sofá, dejándola tendida sobre él. En
seguida, en cuanto al encontró, le echo una manta por encima, pues el tacto de
su piel le había parecido tan frío que le había hecho preocuparse más aun.
Una vez había intentando que entrase en
calor, le dio unas cuantas palmadas, a cada cual más fuerte, en la cara.
Esperando a que reaccionara de una manera positiva. Un par de veces pudo
observar como su cuerpo entero se movió al impacto de su mano; aliviándose algo
después al escuchar como respiraba profundamente y a veces se agitaba sola,
mientras se quedaba dormida.
Cuando Krystal despertó, sin tener una gran
consciencia de lo que había hecho durante las últimas horas antes de caer
dormida en aquel sofá, llego a pensar que todo había sido un mal sueño, y que
se había quedado dormida en el sofá de su casa mientras veía una película y su
madre cocinaba algo caliente para merendar algo. Pero no fue así. En cuanto se
incorporo se dio cuenta de que aquella no era su casa. Que aunque el dulce olor
a comida recién hecha inundase sus fosas nasales, aquel hogar que tanto añoraba
no le iba a volver a recibir con los brazos abiertos.
-¿Has despertado ya? –se sorprendió al escuchar
la voz de aquel chico cerca de ella, sobre todo porque aparentaba ser amable.
Lentamente, con un tazón y unos palillos, se acerco hasta el sillón, sentándose
en el pequeño hueco que había dejado la ausencia de las piernas de ella pues se
había vuelto a hacer un pequeño ovillo-. Toma… -suspiro sin saber que decirle
mientras le tendía el tazón lleno de ramen que acababa de hacer junto con los
palillos.
Ella estuvo a punto de rechazarlo hasta que
el olor de aquel manjar penetro más en sus sentidos. Cogió el tazón con cuidado
y casi devoro todo lo que había en el. Estaba hambrienta, llevaba ya más de 24
horas sin comer nada y para alguien como ella, que acostumbraba a comer bien,
era demasiado. Nada más terminar de comer, miro a Myungsoo, el cual la había
estado observando y ella ignorando pues había puesto toda su concentración en
comer algo. Aun con el tazón en la mano y sin saber que podía hacer con él, le
miro fijamente aun en el hueco que se había hecho entre las mantas. Abrió
lentamente la boca, esperando a que las palabras hablasen solas, pero al
parecer aquello se le hacía más difícil de lo que se había esperado. Frunció el
ceño, pues estaba segura de que él no podía leer su mente. En realidad rogaba
por ello.
-Gracias… -murmuro por lo bajo, pues para decirlo
se había tenido que tragar su orgullo de una manera que jamás creyó que fuese a
hacer. Al parecer a él también le había pillado un poco de improvisto, pero
simplemente se encogió de hombros y lo dejo estar. Agarro el pequeño cuenco que
ella tenía entre las manos y lo dejo en la pequeña mesilla que había entre el
sofá y el televisor.
Acto seguido volvió a mirarla, con una mirada
interrogante esperando a que le explicara algo. Le pareció que ella no entendía
aquello, o simplemente no quiso entender, porque sin hacerle caso, se llevo la
mano hacia la cintura, buscando los bolsillos que tenía su cazadora. Aunque
poco iba a encontrar si él se la había quitado para que se encontrase más
cómoda ¿no?
-Y ¿mi móvil? –le pregunto haciendo un
pequeño gesto con la cabeza para que se lo dijera.
-Mejor si vamos por partes –aclaro él
mientras se sentaba de una manera más cómoda en el sofá-. ¿Qué haces aquí?
–como esperaba la pregunta no pareció agradarle a la menor, que desvió la
mirada algo incomoda.
-Me han echado de casa –le explico con esas
simples palabras su situación mientras miraba por la ventana a una pequeña
paloma posarse sobre la pequeña cornisa que había en ella.
-Puedes quedarte aquí entonces –aquellas
palabras le salieron de una manera automática aunque no fuese lo que el mas
deseaba en aquel momento. Se incorporo, y recogió el tazón y los palillos para
ir a la pequeña cocina y poder limpiarlos.
Aunque Myungsoo pensó que su vida daría un
drástico cambio teniéndola a ella en medio, se equivoco. A penas la veía. Todas
las mañanas se levantaba más o menos a la misma hora que él, y llevando un
uniforme escolar salía a toda prisa sin darle tiempo a desayunar. Simplemente
se aseaba, se vestía y sala corriendo. El mayor le había dado una llave para
que no tuviese problemas para entrar y salir, haciendo que prometiese no meter
a nadie en aquella casa. Ella había aceptado con un asentimiento de cabeza y
aunque no estuviese muy seguro de si le iba a hacer caso o no, se sorprendió al
ver que ella respetaba su intimidad y vida en todo momento.
La había sorprendido más de una vez husmeando
entre sus apuntes de la universidad, parecía curiosa por lo que había en ellos
y cada vez que veía una imagen se quedaba un rato mirándola mientras pasaba sus
largos dedos por ella, como si pudiese tocar lo que había en ella.
Después de sus clases, casi nunca solía ir a
casa directa. Habría jurado que ella debía de acudir a bachiller, y en casi
todos los institutos con aquel rango tenían toda la tarde libre después de una
agotadora mañana de completo estudio. Más de una vez había encontrado un
pequeño fajo de billetes encima de su propia cama, como si fuese el pago del
alquiler o algo así. No sabía de dónde sacaba ella el dinero, pero lo más
lógico era que fuese por que trabajaba en algún lugar después de salir de
clase, y por eso no desconfió en ningún momento.
Sin darse prácticamente cuenta, el primer mes
conviviendo juntos había pasado de una manera rápida, casi sin notar que vivía
alguien más allí con él. Seguían sin hablar mucho aunque se hubiesen vuelto
algo más cercanos por el roce que conllevaba la situación de por sí. Poco a
poco se habían hecho a la idea de que aquello podría durar mucho tiempo. Tampoco
parecía que Krystal tuviese intenciones de irse de aquel lugar, y Myungsoo no
sacaba el tema de cuando se iba a ir pues ella se ponía insoportable cada vez
que lo sacaba. También se ponía insoportable o esquiva cada vez que le ponía la
mano encima, aunque fuese un simple roce o un inocente tocamiento.
Había cosas de ella que no comprendía, pero
para el todas las chicas eran igual de incomprensibles, e intentar
comprenderlas una gran pérdida de tiempo y el no estaba dispuesto a perder el
suyo intentando intimar con ella.
-¿Tienes algo que hacer esta tarde? –le
pregunto él mientras desayunaba algo al ver como ella salía con prisa del baño,
a punto de salir de aquella casa. Esta paro para responderle mientras cogía sus
zapatillas.
-Tenía pensado pasar la tarde con una… amiga
–respondió sin apenas mirarle a la cara, de lo ocupada que se encontraba para
atarse los cordones de la zapatilla-. ¿Pensabas hacer hoy la limpieza de la
semana? –Myungsoo se quedo dos segundos callado, respondiéndose a si mismo
mentalmente.
-Supongo que será mejor que lo haga hoy que
no vas a estar enton...
-Yo también me comprometí a ayudarte con la
casa –le corto ella algo seca-. Comeré fuera y luego me tendrás aquí para
ayudarte –se levanto mientras hablaba y salió por la puerta.
Aquella misma tarde, Myungsoo con simple
curiosidad, acudió al instituto al que iba Krystal. Tampoco sabía que hacia
exactamente allí, pero muchas veces la curiosidad le mataba por dentro. A penas
sabia de la chica que dormía en el sofá de su casa y se intentaba convencer a
sí mismo de que espiarla en aquel momento no tan era malo. Ya se había
introducido del todo en su casa pero no sabía donde pasaba todas las tardes y
algunas noches si además seguía acudiendo a clase.
Se sentó en que había en la acera de enfrento
a aquel instituto. A primera vista parecía uno relativamente normal, aunque le
llamo la atención la cantidad de coches aparcados que había, esperando a
algunos alumnos. Dudaba que los conductores fuesen los padres… simplemente no
tenían cara de ello. Aunque… ¿quien era él para juzgar?
No espero mucho hasta que vio como la gente
comenzaba a salir después de que sonara una insufrible sirena, que retumbaba en
sus oídos de una manera desagradable. En seguida vio bajar a Krystal por la
gran escalinata de piedra gris que había en la entrada. Iba de la mano de una
chica, amiga suya aparentemente.
Lo extraño era ver lo tranquila y agradable
que se encontraba en aquel momento. No tenía el semblante tenso y parecía estar
realmente feliz. Sus labios esbozaban una sonrisa agradable, y reía una y otra
vez, mientras se acercaba a la oreja de su amiga y susurraba unas cuantas
cosas. Luego las dos reían, y la gente al ver lo ruidosas que eran, pues Myungsoo
juraría que podía escuchar cómo se reían desde allí. Nunca había visto a la
castaña tan feliz, jamás la había visto feliz. La imagen que siempre había dado
delante de él era de alguien autosuficiente y de no necesitar la ayuda de nadie
para vivir. Aun estando claro que a él lo necesitaba para poder vivir bajo un
techo caliente.
Se quedo más tranquilo, y se dispuso a irse,
no merecía la pena espiar a la pequeña si parecía que se lo estaba pasando tan
bien, cuando observo como un chico, mayor que ella y con un uniforme diferente,
la agarraba del brazo y la zarandeaba. Casi como un autómata, se levanto
¿nervioso? Puede que lo estuviese un poco. Tampoco sabía que era lo que iba a
hacer, pero había escuchado tantas seguidas los sollozos de la menor y sentido
tan impotente que no se le había pasado por la cabeza el pasar de aquella
situación.
-Te he dicho que me sueltes –le especto la
menor en un tono siseante. El chico que le agarraba del brazo rio a modo de
burla agarrándola con más fuerza-. ¡Que me dejes! –exclamo antes de escupirle
en la cara. Toda la felicidad que parecía haber acumulado durante la mañana,
había desaparecido de su expresión que volvía a ser la seria y superior que tenía
siempre.
Su amiga, que por pura inconsciencia se había
apartado para auto protegerse de lo asustada que estaba, se abalanzo sobre el
chico. Pegándole unos cuantos manotazos en la cara, cuello, cabeza e incluso
espalda. Al principio pareció que al mayor le molestaba pero con un simple movimiento
del brazo consiguió deshacerse de ella que cayó hacia detrás.
-¡Ni se te ocurra pegarla a ella, mamón!
–exclamo, poniéndose algo más agresiva, intentando propinarle una gran patada
en la espinilla. Mucha gente los estaba mirando, incluso algún profesor que no
sabía qué era lo que debía de hacer en aquel momento. Si intervenir o llamar al
director o… ¿qué? Parecía que muchos se habían quedado inmóviles.
El muchacho alto aparto la pierna, como si
así esperase que no le pudiese pegar más. Alzo el puño en frente de ella, que
cerró los ojos esperando a que todo pasase cuanto antes. No sería la primera
vez que le pegasen, no un chico con mucha más fuerza que ella, pero no todas
las chicas eran tan débiles como la gente se creía.
Pero antes de recibir el puñetazo que el
destino le aguardaba, noto como con alguien con más fuerza que ella también le
apartaba rápidamente, aun estando sujeta por el primero. Aunque aquel agarre
poco más duro. Cuando abrió los ojos, se encontró con Myungsoo a su lado, con
una pierna alzada, la cual había impactado en toda su totalidad contra el
estomago del atacante. El cual había retrocedido mientras se tapaba el lugar
donde le había dado con un brazo.
-¿No crees que ya has montado un gran
espectáculo? –hablo de una manera tan impasiva y fría que muchos dudaron el
hecho de que siquiera había abierto la boca-. Vete simplemente antes de que te
puedas hacer más daño –le aconsejo, aunque estaba claro que aquel muchacho, que
acababa de ver como su orgullo y hombría se partían en miles de trozos no iba a
parar ahí.
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