Como una niñera (Luhan).
Habría sido mejor que me hubiese quedado en
casa. Aun dentro de mi lujoso coche podía notar como ciertas muchachas, con muy
mal disimulo, miraban a través de los cristales y cuchicheaban. Hacía nada que
me había metido porque sentirme vigilado era algo que poco me agradaba. Dudo
que a alguien le pueda gustar exactamente esa sensación, aunque ese alguien sea
el tipo de persona a la que le guste acaparar toda la atención sobre su
persona.
Bostece y mire hacia la entrada de aquel
monótono instituto. Llevaba esperando apenas un cuarto de hora allí, pero desde
antes me había pasado otros tres cuarto de horas en cuatro institutos
diferentes, buscándolo.
Tenía algo que quería, que necesitaba y
aunque no lo pareciese externamente, comenzaba a ponerme muy nervioso con el
dichoso tema. Quería arreglarlo cuanto antes pero teniendo en cuenta todos los
institutos que había en Seúl le iba a ser muy difícil.
Parpadee varias veces antes de volver a
bostezar nuevamente y gire mi cabeza para mirar por centésima vez la entrada. Y
para mi sorpresa, esta vez había acertado con el instituto. Aquel muchacho
alto, pálido, con un flequillo que casi tapaba al completo sus pequeños ojos y
con una expresión somnolienta acababa de pasar la entrada acompañado de unos
amigos suyos.
Salí del coche casi corriendo y me quite las
gafas de sol esperando que al ver mi cara al completo pudiera reconocerme. Y
así hizo. En cuanto paso la mirada en la dirección que yo me encontraba su
cuerpo se tenso tanto que hasta yo lo pude notar desde mi lado de la carretera.
Le hice un gesto indicándole que se acercara, pero me ignoro y con malos
reflejos volvió a conversar con sus amigos. Intentaba parecer no estar nervioso
o algo parecido pero se le notaba a la legua. Vi como el más moreno de ellos
pasaba su brazo alrededor de sus hombros y lo acercaba a él para darle ánimos.
“Como quieras” murmure para mi mismo en mi
mente antes de mirar hacia los lados comprobando que no había ningún coche que
fuese a pasar y cruce. El chico siguió ignorándome porque ni sabía que me
estaba acercando a mí. “Que inocente”.
Por un momento me olvide de lo mucho que me agradaban los jóvenes con poca
experiencia que se dejaban hacer ciertas cosas que los demás no, por no tener
relaciones anteriores y ser inexpertos en el tema sexual.
-No me ignores –lo agarre del hombro y le
hice dar la vuelta para que me mirara. Si bien era más alto que yo, seguía
siendo un inocente niño que se moría por resguardarse en las faldas de su
madre, sin intimidarme lo más mínimo. Los seis chicos quedaron en silencio y
miraron al niño-pequeño-de-ojos-enanos de manera interrogante-. Tú y yo tenemos
que hablar.
-Cualquier cosa que quieras hablar con Sehun
lo puedes hacer delante nuestro –el que parecía mayor, más maduro pero
irónicamente más bajo que los demás hablo con respeto, algo sorpréndete en la
juventud de hoy en día. Tenía que admitirlo, me había agradado.
-Me gustaría creer eso –me dirigí
al-chico-amable-pero-bajo intentando parecer tan cortes como había sido el
conmigo. No era un desagradecido o un malcriado y mi madre siempre me había
dicho de ser respetuoso con todo el mundo, a no ser que me perdieran el respeto
sin ninguna razón aparente-, pero me temo que de lo que tenemos que hablar
Sehun y yo –pronuncie su nombre, del cual me acababa de enterar, para infundir
algo cercanía entre él y yo, que no pensasen que era un acosador o alguien que
iba a hacerle daño. No me interesaba que lo pensasen- no creo que sea algo de
lo que quiera que os enteréis –incline la cabeza apenas dos centímetros.
Todos miramos al-enano-alto con interés,
esperando que dijera algo pero sus labios entreabiertos, las manos que no
paraba de mover y sus ojos esquivos no decían precisamente que estuviese muy
hablador.
-Si no fuese importante no hubiese venido en
persona hasta aquí –asegure agarrándolo del antebrazo-. Solo será un momento.
-Va…vale –accedió enrojeciendo cual verdura.
Se dirigió a sus amigos e inclino la cabeza para despedirse y luego con un
insistente tirón mío logre sacarlo de allí y llevarlo a mi coche. En cuanto entre
en el, en el asiento del copiloto, lo escruto todo con sus redondos y tapados
ojos, como si esperara encontrar algo de interés en un coche. Con cierta
paciencia, no es que no la tuviese pero es que estaba agotado, espere durante
minutos a que parara ese pequeño ritual que no entendía; pero al ver que se
demoraba mucho en su tarea suspire y llame su atención con una falsa tos.
-Me debes 7.000.000 wons.
-Qué… ¿¡QUÉ!? –exclamo dejándome sordo. Sus
ojos se abrieron tanto que no estaba seguro de estar delante del mismo dicho.
Su rígido cuerpo se había movido tan bruscamente que sospeche que podría
hacerle daño. Y su voz, sonó tan aguda y poco varonil que me sorprendió lo que
más-. ¿De-¡de dónde has sacado eso!?
-De la noche del otro día.
A su lado yo parecía tan tranquilo que la
escena me resulto demasiado extraña. No era la primera vez que tenía que
soportar esas situaciones, pero si la primera en la que el cliente se había
sorprendido tanto.
-Pasamos toda la noche juntos en una
habitación de lujo aunque solo follaramos una vez. Eso son 7.000.000 wons –me
descoloque la corbata mientras hablaba pues veía venir lo densa que iba a ser
la conversación y aquella prenda me ahogaba.
-¿¡De qué coño estás hablando!? –volvió a
gritar mientras me miraba horrorizado y se movía en el asiento del copiloto
como si se estuviera ahogando-. ¡Yo no tengo 7.000.000 wons!
-Eso no quita que me los debas.
-¿Eres-¡Eres un puto!? –exclamo aun más
sobresaltado con una mueca tímida echándose hacia atrás de alguna manera para
que no le pudiera tocar o echarme sobre él.
-Chico de compañía, que no es lo mismo
–replique molesto entrecerrando los ojos intentando ignorarlo a él esta vez.
-¡Eres un puto! –volvió a repetir otra vez
pero sin ningún tono de interrogación-. ¡Yo-yo no lo sabía! ¡Si lo hubiese
sabido…!
-¿Cuántos chicos guapos se te acercan tan
fácilmente a ti? Estaba claro a que iba. Si tú no lo quisiste ver es culpa tuya
y ¡eso no quita que me sigas debiendo 7.000.000 wons!
-¡No te los voy a dar! ¡Yo no me voy de
putos! –exclamo intentando acceder al manillar de su puerta para salir del
coche cuanto antes. Había comenzado a hiperventilar y golpeaba y ensuciaba la
ventanilla mientras intentaba atinar a abrir algo para poder alejarse de mí.
-¡NO-SOY-UN-PUTO,-JODER! –exclame
abalanzándome sobre él para evitar que se fuese de un momento a otro. El se
protegió contra mí y antepuso una mano, que choco contra mi mejilla, y
estirando este brazo intento separarme de él, pero yo me había agarrado a su
chaqueta y tiraba de esta con fuerza.
Forcejeamos durante unos largos minutos en
los que inexplicablemente habíamos acabado en la parte trasera del coche. Mis
pies estaban apoyados en el techo y lo agarraba de la cintura mientras que el
intentaba volver a la parte delantera (pues los asientos de atrás no tenían
puertas). Cada ciertos segundos parecía que se rendía y se quedaba quieto y
relajaba el cuerpo, antes de volver a intentar escaparse de mí.
-Ya vale ¿no crees? -hable cuanto pude pues
estando sofocado por el ejercicio inesperado que había hecho me acababa de
quedar sin respiración.
-No me pienso rendir. No tengo dinero para
pagarte y… -volvió a hacer fuerza una vez más-. ¡Suéltame de una vez! –golpeo
mis brazos que rodeaban su cintura con toda la fuerza que me era permitida. Se
me habían agarrotado en realidad y casi ni las sentía, o sea que sus golpes
para mi fueron como simples toques.
-Podemos llegar a un acuerdo –le recordé.
-¡No! ¡Yo no me voy de putos! –exclamo
nuevamente dejando de golpearme y volviendo a lanzarse hacia adelante. Cabreado
ya de que no me dejase de llamar puto, una y otra vez, abrí la boca todo lo que
pude y le mordí un costado. Grito de la impresión más que del dolor, pues con
todas las capas de ropa que llevaba no creía que pudiera sentir mucho.
-¡Calla y escucha! En cuanto me hayas
devuelto cada won que me debes saldré de tu vida, pero hasta entonces te
perseguiré ¿sí? –cogí aire mientras intentaba escupir las pelusas que se me
habían quedado en la boca, sobre todo en la lengua-. No creo que a tus amigos y
familia les guste saber que te tiraste a un… puto –murmure utilizando la
palabra con la que él me trataba para calar más hondo en el-. El sexo entre
hombres está mal visto.
Se relajo por completo, pensando. Se agarro
al cabezal del asiento que tenía delante y suspiro lentamente. Luego se giro
para mirarme en mi extraña posición y volvió a mirar al frente, abatido.
Parecía que mis palabras habían calado más hondo de lo normal en él.
-Bien… pero no me pienso acostar con nadie
por dinero –añadió agachando la cabeza, dándose con el cabezal en la frente y
suspirando aun más hondo y desesperado.
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